Opinión Nacional

Cosas del socialismo de pendón y banderola

¿Cómo haber escapado, cuando militantes de la Asociación de la Juventud Venezolana (AJV) allá por los años 40 del Siglo XX, al mito del socialismo redentor de los desposeídos? Imposible. Éramos imberbes liceístas de una Venezuela en pleno hervor democrático, lanzados a la aventura política en medio de la posguerra y su derivación en “Guerra Fría”. Éramos los retoños de quienes el 18 de Octubre habían depuesto el viejo régimen, los hijos de la revolución. Pero en 1956 la Unión Soviética, “meca de la libertad y bienestar de los pueblos”, invadió Hungría. Apresó y fusiló. Cayeron pendones y banderolas. Se esfumó el encantamiento.

 

A más de 60 años del espejismo juvenil, hemos topado con unos aprendices de brujo. Intentan, con el llamado Socialismo del Siglo XXI, reeditar una farsa que, por tal, desapareció engullida por un deslave social. Sin disparos ni huelgas. Aquí los portaestandarte de esa suprema crueldad e incompetencia, insisten en la implantación de un sistema inviable, responsable de la quiebra económica, social, ética y política en los países donde ha sido impuesto, cuya obra más destacada son carteles de gran formato, con mensajes de oferta engañosa y de obra nunca realizada, agobiantes de espacios públicos.

Como es de su naturaleza, la horda gobernante interpone la intolerancia al rechazo de sus desaciertos. Se le mueve el piso. La vocación totalitaria irrumpe. Se hace cotidiano el atropello policial y judicial, el ametrallamiento radiotelevisivo y financiero, sin percatarse que el acceso a la información dejó de estar atado a las frecuencias radioeléctricas manipulables por el gobierno. La tecnología entregó al ciudadano, con el prodigioso internet, celulares, correo electrónico, twitter y otras modalidades satelitales. Buscarán interrumpirlas, pero ha de imponerse talento y coraje. Cuando se ama la libertad, valentía e inventiva conjugan para conquistarla. La “bloguera cubana” es paradigmática.

Los asaltantes, usufructuarios temporales del poder, liderados por el Comandante Bellaco en Jefe, ignorantes hasta de la ignorancia misma, saben tener contados sus días de mandones. De allí la agresividad. Los seres en trance de muerte extraen de sí fuerzas inmedibles; por eso sudan, deliran y patalean hasta quedar yertos.

Cuando chamos vimos batir al viento, tal vez acosándonos, pendones y banderolas tentadoras. Todas cayeron deshilachadas. La objetividad sociopolítica, económica, cultural y, en suma, la fuerza de los hechos hizo añicos al nacional-socialismo y al social-comunismo.

Un recurrente maleficio nos acosa, la civilización enfrentada a la barbarie, según enunciado de Rómulo Gallegos. El militarismo Castro-comunista pretende aplastar la libertad. Y de nuevo el compromiso cívico del venezolano se apresta a derrotarlo. Los ciudadanos, de seguro, acudirán militantes a la cita electoral del 26-S y, en la alternativa, votarán por los candidatos de la Mesa de la Unidad Democrática. Así, bajaremos los pendones y banderolas del Socialismo del Siglo XXI, enterraremos el mal vivir que hoy nos agobia y evitaremos descender al nivel trágico de la Cuba aherrojada por los hermanos Castro.

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