Opinión Nacional

Costa Rica apuesta por la música clásica para educar

«Para Brad, entrar aquí fue como una explosión de arte, ha sido como mágico».

¿Una explosión de arte?

«Ha sido un cambio en la casa. Tal vez, por nuestros propios medios, nunca lo hubiéramos podido lograr. Cuando Brad escogió el oboe, no conocíamos ese instrumento. Solo cuando lo vimos lo conocimos. Escucho una música que, antes, no me hubiese imaginado. No es solo el núcleo familiar, son los tíos, los primos… Mi familia me dice que, si hay un concierto, que los invitemos también».

Enid Villalobos es la mamá de Brad: «Yo, de música, no sé nada», asegura.

«Para mí ha sido una sorpresa. Él me dice: escuche como suena, y no lo logro distinguir diferencias, todo me suena parecido. Pero él insiste: ‘vea la diferencia».

«Lo cierto es que han pasado cosas muy bonitas. No sabíamos que mi hijo tenía esas cualidades escondidas. Ahora, en la escuela, lo toman más en cuenta para otras actividades. Brad pertenece al gobierno estudiantil, ha sido como un despertar para él», sigue explicando.

Brad oye, con el oboe en la mano. ¿Será eso «una explosión de arte»?

«Yo siempre he tenido un gusanillo de probar actividades que uno desconoce», dice Brad. A sus doce años, sorprende lo claro y articulado de su explicación. «Es una experiencia que uno no puede conseguirla en otro lugar así tan fácil, en el sentido monetario y de educación».

Nunca entraron a un teatro

«En los sectores más desposeídos es raro hablar de música clásica. Muchos de nuestros alumnos nunca habían entrado a un teatro. Pero ahora casi todos van a conciertos. El tema de la música está sobre la mesa: en la comida, en la cena, en el café, es parte de la familia. De modo que el proyecto tiene un gran impacto familiar», explica a la BBC Joel Sojo, profesor de trombón y director de la Escuela de Artes Musicales Sinem, de Pavas.

El SINEM es el Sistema Nacional de Educación Musical, la mecha que prendió esta «explosión».

Pavas es el barrio de San José donde funciona una de estas escuelas. «Es una comunidad heterogénea, con una sector acomodado, pero también con otros donde se puede encontrar todos los problemas sociales imaginables», explica.

«Nos llegan alumnos de todas partes de Pavas: de Lomas, de Vila Esperanza. Una de las alumnas, está pensando en dejar el programa porque, en la alameda donde vive, han matado a cinco personas en los últimos meses y no se siente segura saliendo», agrega.

Pero, a no muchas cuadras de aquí, viven dos expresidentes de la República, en sectores mucho más acomodados.

La idea es impactar a estos muchachos, «darles acceso real a la cultura, pero con varios objetivos transversales. Además de tocar un instrumento pretendemos inculcarles disciplina, responsabilidad, la idea de que hay que trabajar muy fuerte. Inculcando esos valores no solo les damos la oportunidad de formarse como musicos, sino también como personas», agrega Sojo.

«He visto cambios en mi forma de expresarme, me ha ayudado la música. El instrumento me llena. Lo que me gusta es la música clásica. Me permitió desarrollarme de una forma más integral, lo transforma a uno positivamente», asegura Mónica Obando. «Es una de nuestras mejores chelistas», dice Sojo. Obando tiene hoy 21 años.

Tenía 17 cuando empezó aquí.

Orquestas sinfónicas, bandas y coros

«El SINEM se ha convertido en lo que llamamos una punta de lanza para lograr el acceso a la cultura en todo el país. Es la herramienta más directa para democratizar la cultura», le dice a BBC Mundo el pianista y actual ministro de Cultura, Manuel Obregón.

Se trata de escuelas de música, de orquestas de formato sinfónico, para niños y jóvenes principiantes, medios, avanzados, pero también de bandas y coros.

«Hay ocho mil niños en este proceso. Hay más de 200 peticiones de escuelas y colegios para participar. Pero esto tiene que ver con las posibilidades económicas del ministerio, las alianzas con las municipalidades, con las empresas…», explica Obregón.

En este momento hay 37 escuelas participando de este programa, lo que permite tener una incidencia directa en las comunidades. En playa Tambor -relata Obregón, refiriéndose a una playa en el Pacífico costarricense- «de repente empiezan a sonar violines y chelos, en casa muy humildes».

«Hemos iniciado un proceso de transformación social que puede generar impacto positivo en todo el país. En momentos en que sufrimos una grave crisis de valores, de inseguridad, esto se transforma en respuesta a esos desafíos. Nos permite sacar a los chicos de las calles», afirma Manuel Peña, Director General del SINEM.

«El que quiera puede venir aquí. No hay pruebas de aptitud, sino una prueba de actitud. El padre viene a una charla, escucha cual es el compromiso que asume al traer a su hijo acá. Después viene la matrícula, gratis. Pero se les solicita una contribución de siete mil colones (unos 14 dólares), aunque el que no puede, no paga», aseguró Joel Sojo.

La debilidad mayor -añade- «es la falta de una infraestructura propia. Muchos chicos tienen que dejar el instrumento acá para poder viajar en el transporte público porque, con el instrumento, tienen que transportarse en lo que llamamos ‘taxis piratas’, más baratos que los taxis regulares pero, para muchos de ellos, todavía caros.

Mientras tanto, Brad escucha, alista el oboe, y toca… Es algo mágico, una explosión de arte.

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