Opinión Nacional

Cualidades sensibles o epitafio a la metodología cualitativa en el proceso educativo

En el presente ensayo analiza el paradigma de la investigación cualitativa, definiéndolo como una vía de pensamiento que permite acercarse a los fenómenos estudiados mediante técnicas y protocolos de observación, participación y registro cuidadoso de los datos primarios; así mismo apreciando e incorporando la observación etnográfica al estudio del entorno. La metodología cualitativa, en su relación con el proceso educativo, es apreciada como estrategia de investigación fundamentada en la descripción contextual del hecho educativo, garantizando la máxima objetividad en la captación de la realidad, siempre compleja, y preservando la espontánea continuidad temporal que le es inherente, con el fin de que la recogida sistemática de datos, categóricos por naturaleza, y con independencia de su orientación preferentemente ideográfica y procesual, posibilite un análisis que dé lugar a la obtención de conocimiento válido con suficiente potencia explicativa.

Los eventos de estudio no sólo están sometidos al movimiento y a las consideraciones físicas, sino que sufren de otra especie de movimiento por el cual se modifica en su naturaleza o intensidad esos eventos de estudio, en los cuales las cualidades actúan sobre nuestros sentidos y por esta razón se conocen en el ámbito filosófico y sociológico, como cualidades sensibles.

Las cualidades sensibles son indicadores que afectan al espíritu lo mismo que al cuerpo. Son, como expresa Aristóteles, una manera de ser que afecta a las cosas en sí mismas y de allí que al ser comparada con la cantidad, sea designada como un “accidente absoluto”.

Para Régis Jolivet (1967) las cualidades se dividen en dos grupos: cualidades primarias-cualidades secundarias y cualidades esenciales. Las cualidades primarias son aquellas que se refieren a la cantidad (la extensión, la figura o forma, el movimiento y la resistencia; las cualidades secundarias son el objeto de un sentido propio (color, luz, sonido, olor, sabor, color y cualidades táctiles, entre otros).

El movimiento no es propiamente una cualidad, sino que pertenecen, por reducción, a la categoría del lugar; la extensión por su parte se reduce a la cantidad. Las cualidades esenciales son las diversas maneras como puede ser accidentalmente modificado un sujeto, tendremos las cuatro especies de cualidades siguientes: Disposición o hábito. Maneras de ser que afectan a la misma naturaleza de un ser, ya espiritual, ya corporal; por su parte el hábito designa una cualidad más estable que la simple disposición; Potencia e impotencia. Cualidades que afectan al sujeto en cuanto es capaz de actividad; Cualidades posibles y pasiones. Cualidades que resultan de una alteración y las que causan la alteración; y la Figura y forma. Cualidades que determinan al sujeto desde el punto de vista de la cantidad.

El universo es, en primer lugar, para nosotros, un mundo cualitativo, y ningún filósofo ha negado jamás esta evidencia. Pero hay una interrogante que se han hecho durante años estos filósofos conocedores de la existencia cualitativa de nuestra percepción: ¿Poseen las cualidades toda la realidad que les atribuimos? Lo que muchos se han contestado es que existe la relatividad en la manera de percibir esas cualidades. Es decir, varían grandemente de un sujeto a otro.

Por otra parte, el mecanicismo plantea que los cambios cualitativos se reducen a simples modificaciones mecánicas de los cuerpos, es decir, a puros cambios en la disposición de los elementos que los componen.

Descartes, el cual definió la materia por la pura extensión geométrica, en el siglo XVII, las experiencias cualitativas y el cambio, no admitiendo otro principio que las modificaciones mecánicas de la extensión.

La problemática de la cualidad está en las tres formas o modos como es captada en el mundo real. Uno es el punto de vista relativista, en el cual las cualidades varían según el sujeto y objeto; otra, es la mecanicista, de la cual se expuso en el párrafo anterior, la cual aprecia la cualidad como el producto de modificaciones mecánicas del sujeto y objeto; y el punto de vista filosófico que estudia en las cualidades sus realidades objetivas, independientes de los sentidos.

Esto nos lleva a enfocar nuestro análisis al aspecto de la objetividad, condición deseada en la conquista de una exploración cualitativa, pero que, sin embargo, tiene sus críticas por parte de quienes argumentan que el mundo sensible es apariencia y requiere de datos comprobables y verificables para alcanzar cierto nivel objetivo en el tratamiento a un evento de estudio determinado.

El mecanicismo filosófico niega la objetividad de las cualidades primarias (extensión, figura y movimiento). En cuanto a la negación de la objetividad de las cualidades secundarias, ésta procede en razón de la valoración a extremo que se le da a la adquisición de conocimientos a través de los sentidos.

Al hacer investigación es necesario asumir una postura paradigmática, la cual parte de supuestos, premisas y postulados definidos por la comunidad científica, para hacer investigación, en una episteme determinada. Cada paradigma establece reglas que a su vez formulan vías de investigación que obedecen a sus premisas, supuestos, y postulados; esas vías que se desarrollan dentro de cada paradigma se les llamó métodos, y cuando en un paradigma epistémico se desarrollan varias vías alternativas o métodos para hacer investigación y son aceptadas por la comunidad científica, entonces estamos en presencia de la metodología propia de ese paradigma. Es por ello que el positivismo emplea como método el hipotético – deductivo, mientras que el materialismo dialéctico, emplea el método histórico – dialéctico.

Para Edelmira Castillo y Marta Lucía Vásquez, de la Escuela de Enfermería, Facultad de Salud, Universidad del Valle, Cali-Colombia, la calidad de la investigación es un aspecto fundamental que los investigadores permanentemente deben garantizar; la calidad de un estudio está determinada, en buena parte, por el rigor metodológico con que se realizó. Los estándares de calidad para los estudios cuantitativos están muy definidos y son conocidos universalmente pero este no es el caso para los estudios cualitativos. Sin embargo, existen algunos criterios que permiten evaluar el rigor y la calidad científica de los estudios cualitativos y sobre los cuales hay acuerdo parcial. Estos criterios son: la credibilidad, la auditabilidad o confirmabilidad y la transferibilidad o aplicabilidad. La credibilidad se logra cuando los hallazgos del estudio son reconocidos como «reales» o «verdaderos» por las personas que participaron en el estudio y por aquellas que han experimentado o estado en contacto con el fenómeno investigado. La confirmabilidad se refiere a la neutralidad de la interpretación o análisis de la información, que se logra cuando otro investigador puede seguir «la pista» al investigador original y llegar a hallazgos similares. La transferibilidad consiste en la posibilidad de transferir los resultados a otros contextos o grupos.

Por su parte, para Manuel González Ávila de la Facultad de Odontología de la Universidad de San Carlos de Guatemala, los retos de la investigación cualitativa registran varias maneras de concebir la investigación cualitativa. Algunos muestran inclinación a valorar diferentes aspectos de la investigación, ya sean los alcances de la indagación, los métodos o la epistemología. La contradicción entre los enfoques de investigación cualitativa y los convencionales no sólo se constituye en la contradicción metodológica, sino también aparece, en su carácter contradictorio, en el campo epistemológico. Es decir, que no sólo aparece en los instrumentos, sino en los procesos centrales que caracterizan la producción de conocimiento.

La epistemología cualitativa se apoya en principios que tienen importantes consecuencias metodológicas: 1. El conocimiento es una producción constructiva e interpretativa, no es una suma de hechos definidos por constataciones inmediatas del momento empírico, en donde la interpretación es un proceso diferenciado que da sentido a las manifestaciones de lo estudiado y las vincula como momentos particulares del proceso general orientado a la construcción teórica del sujeto individual o social; 2. El proceso de producción de conocimiento en la psicología y las ciencias sociales es interactivo. Las relaciones entre el investigador y el investigado en el contexto dado son condición para el desarrollo de las investigaciones en las ciencias humanas. La consideración de la interacción en la producción de conocimientos otorga valor especial a los diálogos que en ella se desarrollan, y en los cuales los sujetos se implican emocionalmente y comprometen su reflexión en un proceso que produce información de gran significado para la investigación; y 3. La significación de la singularidad tiene un nivel legítimo en la producción de conocimiento. El conocimiento científico desde la investigación cualitativa no se legitima por la cantidad de sujetos estudiados, sino por la cualidad de su expresión. La expresión individual del sujeto adquiere significación conforme al lugar que puede tener en un determinado momento para la producción de ideas por parte del investigador. El número de casos a considerar en una investigación tiene que ver, ante todo, con las necesidades de información, la cual se va definiendo en razón de lo que a juicio del investigador tiene relevancia y relación con su objeto de estudio.

La investigación científica persigue como fines: conocer la realidad social; desarrollar conocimientos científicos; proponer propuestas para enfrentar los profundos cambios sociales; describir y explicar el conjunto de errores, mitos y supersticiones que impiden conocer más rápidamente los componentes del conocimiento científico; y responder a las preguntas planteadas y/o generadas de los avances investigativos en las diversas áreas de estudio.

En el ámbito educativo su fin es aprender el cambio. La importancia de la investigación radica en que es una vía de acceso a la realidad, un servicio útil. Ayuda a desarrollar respuestas a los cambios sociales actuales. Ella misma ha generado cambios que inciden en algunas instituciones acercando el quehacer universitario a la práctica educativa que se realiza en nuestra realidad social.

El investigador al tener un objeto de estudio lo primero que hace es acercase a la realidad; en el caso de la investigación educativa, área que compete a todos los educadores y a la que se está pidiendo respuestas nuevas para enfrentar los profundos cambios sociales que están transformando el mundo, el abordaje de la investigación debe tomar en cuenta un punto de vista estructural que parta de tres elementos fundamentales: el tema, los objetivos, los actores y los métodos a utilizar.

El tema nos indica la necesidad de estar inmerso en una línea de investigación específica que permita crear espacios para construir el conocimiento que de valor a nuestras propias vidas y a las vidas de los demás. Las diferentes temáticas que confluyen en el desarrollo de las investigaciones han de acercarse a la realidad interrogándola críticamente, reconociendo al mismo tiempo que la sociedad es compleja, y las soluciones simples no constituye un aporte a los problemas planteados; por lo tanto la base teórica de las investigaciones también debe valorarse conceptualmente para que las ideas puedan fluir y circular entre los diferentes grupos de investigadores y educadores, permitiendo que se aprenda a formular adecuadamente el problema y se expliquen sus antecedentes bajo formulas de interrogantes, marco referencial teórico; los objetivos de la investigación constituyen el primer paso para una formulación adecuada de la investigación.

El propósito de la investigación presupone el planteamiento de un objeto de estudio transformado, en razón de objetivos de abordaje investigativo que expresan los límites del problema y orienten el desarrollo de la investigación precisando las posibilidades reales que hay para lograrlos según los recursos y el tiempo disponible.

Los objetivos son los tipos de conocimientos que se pretenden alcanzar; en el campo de la investigación esta orientación de los objetivos se pueden agrupar en dos grandes grupos: Los objetivos que tienen como objeto de investigación al orientado; y los objetivos que tienen como objeto la propia acción orientadora.

Por otra parte, están los actores, los cuales son las personas que están involucradas en la investigación, siendo el sujeto el que realiza la actividad, es decir, el investigador. La participación social no siempre es fácil de lograr, puesto que las personas no sienten una necesidad innata por participar, ni tampoco existen fórmulas y técnicas preestablecidas transferibles automáticamente para generar una participación creativa. La tarea del investigador es motivar que las personas se involucren y así tejer mutuamente el cambio.

En cuanto a los métodos, estos son procedimientos que guían la recogida y análisis de datos con el fin de aportar información de utilidad para resolver mejor los problemas y cubrir los objetivos formulados.

Los métodos de investigación más conocidos en la investigación educativa tienen su aplicación en la orientación educativa. Estos son: el método histórico comparativo; los métodos cuantitativos; y los métodos cualitativos. Acerca de éstos últimos métodos, los cualitativos, ahondaremos con mayor precisión en el próximo punto.

Estructurando una reflexión epistemológica sobre el tema, valga la interrogante de Lupicinio Iñiguez que bien marca un inicio concreto en la concepción de “utilidad investigativa” de los métodos cualitativos: ¿De qué hablamos cuando decimos metodología cualitativa? Precisiones sobre el sentido de los términos metodología, método y técnica. Por metodología se entiende la aproximación general al estudio de un objeto o proceso, es decir, el conjunto de medios teóricos, conceptuales y técnicos que una disciplina desarrolla para la obtención de sus fines. Por método, los caminos específicos que permiten acceder al análisis de los distintos objetos que se pretenden investigar. El método engloba todas las operaciones y actividades que, regidas por normas específicas, posibilitan el conocimiento de los procesos sociales. Finalmente, por técnicas se entiende los procedimientos específicos de recogida de información.

Los métodos cualitativos tienen que ver con la emergencia de las perspectivas y del tipo de teorías. En ellas se muestran más adecuados todos aquellos instrumentos analíticos que descansan en la interpretación. En efecto, estos procedimientos se adecuan perfectamente al buscar la comprensión de los procesos sociales, más que su predicción, o si se prefiere, al buscar dar cuenta de la realidad social, comprender cuál es su naturaleza, más que explicarla. En buena medida, al ubicar el debate en estos parámetros, pierden fuerza las críticas estereotipadas, y con frecuencia poco fundamentadas, que la investigación cualitativa recibe en términos de falta de objetividad, falta de validez, trivialidad o relativismo.

Esto nos lleva a considerar otra interrogante, la planteada por Miguel Martínez M. en el marco inicial de su trabajo “El paradigma emergente”, la cuál es su postura ante los tópicos que tocan el escenario investigativo de los métodos cualitativos: ¿puede existir una ciencia que no se base exclusivamente ni preponderantemente en la medición, una comprensión de la realidad que incluya tanto la calidad y las relaciones de las cosas percibidas como la experiencia de ellas y que pese a ello, pueda ser llamada científica? Su respuesta es inmediata: Esta comprensión es posible. La ciencia no tiene que estar limitada forzosamente a mediciones y análisis cuantitativos. Debemos de considerar científicamente cualquier manera de abordar el conocimiento siempre que satisfaga dos condiciones: que el conocimiento se base en observaciones sistemáticas y que se exprese organizadamente desde el punto de vista de modelos coherentes, aunque sean limitados y aproximativos.

La percepción de Martínez M., es que hay cause fructífero para develar en el ámbito cualitativos inmensos escenarios de producción científica que bien pueden estar equiparados con las conclusiones de los estudios más rigurosos en el ámbito cuantitativo. Es un tiempo, no de un cambio de paradigma, sino del reconocimiento de un nuevo paradigma que fundamente la profundización y la retórica de lo cualitativo, como una propuesta fehaciente de veracidad y verdad. Pero para comprender mejor lo expresado por Martínez M., él revisa el planteamiento de Thomas S. Kuhn, en su búsqueda por definir los paradigmas. Según Kuhn: “El estudio de los paradigmas,…es lo que prepara al estudiante para entran a formar parte como miembro de la comunidad científica particular con la que trabajará más tarde. Debido a que se reúne con hombres que aprenden las bases de su campo científico a partir de los mismos modelos concretos, su práctica subsiguiente raramente despertará desacuerdos sobre los fundamentos claramente expresados. Los hombres cuya investigación se basa en paradigmas compartidos están sujetos a las mismas reglas y normas para la práctica científica. Este compromiso y el consentimiento aparente que provoca son requisitos previos para la ciencia normal, es decir, para la génesis y la continuación de una tradición particular de la investigación científica.”

Los paradigmas, en un sentido más concreto, vienen de las distintas formas en que se despliega la episteme; por ésta ha de entenderse un modo de vida producido por un sistema de relaciones económicas, sociales y humanas, que abarcan un período precisable en el tiempo. De esta manera, y tal como nos lo dice Miguel Martínez M., las respuestas que el hombre persigue están condicionadas por la episteme, que viene a ser entonces el cauce por el cual circula todo proceso y acto de conocimiento, y aunque su régimen es duro y rígido, es flexible en la multiplicidad de formas en que se manifiestan los procesos y productos cognoscitivos.

Los paradigmas nos muestran la diversidad de formas de conocer una época y cada paradigma constituye un modo común, fuera del cual no es posible conocer más allá que otros paradigmas o puntos de vistas científicos. La presencia de paradigmas nos justifica la existencia de criterios “posibles” para la estructuración, supervisión y control de una organización, ya sea social, política, económica, administrativa o cultural.

En este contexto la investigación cualitativa proporciona una descripción verbal o explicación de los fenómenos, su esencia, naturaleza, comportamiento, en contraste con la exposición ofrecida en la investigación cuantitativa que se circunscriben a cifras. La investigación cualitativa es corriente en las ciencias humanas, mientras que en las ciencias naturales la tendencia es a favor del enfoque cuantitativo. No obstante, y esto lo deja claro Martínez M., muchos fenómenos pueden ser estudiados con cualquiera de ambos métodos, o con ambos, y es al investigador a quien corresponde elegir. A veces el análisis puede estar basado en un modelo teórico anterior que tal vez pueda ser tratado en una hipótesis que pongamos a prueba. La presencia o ausencia de tal modelo afecta en gran medida al proceso lógico de análisis. A este respecto hay tres alternativas principales: investigación exploratoria, investigación con miras a la ampliación o depuración de un modelo anterior, e Investigación para probar hipótesis (escasa en investigación cualitativa).

El objetivo de cualquier ciencia es adquirir conocimientos y la elección del método adecuado que nos permita conocer la realidad es por tanto fundamental. El problema surge al aceptar como ciertos los conocimientos erróneos o viceversa.

Los métodos inductivos y deductivos tienen objetivos diferentes y podrían ser resumidos como desarrollo de la teoría y análisis de la teoría respectivamente. Los métodos inductivos están generalmente asociados con la investigación cualitativa mientras que el método deductivo está asociado frecuentemente con la investigación cuantitativa.

Los científicos sociales enfrentan en la actualidad problemas epistemológicos y metodológicos que tienen que ver con el poder y la ética en la generación de datos así como con la validez externa de los mismos. La investigación cuantitativa se ha caracterizado por recoger y analizar datos cuantitativos sobre variables. La investigación cualitativa evita la cuantificación. Los investigadores cualitativos hacen registros narrativos de los fenómenos que son estudiados mediante técnicas como la observación participante y las entrevistas no estructuradas o en profundidad. La diferencia fundamental entre ambas metodologías es que la cuantitativa estudia la asociación o relación entre variables cuantificadas y la cualitativa lo hace en contextos estructurales y situacionales.

La investigación cualitativa trata de identificar la naturaleza profunda de las realidades, su sistema de relaciones, su estructura dinámica. La investigación cuantitativa trata de determinar la fuerza de asociación o correlación entre variables, la generalización y objetivación de los resultados a través de una muestra para hacer inferencia a una población de la cual toda muestra procede. Tras el estudio de la asociación o correlación pretende, a su vez, hacer inferencia causal que explique por qué las cosas suceden o no de una forma determinada.

Si bien Martínez M. aborda otros temas de suma emergencia en el ámbito metodológico, no es menos cierto que su gran aporte es responder la viabilidad del enfoque cualitativo en la cultura científica, sin menospreciar lo hasta ahora existente como veracidad y verdad desde el campo cuantitativo, pero sí haciendo ver que la investigación puede ser asumida desde diferentes frentes, pero que la sistematicidad y la coherencia en el manejo de ideas y pensamiento, tiene que ser una constante a la hora de pensar científicamente un tema.

Para Miguel Martínez Miguéles, cada disciplina deberá hacer una revisión, una reformulación o una redefinición de sus propias estructuras lógicas individuales, que fueron establecidas aislada e independientemente del sistema total con que interactúan, ya que sus conclusiones, en la medida en que hayan cortado los lazos de interconexión con el sistema global de que forman parte, serán parcial o totalmente inconsistentes. En este sentido, las diferentes disciplinas deberán buscar y seguir los principios de inteligibilidad que se derivan de una racionalidad más respetuosa de los diversos aspectos del pensamiento, una racionalidad múltiple que, a su vez, es engendrada por un paradigma de la complejidad.

El pensar, esgrime Martínez M., cambia en gran medida nuestra apreciación y conceptualización de la realidad. Nuestra mente no sigue sólo una vía causal, lineal, unidireccional, sino, también, y, a veces, sobre todo, un enfoque modular, estructural, dialéctico, gestáltico, interdisciplinario, donde todo afecta e interactúa con todo, donde cada elemento no sólo se define por lo que es o representa en sí mismo, sino, y especialmente, por su red de relaciones con todos los demás.

El denominado paradigma emergente no es más que la nueva concepción de la ”objetividad científica», basada en una renovada teoría de la racionalidad, que ayuda a superar las antinomias descritas anteriormente y que pone de relieve el carácter complementario, interdisciplinario y no contradictorio de las ciencias experimentales, que crean y manipulan sus objetos, y las ciencias humanas, que tienen como problema la descripción del sentido que descubren en las realidades.

El objetivo del nuevo paradigma, expresa con claridad Martínez M., será lograr un todo integrado, coherente y lógico, que nos ofrezca una elevada «satisfacción intelectual», que es el criterio y meta última de toda «validación». La tendencia al orden en los sistemas abiertos supera el carácter simplista de la explicación causal lineal y unidireccional y la ley de la entropía, establecida por el segundo principio de la termodinámica, y pone ante el hecho cotidiano de la emergencia de lo nuevo y de lo imprevisto, como fuentes de nueva coherencia.

Por otra parte, la ontología sistémica y su consiguiente metodología interdisciplinaria cambian radicalmente la conceptualización de toda entidad. El conocimiento personal supera la imagen simplista que tenían los antiguos y la misma orientación positivista de un proceso tan complejo como es el proceso cognoscitivo, y resalta la dialéctica que se da entre el objeto y el sujeto y, sobre todo, el papel decisivo que juegan la cultura, la ideología y los valores del sujeto en la conceptualización y teorización de las realidades complejas.

La meta-comunicación y la auto-referencia, esgrime Martínez M., coloca al frente una riqueza del espíritu humano que parecen ilimitados por su capacidad crítica y cuestionadora, aun de sus propias bases y fundamentos, por su poder creador, por su habilidad para ascender a un segundo y tercer nivel de conocimiento y por su aptitud para comunicar a sus semejantes el fruto de ese conocimiento.

Finalmente expresa Martínez M.: “Lo más claro que emerge de todo este panorama es que el término ciencia debe ser revisado. Si lo seguimos usando en su sentido tradicional restringido de comprobación empírica, tendremos que concluir que esa ciencia nos sirve muy poco en el estudio de un gran volumen de realidades que hoy constituyen nuestro mundo. Pero si queremos abarcar ese amplio panorama de intereses, ese vasto radio de lo cognoscible, entonces tenemos que extender el concepto de ciencia, y también de su lógica, hasta comprender todo lo que nuestra mente logra a través de un procedimiento riguroso, sistemático y crítico, y que, a su vez, es consciente de los postulados que asume.”

Los métodos cualitativos consideran de manera preeminente las siguientes características: un cambio en la sensibilidad investigadora, en la cual la adopción de los métodos cualitativos va acompañada de un cambio de sensibilidad en la investigación; dicho cambio de sensibilidad se articularía en cuatro diferentes dimensiones: la dimensión histórica, la cultural, la política y la contextual; la investigación guiada teóricamente en donde el uso de los distintos métodos asume legitimidad desde su propia puesta en práctica. Conociendo y comprendiendo un proceso social, un problema social o una intervención, por encima de la definición misma del proceso. El proceso de investigación debe estar guiado por la teoría que proporciona un conjunto de herramientas capaces de ayudar a conceptualizar los procesos o los objetos que se aspiran analizar; y la participación: el continuo participación directa-participación indirecta, en donde por participación se entiende una modalidad de la toma de decisiones, la cual se identifica como una de las dimensiones del liderazgo en las dinámicas sociales y grupales. Los métodos cualitativos están en mejores condiciones para insertarse en las formas de acción colectivas, para involucrar a las poblaciones implicadas en este tipo de procesos y para respetar la autonomía en la toma de decisiones de su propia praxis. Precisamente en el marco de esta visión de participación y toma de decisiones, se ubica nuestro último punto, gravitando las ideas en razón del papel de lo cualitativo en el proceso de globalización y educación que domina el mundo contemporáneo, en especial la realidad sociopolítica venezolana.

La globalización es una realidad inexorable y es por ello que no debemos cerrarnos a los avances que trae consigo, en contraste debemos unirnos a esta realidad preparándonos concientemente y con fines positivos.

Venezuela debe asumir la globalización como el gran desafío del presente y del futuro, en un sentido amplio que va más allá de la acción coherente en el campo técnico de la macroeconomía, y toca los aspectos más complejos de la reforma educativa, y la reforma social así como la reforma de las Instituciones Públicas.

Una revolución cultural que significa no eliminación total de nuestra forma de vida y cultural autóctonas, sino en el sentido de una modificación en la forma de pensar y de actuar de las personas conservando su pasado cultural, ético aunque no podemos negar que ver la globalización como esa ruptura de esas barreras informativas que en décadas pasadas existían trae consecuencia tanto positivas como negativas es aquí donde se debe plantear la orientación educativa para el buen uso del conocimiento.

La realización de un escenario placentero y competitivo no depende de potencias extranjeras en totalidad, ni de dioses económicos o héroes de libertad específicos, sino que es un reto de todos los venezolanos, en el que el rol cultural, la transformación de la cultura, de lo que piensan los niños y las madres y la gente de la calle, es el único camino hacia el progreso, y de allí el rol básico de la educación. Nunca como antes la educación había tenido que responder al doble reto de preparar a los jóvenes para que se reconozca en las virtudes de una sociedad y para que puedan enfrentar un futuro difícil, cambiante e inmensamente desconocido.

En este contexto de la globalización, la falta de una educación de calidad es una apuesta segura a marginalización como individuos y como sociedad.

¿Qué esta haciendo hoy Venezuela para preparase y poder aprovechar el potencial del conocimiento humano en su desarrollo económico y social? ¿está promoviendo una educación y una cultura para la creatividad, la disciplina y el trabajo? ¿deseamos superar las malas tareas de ineficiencia, poca calidad y mala orientación de su sistema educativo?

Al respecto puede decirse que sí se esta tomando en cuenta sólo que es necesario hacer un esfuerzo mayor con visión futura para nuestro país con el mismo compromiso que los creadores de nuestra democracia contemporánea. Solo así evitaremos condenar a nuestros hijos ante una era de inmensas oportunidades y riegos.

La educación ha de entenderse en los nuevos tiempos como la expresión condensada de identidad nacional y sapiencia, construyendo un “ser social” que reconozca su localidad y pueda extraer de ella los elementos necesarios para crear un punto de vista universal que nos proyecte como sociedad y como educadores.

Está prohibido dejar de pensar. Es necesario construir un marco conceptual que nos identifique como pensadores y que evidencia, parafraseando a Neruda, la confidencia de que hemos vivido.

Antes que nada tenemos que contestarnos: ¿Qué significa educar, en medio de la aguda y dolorosa transformación que esta viviendo nuestra sociedad latinoamericana en esta primera década del siglo XXI? Cuando nuestro continente tiene tasa de natalidad más alta del mundo y la mitad de su población total es menor de 19 años de edad y cuando, a la vez se cuentan por millones sus alfabetos adultos: ¿Qué entendemos por educación? Paulo Freire nos contesta diciendo que la educación verdadera es: “Praxis, reflexión y acción del hombre para transformarlo”.

Cuando se refiere a transformarlo es transformar la sociedad la cual nos preguntamos deben ser los educadores, sin embargo, los protagonistas principales de su propia dignificación y del cambio educativo y para ello deben transformar profundamente el rol que desempeña. Ya no se puede percibir como cuidadores de niños y jóvenes mientras sus padres trabajan, sino como educadores sólidamente formados que entiendan que su misión primordial es estimular el aprendizaje y formación de sus alumnos y que el fracaso si la sociedad actualmente percibe a los maestros como problema, ellos deben demostrar con su práctica que más que problema son la solución posible.

Esto va a suponer en los docentes grandes esfuerzos de formación, también de educación y aprendizaje, de tirar por la borda muchas rutinas, privilegios y modos de entender y vivir la docencia, atesorados por años.

En el medio educativo se viene hablando con creciente insistencia de la necesidad de mejorar la calidad, pues hay consenso generalizado de que la educación no responde a las necesidades del país, mucho menos a sus aspiraciones.

La educación en todos los niveles se dice y se repite que esta colapsada, anda por un lado y el país por otro; a fracasado, es un “fraude” no solo son alarmantes los niveles de deserción y repitencia, sino que los que logran culminar el proceso educativo lo hacen sin la formación que se esperaría de ellos.

Dicho de una forma tajante, el sistema educativo no es capaz de retener a la mayoría de los alumnos y cuando lo hacen los preparan mal, tanto en el nivel de la debida instrucción, como en la deformación de su personalidad. La educación venezolana ha venido en un gigantesco fraude con respecto a las expectativas que el país ha colocado en ella en cuánto a instrumentos de democratización, progreso y modernización de la sociedad.

Apenas un tercio de los alumnos que ingresan a primer grado logran culminar su educación básica, limitándose grandemente a los incluidos del sistema educativo escolar su participación futura en la vida ciudadana y en el campo laboral. La propuesta de educación de calidad implica la superación definitiva de las actuales escuelas, centradas en el docente y en el programa, alejadas de la vida, del trabajo y de la gente, para empezar a imaginar y construir centro educativos de calidad donde viva y construya una genuina democracia, sean lugares de producción integral, de expresión y celebración de la vida y también espacio para la formación permanente de los docentes.

Esta formación no puede aislarse del punto de vista cualitativo; porque se hace muy fácil apreciar la realidad del proceso educativo desde la óptica inmóvil de abstracta de las estadísticas; se tiene que ir a lo profundo del problema social, a la raíz de sus valores, de sus expectativas. Y es sólo con una metodología que estimule la búsqueda de elementos sensibles y cualificables, que se puede hacer referencia de los verdaderos problemas de una sociedad.

La metodología cualitativa, en su relación con el proceso educativo, es apreciada como estrategia de investigación fundamentada en la descripción contextual del hecho educativo, garantizando la máxima objetividad en la captación de la realidad, siempre compleja, y preservando la espontánea continuidad temporal que le es inherente.

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