Opinión Nacional

Cuando había democracia

Estamos hablando de DEMOCRACIA y muy poco hablamos de sus hombres, que mal, bien o regular, han sido protagonistas de ella. Para una, que  ha tenido la suerte  de conocerlos a todos y hoy puede contarlo, es justo traerlos a estas líneas y compartir. Yo crecí entre ellos. Desde pequeña, cuando Alejandro Oropeza Castillo entró a mi vida, la política llegó  con él. Así aprendí a valorarla con la lucha contra la dictadura. Ya a los cuatro años sentimos su peso cuando con la muerte de Juan Vicente Gómez veíamos desde la ventana de nuestra casa en El Conde a la gente cantando, abrazándose en las calles, llevar en los brazos  muebles y cuadros de saqueos , llantos y consignas. Muy poco después, con papá, llegó Rómulo Betancourt. A nuestro alrededor, los hombres de la democracia se movían en figuras útiles, importantes. Andres Eloy, Rómulo Gallegos, Perez Alfonzo, Luis Beltrán Jóvito Villalba, Gustavo Machado, Miguel Otero Silva, Valmore Rodríguez, Raul Leoni , Ramón Velázquez, y un etc.. Respetable e inolvidable en el quehacer político.

El exilio en Costa Rica y México, compartido entre sacrificios y trabajo, y esa lejanía forzada de la Venezuela  añorada. Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins, Carlos Andrés , Ramón Velázquez, Rafael Caldera. Los Presidentes de la Democracia. Y Hugo Chávez reescribiendo la historia con un intento de golpe de Estado y de asesinato al Presidente Constitucional. Un cambio de rumbo sangriento y lastimoso y un pueblo inmaduro, cansado de  promesas incumplidas, sin confianza, sin destino claro.

«La democracia no es inmutable, pero si inviolable”. Palabras de Raúl Leoni a los diez años de la Constitución del 61. Con Rómulo y Raúl compartimos ese exilio, Menca y Carmen. Llegarían a la Presidencia tras la dictadura militar, ellas a la casa presidencial a asumir esa posición tan poco valorada por nosotros. Los políticos se preparan en su camino, se codean con mandatarios y otros líderes, aprenden. Las esposas siguen en ese rol de compañeras, madres, amas de casa casi siempre en escasez y sacrificios. Ellos son halagados, reverenciados, ellas  aceptadas. 

La dura época de las dictaduras militares en el Continente convulso, amenazas y peligros para una democracia petrolera. Rafael Caldera, Carlos Andrés. Personalidades recias, estilos distintos. Luis Herrera, llanero, cordial, honesto. Ramón Velázquez, convocado por la misma Democracia en un momento difícil,  arduo, tomaba las riendas de un país desconcertado, inseguro, que se exponía a sí mismo  y tuvo la suerte de contar con aquel  hombre que conocía desde adentro el espíritu de Venezuela. Carlos Andres y Caldera vuelven. A ambos los toca la sombra oculta del destino. Tras el “Caracazo” trabajan ya las rapiñas, lo denuncian los militares, y el Presidente no lo cree.

La democracia todavía  tiene la candidez  del hombre libre. Un “por ahora” golpista crea la expectativa que  condenaría a la Democracia a sufrir la más  dura pesadilla de su corta vida. Rafael Caldera  se inmola también por ella. El “golpe” se sublimiza y ahoga la libertad. Pero Venezuela  cuando no la tiene, está luchando por tenerla. Y en eso estamos!

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