Opinión Nacional

Cuando los cristales se rompan

Comentaba hace poco con un colega profesor de aquilatada experiencia y afilada pluma, quien dudaba sobre la pertinencia de escribir y plasmar unas ideas en medio de posiciones que día a día parecen alejarse más, que concientes de la intolerancia y de la tensión existente, el debate era necesario, ya que el silencio representa precisamente la opción de quien huérfano de argumentos, prefiere el grito o el cabillazo.

Para quien asuma la tarea de analizar la actual situación del país, y particularmente quienes lo hagan desde la cátedra o en su condición profesional o universitaria, la lectura superficial y parcial de la realidad debe dar paso al estudio de todos los factores, de todos los puntos de vista, sustentados en argumentos coherentes o de peso, a fin de arribar a una síntesis apreciativa, o a una percepción propia y personal, esté o no alineada con tal o cual matriz de opinión, o con tal o cual auditorio.

Esto viene a cuento, sobre todo en momentos en los que el clima político del país ha llegado a un punto sobre el que meses, días, u horas atrás jamás hubiésemos imaginado que aterrizaríamos. El asombro marca un límite perfectamente móvil y difuso en el territorio de la angustia nacional. La incredulidad sobre lo mal que estábamos y lo peor que podemos seguir estando ha devenido ya pieza vital de la desesperanza cotidiana.

La realidad parece haber superado y desbordado hace ya rato no sólo a los vestigios de lo que queda de gobierno, sino a una dirigencia opositora que aún no logra sintonizar cabalmente con el sentimiento y las aspiraciones de la población.

La ridiculez que gotea la frase que desde el gobierno y sus seguidores califica de golpistas a todos los que adversan la (indi)gestión chavista, parece colarse también entre las grietas que pueda exhibir la oposición agrupada alrededor de la Coordinadora Democrática, al momento de diseñar estrategias que superen el marchismo y el caceroleo, y a la hora de comprender el momento político que vive la nación, y la actitud que la población demanda de su dirigencia.

Achacar todos los males económicos y fiscales del país al paro cívico nacional, constituye una apreciación rayana en el simplismo de olvidar la precaria situación de las finanzas públicas y de los principales indicadores macroeconómicos y sociales, ante la patente ausencia de políticas y medidas efectivas para restablecer la salud económica del aparato productivo.

Pese a que el respeto a los valores democráticos sustenta el discurso que defiende la necesidad de una salida pacífica e institucional en el terreno electoral, es precisamente la fragilidad institucional y la inexistencia en la actual coyuntura de cualquier rastro de autoridad, de justicia, de independencia o de estado de derecho son elementos que alimentan, en la conciencia de muchos, la inevitabilidad de una salida violenta o cruenta a la actual crisis.

¿Existe gobierno actualmente en el país? La respuesta, aunque obvia para muchos, plantea la constatación de la parálisis de cualquier decisión, transacción o negociación en cualquier instancia de la vida nacional, y de la sensación de caos que parece invadir los espacios urbanos de las ciudades.

A raíz de los lamentables atentados a las sedes diplomáticas en nuestro país de España y Colombia, la mirada mediática y colectiva señala a la incendiaria retórica presidencial, como el innegable carbón principal en el achicharramiento institucional del país, a causa de un fuego revolucionario no más metafórico.

Considero, sin embargo, que la violencia puede asumir diversas formas y modalidades, muchas veces más inflamantes y peligrosas que la desgastada perorata presidencial. El que un juez de la República no sólo carezca de las credenciales necesarias sino que posea antecedentes penales; que la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo se hayan convertido en meras abstracciones virtuales y entelequias organizativas; que la demagogia siga siendo utilizada como principal recurso político; que se utilice el mecanismo del control cambiario para asfixiar a la “oligarquía empresarial venezolana” mientras colocamos en bandeja de plata recursos gasíferos y petroleros a empresas extranjeras; que se desarme y se masacre impunemente a funcionarios de la PM por parte de funcionarios policiales y civiles afectos al gobierno, y que se desmantele por caprichos ideológicos y delirios autocráticos pseudosocialistas a la principal empresa del país, constituyen hechos de una larga lista que en sí mismos, irradian mucha más violencia de que emana de la diarrea verbal dominical de Aló Presidente.

A quien sostiene el argumento de que este es un gobierno que defiende a os pobres, solo hay que mostrarle las cifras de pobreza, de miseria, hambre y desempleo que exhibe como éxito la “revolución”. El absurdo discurso anticapitalista, antiimperialista y antiempresarial que sobresale de la merengada ideológica del gobierno, es la principal causa de la incompetencia exhibida para reducir y combatir la exclusión social, y para entender que el crecimiento, la inversión y el empleo no se decretan.

Así como el proceso de construcción de un proyecto de país, de reestructuración económica e institucional y de la búsqueda de consensos es inviable, imposible e irrealizable mientras Hugo Chávez esté en el poder, la pretensión de gobernar sin tomar en cuenta las necesidades y lo que los sectores excluidos y empobrecidos tengan que decir constituye un aspecto que evidenciaría una errónea lectura del futuro por hacer.

El coro de una famosa canción del salsoso dúo de Rubén Blades y Willie Colón en pleno furor de La Fania a finales de los 70, rezaba: “todo es según el color, del cristal con que se mira…”
Cuando los cristales se ensucian, o se empañan, por el extremismo o el fanatismo ideológico, la realidad se reduce nada más a lo que queremos ver. Ante el estallido de una bomba, la muerte o la destrucción como único recurso de negociación política, cualquier idea de futuro o de esperanza se desvanece. No quedara nada más que hacer, no habrá ni vencedores ni vencidos, cuando los cristales se rompan.

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