Opinión Nacional

Cuando los pobres se superan

Después de la publicación del artículo donde les conté sobre (%=Link(«http://tintaindeleble.blogspot.com/2005/06/la-enfermedad-de-mi-amigo-laureano.html»,»la enfermedad de Laureano Márquez»)%) la Cantv me cortó el teléfono dejándome sin Internet por más de una semana. Esto no se los había contado, pero se los cuento ahora para que sepan lo que me toca aguantar con tal de mantenerlos informados ya que supongo que ese corte ocurrió a petición de aquellos que me acusaron, injustamente, de usar a Laureano como pretexto para burlarme de Hugo Chávez. ¿Yooooo, burlarme de Chávez? ¡Qué va! Ni en sueños me burlo del presidente, y mucho menos utilizando a un hombre inteligente para disimular semejante agravio. Menos mal que -por ahora- todavía existen los cyber café por si me vuelven a cortar el teléfono y, en última instancia, está la casa de los amigos para colocar en Internet estas variaciones sobre un mismo tema. ¡Cómo duele el humor! ¡Ay, cómo duele!
La noticia que les traigo esta vez es increíble: ¡conocí a un pobre! Sí, a uno de verdad verdad, de carne y hueso, de los mismitos que habla Chávez, pero… éste es inteligente y culto. Bueno, nadie es perfecto. Solito aprendió inglés, francés y conoce bastante el alemán. Escribe perfectamente el español y ahora va a aprender japonés. No contento con eso es fan de Nietzsche (no confundir con niche) ¡Todo un fenómeno este pobre! Lo peor es que tiene 22 añitos recién cumplidos y hace poco le otorgaron su título universitario en nuestra máxima casa de estudios: ¡UU UCV! El chico se alzó con el segundo lugar de la promoción, aunque por un error no se lo reconocieron públicamente, pero la facultad le entregó la constancia de ser el segundo, como JVR. Como verán, el asunto es de suma gravedad porque si los pobres se superan estamos perdidos. Ya con uno tenemos bastante, aunque ese es “de una ignorancia delirante”, como dijo Arturo Uslar Pietri.

Comprendan lo fastidioso que es tratar con estos genios prematuros que siempre quieren saber más que uno, y si es pobre peor porque a los genios ricos uno los digiere mejor. Con éste tuve la suerte de que resultó amable conmigo, porque al resto del mundo lo mira por encima del hombro. No sé qué vio en mí que le agradé, el caso es que, civilizadamente, hemos podido tomar el té de las cinco con galletitas porque, ante tal derroche de inteligencia, no me quedó otra que tratarlo de igual a igual.

Eso sí, mi teoría quedó comprobada: los pobres son torpes. Ya verán porque lo digo.

Como el infortunado me cayó bien, de corazón le aconsejé que no se graduara. Le propuse que en el último semestre aplazara todas las materias o no entregara la tesis de grado de manera que, posponiendo y posponiendo, terminara graduándose a los 35 años, edad razonable en tiempos de revolución donde la inteligencia, la cultura y la superación no interesan sino cuán afecto se es al régimen, con algunas honrosas excepciones. Le supliqué que se fijara en las personas que tienen altos cargos en el gobierno chavista, de manera que me mostrara al menos diez que, como él, se graduaron jóvenes y con altas calificaciones. ¡No los hay! Todo lo contrario: la mayoría de los altos funcionarios de la revolución se graduaron mucho después de los 30 en aquella facultad donde las materias le resultaron más fáciles, logrando finalizar sus estudios con muy bajas notas, después de haber pasado por varias carreras donde demostraron su incapacidad.

Que yo sepa, en este gobierno ninguno es Doctor, aunque ellos ni se enteran, para qué si ya son `personalidades´, condición que en Venezuela, desde tiempos inmemoriales, se adquiere -y nunca se pierde- sólo con alcanzar un alto cargo oficial en el gobierno de turno. Si no me creen fíjense en los ex ministros, ex embajadores y demás ex de la IV República que, a pesar de haber perdido el poder de aquellos años dorados, todavía tienen privilegios y pretenden que les sigan colocando la red carpet por donde quiera que pisan. Esos tíos siguen tan soberbios como en aquellos días de poder, y nada más insoportable que una persona que no puede vivir sin que lo adulen.

Mi amigo pobre, a pesar de que aceptó que yo tenía razón, siguió decidido en no posponer su graduación y, en medio de mi impotencia ante semejante torpeza, el pasado julio logró su objetivo.

Como ya el mal está hecho, le pregunté:
– ¿Quién le va a dar trabajo a un chaval que es superior, profesional e intelectualmente, a los que mandan?
Se empeñó en que a él sí le darían trabajo.

¡Eso está por verse!
Si este muchacho no fuera de origen humilde ya se hubiera bajado de esa nube para dedicarse a trabajar en una misión bolivariana con miras a obtener pronto un ministerio o una embajada, pero a los pobres les gusta soñar, y esa es su torpeza. Creen excesivamente en la buena fe de los demás, por eso el ex presidente Rafael Caldera los engañaba con aquello de las 100.000 casitas por año y los adecos los compraban con latas de zinc para darle “confort” al rancho. Ha pasado el tiempo, este gobierno los engaña igual que los anteriores y ellos no aprenden. La torpeza es lo único que tardan en superar y, aun los más inteligentes, son lentos. Con mi amigo pobre se comprueba la teoría de que ellos son torpes.

Ahora, ya graduado y en la cumbre del desacierto, planifica un post grado en Venezuela y terminar un doctorado en el exterior antes de cumplir los 30 años, amen de dominar perfectamente, para entonces, seis idiomas y estudiar otra carrera. ¡Ingenua yo que los creía conformistas!
Como verán, este pobre en Venezuela no tiene ningún futuro. La madre -tan humilde y cándida como él- se gastó un dineral para el gran día del grado: linda ropa para su hijo, traje de estreno para ella, lazos de raso blanco en la cabeza de las dos hermanitas y cartera de lentejuelas para la abuelita. Ese día hubo fiesta en el barrio porque es el primer pobre de 22 años que obtiene un título universitario. A pesar de que me invitaron me negué a asistir al supremo evento de la belleza… digo, pobreza.

Que conste que este chico jamás recibió una beca ni de este gobierno ni de los de la IV, porque en este país las becas se otorgan -casi siempre- a los amigos y a los incondicionales, incluso a los que, por razones económicas, menos las necesitan. Los pobres, cuando llegan, lo hacen con su propio esfuerzo. Ya les contaré a quién le conseguía becas Paulina Gamus porque en TINTA INDELEBLE nadie se salva y la verdad -como dice el slogan- se derrama sin censura.

Este artículo está basado en un hecho de la vida real. Si yo estoy mortificada por el ascenso vertiginoso de este pobre, qué queda para la gente del gobierno que nunca pudo imaginar que llegarían a ser superados, con creces, por sus propios pobres, pues este muchachito -que prefiere mantener su nombre en el anonimato, por si acaso- está mejor preparado para gobernar que el teniente coronel Hugo Chávez y sus altos funcionarios. Definitivamente: el que siembra viento cosecha tempestades.

Casi estoy por creer que Venezuela ahora sí es de todos.

(*): Escritora. Blog de la autora: (%=Link(«http://tintaindeleble.blogspot.com/»,»http://tintaindeleble.blogspot.com/»)%)

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