Opinión Nacional

Cultura y globalización

En el pasado, la humanidad ha vivido separada por la distancia geográfica, pero en particular por lo que podríamos denominar como “distancia cultural”. En la actualidad, vivimos, básicamente, en una sola comunidad internacional global interdependiente, en la cual los medios de comunicación audiovisuales están produciendo no sólo la aldea global de Mac Luhan, sino también un mundo ”aldeanizado”.La televisión global ha tenido efectos muy positivos, como las reacciones de solidaridad después de los desastres naturales, la indignación moral frente a graves violaciones de los derechos humanos, como los genocidios y las limpiezas étnicas, que han permitido el auge de la “intervención humanitaria” de la comunidad internacional, como en los casos de Bosnia y Kosovo. Las revoluciones que provocaron la caída del comunismo en Europa Oriental, fueron básicamente pacíficas y rápidas, por la “protección” de la “televisibilidad” internacional. En estos casos, el videopoder fue positivo y “liberador”. Sin embargo, en la “aldea global” el “consumo ergo sum “se ha vuelto casi el eje central de la existencia humana. Como nos advierte Giovanni Sartori, el “homo sapiens” se está transformando rápidamente en un “homo videns”, que recibe una enorme y creciente cantidad de información a través de imágenes, pero que, al manejar siempre menos conceptos, es cada vez más incapaz de ordenar priorizar y entender. Un verdadero animal ocular que sólo sabe lo que ve y que ve sin saber. Esta videocultura está creando una escala de valores, dominada por un banal materialismo hedonista, cuyos ídolos son generalmente personajes grotescos que se hacen ricos a costa de la estupidez humana, que como decía Einstein es infinita. Demasiada gente pierde su tiempo, el recurso más escaso no renovable del ser humano, en ocuparse y preocuparse de las “aventuras” de sujetos moralmente deleznables e intelectualmente intrascendentes como un muy conocido cantante, molestador de niños. “La otra cara- nos dice el mismo Sartori- de la crisis de ideas, de ideales y de la ética es el triunfo de la estupidez”.

Durante la mayor parte de la historia humana, las distancias geográfica y cultural, permitieron que la desigualdad fuera tolerada. En la actual comunidad global, caracterizada por una creciente movilización socio-política, esta desigualdad “televista” diariamente, se hace cada vez más intolerable. La vulgar ostentación de la riqueza de los menos, proyectada globalmente, fomenta en el Sur una enorme carga de envidia y resentimiento en contra de lo que Zibgnieuw Brzezinski llama la “cornucopia” permisiva del Norte. Después del derrumbe del Imperio Soviético, las “victorias ideológicas” de la democracia, como sistema político y de la economía de mercado, como sistema económico, son evidentes para cualquier alfabeto, que no padezca de “ceguera ideológica”. Sin embargo el hedonismo cultural y el vacío espiritual, dominantes en las grandes democracias industrializadas, están creando fuertes síntomas de rechazo al modelo de sociedad “occidental”, en los sectores desposeídos de la población mundial. El resentimiento y la envidia socio-económicos y el rechazo cultural, aunados a la creciente movilización política de las masas, son el caldo de cultivo para el surgimiento de nuevas y viejas formas de irracionalismo y autoritarismo políticos. El fundamentalismo islámico, militantemente antioccidental, es una de sus manifestaciones.

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