Opinión Nacional

De encuestas y otras magias

Hoy nos vamos a atrever a opinar, con muy poco conocimiento, sobre un tema que ha estado sobre el tapete más tiempo que el razonable. La guerra de las encuestas.

       Como abrebocas nos gustaría fijar algunos conceptos relacionados con la técnica de las encuestas. Primero su definición: Dice el DRAE, en su segunda acepción, que encuesta es el conjunto de preguntas tipificadas dirigidas a una muestra representativa, para averiguar estados de opinión o diversas cuestiones de hecho.

       En esta definición se establecen dos condiciones fundamentales: “preguntas tipificadas” y “muestra representativa”. Estas dos características son fundamentales para lograr resultados confiables.

       Toda persona que se haya acercado al tema de las encuestas sabe que la elaboración del cuestionario adecuado para obtener resultados confiables es un tema de primer orden y esas mismas personas saben que, en general, existen dos tipos de preguntas que pueden matizar o sesgar las opiniones recabadas. Ellas reciben el nombre genérico de “preguntas abiertas” cuando el encuestado puede decir, libremente, su propia opinión y “preguntas cerradas” cuando solo se le permite escoger entre dos situaciones que generalmente son excluyentes.

       En este mismo sentido y sobre la misma calidad de la recolección de los datos, existe otra característica que se refiere a la calidad y el entrenamiento de los encuestadores. Merece menos comentarios por lo evidente.

       La otra característica resaltada en la definición que nos brinda el DRAE es la condición de representatividad de la muestra analizada.

       Las técnicas de realización de encuestas permiten que si se selecciona de manera adecuada la muestra que representará a todo el conjunto, puede lograrse que las opiniones recabadas en un número relativamente pequeño de personas, pueda reflejar adecuadamente la opinión del universo en estudio.

       Este capítulo de confiabilidad de la muestra creemos que ameritaría mucho más espacio que el que nuestro apreciado periódico nos permite. No creemos que las encuestas que se propagan, cumplan con una distribución adecuada de la muestra.

       Descritas muy someramente estas dos vertientes del tema, que seguramente descalificarían a la gran mayoría, si no a la totalidad de las encuestas políticas que se realizan en el país, nos vamos a permitir incluir otra vertiente de lo que está sucediendo con las encuestas presidenciales de Venezuela.

       Realizada una encuesta con la ética y el profesionalismo que las estadísticas exigen, las firmas encuestadoras deben limitarse a suministrar la información que arrojan las observaciones realizadas para la fecha de la toma de la muestra. Además, deben informar cuales han sido las preguntas que se le inquirieron a los encuestados y la forma como se han “cruzado” esas informaciones para llegar a las conclusiones anotadas.

       Pero cuando vemos que las firmas encuestadoras comienzan a realizar futurología con las encuestas, recordamos que están ejerciendo funciones a las que no los han autorizado ni los estudios que han realizado ni las disciplinas vinculadas con las estadísticas.

       Revisando los diccionarios de sinónimos encontramos muchas palabras que definen las acciones que están realizando los encuestadores venezolanos al tratar de predecir el comportamiento de una nación sometida a la dictadura de unos pocos y que persigue fieramente las opiniones disidentes. Trataremos de colocarlas en orden alfabético: adivino, agorero, arúspice, augur, brujo, hechicero, ilusionista, mago, prestidigitador, profeta, pronosticador, taumaturgo, vidente y zahorí, son palabras que describen actividades que están mucho más cerca de las que deben desempeñar encuestadores que se precien y aprecien su profesión.

       Venezuela está demasiado convulsionada. La toma de muestras para realizar una encuesta seria y de buena precisión es un reto grandioso. La confiabilidad de las respuestas es baja y la calidad de los encuestadores no creo que se corresponda con la responsabilidad que debería asumirse.

Venezuela exige respeto y deploramos que las encuestas se hallan transformado en un mercado de conciencias.

 

 

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