Opinión Nacional

De Jesse a el Potro

Algo ocurre en el PSUV. El municipio Sucre del estado Miranda lo refleja muy bien. El partido que hace cuatro años postuló como alcalde a Jesse Chacón, comandante del 4F y ministro de varias áreas durante los cuatro periodos de Hugo Chávez, ahora confía la responsabilidad de retomar la alcaldía –en realidad el control de Petare, uno de los barrios más grande del continente– a «el Potro» Álvarez.

El problema básico con las candidaturas de «el Potro», Winston Vallenilla (Baruta), Miguel Pérez Pirela (Maracaibo), etc., no radica en los nombres en sí, el problema real está asociado con la forma de selección de estos candidatos. Las bases de chavismo han levantado su voz de protesta, acción que hace presagiar a no pocos analistas que la «unidad» revolucionaria está en juego.

El chavismo ya sufrió una crisis similar. En el año 2005 –coincidiendo con las últimas elecciones locales realizadas en Venezuela– las bases rojas también se quejaron y protestaron por la forma de selección de los aspirantes a cargos locales.

No obstante, la protesta de los Tupamaros y demás partidos minoritarios quedó reducida a titulares de prensa. La única diferencia entre ambas situaciones radica en quién ejercía el poder: Hace ocho años la voz de Chávez no admitía discusión; ahora, algunos, se atreven a cuestionar –con poco éxito– las decisiones de Nicolás Maduro.

Sin embargo, no deja de ser llamativo que el principal partido del país (según el IVAD 30% de los venezolanos milita o simpatiza con el PSUV) no tengan cuadros políticos formados en zonas que necesita recuperar. Algo ocurre en el partido de gobierno, no obstante es aún pronto para poder determinar el impacto real que las nuevas figuras políticas tendrán en la revolución. (En este análisis no se puede olvidar que «las estrellas» fueron postuladas en zonas en las cuales el triunfo revolucionario es poco factible).

Lo que si está claro es que al chavismo –inmerso en una crisis de gestión sin precedente en una década– no le interesa que el debate de las elecciones salga del ámbito local, mientras la oposición necesita centrarlo en la compleja situación económica. Al día de hoy parece complicado que el chavismo logre eludir la estrategia opositora de convertir la elección del 8 de diciembre en un plebiscito sobre Maduro.

No obstante, aunque no pueda eludirlo tratará de llevarlo a un terreno que domina: la lucha contra la corrupción (del lado opositor).

Al día de hoy, la percepción de los ciudadanos no es la mejor sobre el «combate» contra la corrupción. Un estudio encargado por el Sibci –realizado entre el 15 y 16 de julio– indica que 82% de quienes se definen como chavistas consideran que en el país hay mucha corrupción, al igual que 96% de los opositores y 89% de los independientes. Cuando se analiza la responsabilidad de este problema los chavistas tienden a señalar de los hechos de corrupción denunciados por el Gobierno a los propios funcionarios públicos. Por otra parte, opositores e independientes tienden a responsabilizar al propio Gobierno de la corrupción. El peor indicador de este estudio telefónico –sus conclusiones son similares a la última encuesta del IVAD– es que 55,7% de los encuestados cree que las medidas tomadas por el Gobierno en la lucha contra la corrupción son poco o nada adecuadas.

Resumiendo, este es el panorama a cuatro meses de la elección: La militancia del PSUV intentando adecuarse a la nueva dinámica del partido. La oposición intentando convertir las elecciones municipales en un plebiscito y el chavismo intentando que el debate sea solo local, y que si llega a convertirse en plebiscito simbólico que sea en torno a la corrupción en la oposición.

Para entender el 8D no se debe olvidar que en 2008 el chavismo llegó a su teórico tope de control municipal. En el año 2000 apenas gobernaba en 80 municipios; para las elecciones locales del año 2004 lograron expandir su poder a 163 municipalidades y en los comicios de 2008 obtuvieron la victoria en 265 municipios. En otras palabras, en este momento el chavismo controla ocho de cada 10 alcaldías en el país.

Suficiente control para que el debate local tampoco le resulte beneficioso, sin embargo en Venezuela hace tiempo que dejó de valorarse la gestión. Una vez más se votará a favor y en contra de Chávez. Eso, lamentablemente, es lo único que hay.

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