Opinión Nacional

De la autonomía viva a los vivos autónomos

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La Universidad de Carabobo, digo exactamente su Secretaría, me hizo entre otros, una invitación para que conversáramos sobre la autonomía viva. Por razones de mi dedicación a la universidad y de mis esfuerzos por contribuir a incrementar su crisis (en términos Santo Tomás), vale decir, a dar cada vez más y más razones para que conviva el conflicto inherente a la universidad, entre lo viejo y lo nuevo, entre la conservación y la subversión, entre el utilitarismo y la ética… porque la universidad tiene un gran papel a ese nivel: conservar el conocimiento codificado, no como fetiche, no como dogma, sino para su revisión perenne y sobre esa crítica comprobar, validar, recrear, superar y crear y de esta subversión crear y orientar y crecer, pero mas que ello para adelantar el tiempo y hacer el futuro muy cercano, hasta poder comprenderlo, conocerlo en el presente… pues por eso, ojalá para eso, a incrementar su crisis vine. La crisis permanente de la universidad es ese conflicto que debiéramos llamar ontológico y axiológico a la vez. Porque para que la universidad sea tal debe y tiene que vivir esa crisis, en donde está su Ser, que es su ser para que la universidad exista y permanezca viva y, en consecuencia, debe y tiene que crear para orientar, para orientar la vida misma de la humanidad como realidad concreta y como realidad posible, tanto más en esta era cuando al vida misma entra en severas dudas. No ya por la muerte a la cual más o menos estamos acostumbrados, pero a la cual queremos quitar espacios cada vez más para que la vida sea más larga, sino porque ha de admitirse que tiene en su conjunto un trágico destino. Sabemos de la existencia finita del propio tiempo y del universo, y así éste vaya en expansión igualmente, inevitablemente, va a su fin y la especie humana hace todo lo imposible y lo posible por acelerar ese viaje. Los informes de la UNU/UNESCO sobre el ambiente son una advertencia y su promoción estético crítica de Al Gore, An inconvenient Truthes un buen ejemplo de cuanto es buena la palabra y la imagen, cuando verdad es.

Pero para mi desdicha la universidad venezolana no vive esa crisis. O al menos que yo sepa no. Probablemente el debate más trascendental sobre la propia naturaleza, el universo, que tiene en Hawking y Prigogine su centro, nos sea ajeno. Allí más que el tiempo y su historia y las estructuras disipativas, etc., de una posible o imposible teoría unificada de la física (de la ciencia toda, luego) no es nuestro huésped. Tampoco se si los grandes problemas de la biología, la microbiología, etc., sus implicaciones éticas y prácticas sean parte de la vida institucional, no se si los problemas de la filosofía y la literatura, ese debate inevitable entre la filosofía y la novela como explicación, comprensión, determinación incluso, del ser, la existencia, de la propia historia, están en nuestros debates o si no se conoce…los debates sobre la modernidad y postmodernidad son marginales o ilustremente idiotas, muchas veces. Ni siquiera se si el debate sobre socialismo del SXXI, la de la democracia social, y las otras tendencias del capitalismo actual forman parte del análisis. En la clasificación de UNESCO, la del 2004, no aparece ninguna universidad venezolana entre las primera dos mil! …Ya son una verdad los motores, si es posible llamarlos así, MagLev, de altísima velocidad, soñado, pensado, diseñado incluso, hace más de cien años y, posibles hoy, gracias a la muy sofisticada tecnología, que hace, mediante el magnetismo, levitar y volar a grandes trenes a velocidades insospechadas y nosotros andamos, si es que andamos, procurando poner curare a las flechas, para mediante la guerra asimétrica, derrotar al imperialismo, … en fin, pero se, eso lo se, que existen apóstoles que viven esas y muchas otras reflexiones tras la verdad, son minorías, casi anónimas. Apóstoles en las catacumbas. Sus investigadores y creadores son su salvación.

Para determinar o definir a La universidad, al menos las autónomas y en la mía especialmente, he creado un axioma que sencillamente creo es suficiente,
En la universidad un voto vale más que un teorema y un poema no tiene valor.

Nuestras universidades no viven su crisis ontológica, axiológica, viven su agonía. Veamos algunos ejemplos.

¿Por donde empiezo? al azar. Pero un tanto maliciosamente. Nuestro presidente invoca sistemáticamente la autonomía del país. Dice por ejemplo que el presidente X…siendo x cualquiera menos Fidel, es cachorro del imperialismo, si ese X osa decir que su conducta es poco democrática, y añade que este cachorro del imperialismo, X, no respeta la autonomía, hace injerencia en asuntos internos, viola la soberanía…Los obispos o son perversos o son ignorantes o ambas cosas… se sentencia, y es dogma de fe para el chavismo, y así se responde ante cualquier acusación, señalamiento de Baltasar Porras o de la conferencia episcopal en pleno y se les “impone” que tienen como su tarea ocuparse de sus propios asuntos, además de rezar tantas ave marías y padre nuestros. ..Pues bien con la autonomía nos pasa igual. O digamos casi igual. No se estudia la cualidad del discurso que en torno a ella o sobre ella se formula, sino que se descalifica o califica a sus autores o voceros. Cualquier observación crítica es, pues, una agresión, una injerencia en los asuntos internos o una herejía contra la verdad del modelo. O quien la formula no tiene la calificación par ello. Argucias contra la razón, argumentos ad hominem, pero, como el discurso existe o puede existir, para defendernos de la crítica, prescindiendo de la verdad posible, se afirma desde la universidad:
Los trapos sucios se laven en casa,
es la “sentencia”, a fin de no poner en riesgo la autonomía. Pero se olvidan que al lavarlos el agua se contamina por su asquerosidad y se quedan sus protagonistas desnudos. Bajo esa advertencia caminemos.

Signos de la tragedia: (algunos y variados)
En las universidades autónomas la nómina de los jubilados está ya por encima del 52% del personal académico. Esa es más o menos la media. Esto significa que del presupuesto universitario, ese inmenso número, debe recibir cuando menos el 65% ó más del presupuesto total de la nómina del personal académico, no sólo porque ya somos mayoría sino porque los salarios de los jubilados, en general, son los más altos de toda la universidad. La ULA parece estar muy por debajo, pero alrededor de un 38% -sin corroborar- sería la proporción, que ojalá verdad sea. Su presencia en los procesos electorales para autoridades son aún más hegemónicos, de modo que el gobierno de las universidades está en sus viejas manos y probablemente agotados cerebros. Además podemos ser electos para esos cargos.

De esos profesores, así como de los asociados activos y los titulares activos, la inmensa mayoría, casi la totalidad, está en situación de ilegalidad, pues violan el artículo 96 de la LU. No son doctores. Condición necesaria para el ascenso a asociado. Y aquí no hay excusa posible! Pero, si además se hiciese una evaluación de los doctorados, cuántos serían en su especialidad? ¿Donde sus tesis? ¿Cuantos legítimos, cuantos tapa amarilla?
Pues bien, si se hiciese una auditoria de este hecho y el Estado tuviese entereza y equidad, la deuda por cobros indebidos es de tal magnitud, tan inmensa cantidad, que sin horrorizarnos, esa deuda de esos profesores, por cobros indebidos, es de tal magnitud, que debe ser quizá trillonaria.

Presumo que con los obreros y empleados pasa lo mismo; pero no tuve tiempo de revisar los datos. Los que sí quiero que también sea destacado es este otro hecho,
En las universidades autónomas el número de obreros/empleados en proporción a los profesores, hasta el momento de haber revisado este dato, era de más de 3 a 1.

De las autoridades que ocupan esos cargos (secre-vices-rector y también decanos), cuantos tienen doctorados y cuántos de estos son legales y legítimos? Cuantos lo han hecho en universidades privadas mientras desempeñan esos cargos?. Se viola desde luego la dedicación que la Ley impone para ser autoridad, el tiempo completo. Pero sobre todo se viola la moral. ¿Quien se atrevería a reprobar a una autoridad? y de cuantas cosas puede valerse la autoridad para que aprobar!
Tenemos la misma ley de universidades, pero en las universidades privadas funcionan con “leyes” que poco o nada tiene que ver con la Ley de Universidades y la experimentales no sólo fueron incapaces de superar a las autónomas, para lo que fueron, entre otras razones creadas, sino que, en general, asumieron sus mismos vicios y muy pocas de sus pocas virtudes de las autónomas…
Tenemos horror, con bolivarianas razones, a la elección vitalicia o continua o hereditaria del presidente, no importa cómo la enmascare la ley, mientras en el seno de las universidades se practica desde hace mucho tiempo. Tenemos decanos perennes (2, 3,4 reelecciones), luego viene el ascenso de modo inmediato, a secretario, de secretario a vice o a rector…y claro, en este caso no es reelección para el mismo cargo, pero es la misma práctica esencial: la Realpolitk, en una palabra, lejana, ajena exactamente a los intereses de la comunidad universitaria. A la vida académica a la que está obligado el profesor. Se sustituye ésta por la carrera, la profesionalización política; muy distante de la ética y, como queda dicho, como ejercicio normal de apuestas, trampas…negocios… y no ha faltado familias que se han adueñado de las universidades, pero que desgraciadamente no se parecen en nada a las familias de Florencia, Venecia… de quienes en gran parte dependió el bello crecimiento y desarrollo de sus ciudades, de la ciencia, del arte. .

En los gremios todos, sindicales, de empleados y de profesores sus dirigentes son vitalicios o perpetuos. Y Dios les da muy larga vida!.

Las comisiones electorales podrían dar lecciones al CNE y éste se ruborizaría muchas veces ante tantas habilidades que allí se ejercitan o se asombraría de su propia timidez.

Un maestro como Alirio Díaz, o el difunto Soto; el joven Dudamel, uno de los directores universales de mayor reconocimiento, con 26 años, Gabriela Montero, una pianistas excepcional… etc., no pudieron ni pueden ser profesores ordinarios de la universidad, ni siquiera en sus facultades de arte, uno de los pocos aportes trascendentales de los últimos años, o meses de algunas universidades,
El pedagogicismo, o culto a la pedagogía, se impone con tal fuerza que ese “componente” es necesario y suficiente para el desempeño académico en cualquier ámbito de la ciencia y del saber. El conocimiento queda subordinado al pedagogicismo y la pedagogía deviene en superciencia, su verdad alumbra, protege, orienta y valida el oficio de ser profesor.

El democratismo es su otra enfermedad, la más inmoral de todas, consiste en negociar el poder. Si tienes votos tienes poder. Clientelismo y burocratismo son sus expresiones mas concretas.

Nóminas paralelas han sido denunciadas unas veces desde dentro, otras detectadas por el propio gobierno. Si mal no recuerdo, el ministro fundador del MES, Navarro, se refirió a esto o algo parecido en la UCV y el vicerrector administrativo de LUZ, Prof., Palencia, lo dijo en voz muy alta, pero sin eco.

Por si esto fuera poco, la endogamia y hasta el incesto son las maneras “normales” de reproducción y crecimiento “profesoral” de cada universidad y se han creado para reafirmar este macabro juego, privilegios para garantizar a los hijos de empleados, obreros, profesores… privilegios, reitero, el mas caro, el de ingresar a sus hijos y a otros familiares a las universidades por encima del mérito de otros…una vez más la inmoralidad se viste de justicia contractual.

Y no son pocos los reclamos a los concursos de ingreso para legalizar situaciones o para poner el nombre a la cédula.

La proliferación de normas, reglamentos es de tal magnitud /no tocamos su calidad/ que se ajustan al principio de que a mayor cantidad de leyes mayor el ocultamiento, el encubrimiento e impunidad para el delincuente.

La homologación es un atropello a la honradez. También a la más elemental racionalidad crítica: a igual trabajo igual salario, como si el trabajo de los profesores fuese igual, perversa identidad que se hace de la función (ser profesor) con un oficio concreto, sin relación con el trabajo y la cualidad de su desempeño, por una parte y por la propia cualidad del objeto y métodos de estudio, por la otra… Y desde luego la razón y la moral se hieren, cómo puede igualarse un inventor, un descubridor, un creador con un dador de clases, tanto mas si sus creaciones, inventos, descubrimientos siempre son diferentes y si excepciones hubo, como el cálculo integral en Newton y Leibniz bien diversos los modos de creación fueron.

Estos males no son únicos y posiblemente no los mas relevantes, pero hay otro mayor, se dice, en defensa de la universidad, de la autonomía
Que la universidad es el reflejo del país, pero que, y a pesar de ello, ningún rector, decano, autoridad ha incurrido en las barbaridades que conforman la cotidianidad de la vida política externa: enriquecimiento, corrupción…
De esto no me interesa la contrastación pues no soporta análisis empírico. Entre otras razones porque esa relación no es propiamente pertinente, como se inferirá luego. La corrupción tiene no sólo esa cara, enriquecerse, tráfico y tráfago de influencias, sino que, para el caso de los universitarios, está vinculada a la cualidad de lo qué es ser profesor, qué y cómo se debe hacer, cuánto debe aportar al pensamiento, a la ciencia, al arte… Pero si esta comparación es insostenible, lo más grave es lo que está detrás. La universidad, cierto, tiene su aquí y ahora, pero por su origen, por su función, por su cualidad, su finalidad, y por su responsabilidad social, su pertinencia, donde radica su especificidad y ésta es, necesariamente, entre otras cosas, diferente, opuesta a la realidad del poder que la rodea. Diferente al conjunto social de la cual forma parte, con su propio modus operandi y siendi…
Y aquí aparece un problema casi central para entender lo que debemos vivir como autonomía. Los fines, los intereses de la universidad, de sus miembros son diferentes por su esencia, por su misión, a los del Estado y por su función y oficio a la burocracia. Este requiere, necesita de la violencia…no importa como se llame o como se distinga, si dictadura o estado de derecho. Su papel es mantener, preservar las hegemonías que los conforman. El que ello se haga a sangre y fuego o que se haga mediante las sutilezas de la ley es indiferente en cuanto a la esencia del Estado, aun cuando sea felizmente diferente según las formas de gobernar. La autonomía del Estado depende de la cantidad de su fuerza y de la cualidad de sus relaciones formales en el ejercicio del poder.

Pero la universidad tiene que ser diferente a la sociedad donde exista. Estar allí pero ir más allá. Cierto que sus profesores, estudiantes y sus agregados obreros y empleados son gente que vive, vivimos, en su espacio y en su tiempo, pero hay una gran diferencia: del mismo modo que un buen sacerdote o monja, etc. tiene que guardar los votos de castidad aun cuando “afuera” todo el mundo sea un animal sexual, ese modo de existir la sociedad no tiene que repetirse en la institución, la iglesia… Pero en el caso de la universidad es más grave. Por definición los profesores con los estudiantes buscan la verdad, son sujetos críticos de ese proceso y no el reflejo mecánico de la perversidad social, sino que tienen que ser actores conscientes para superarla. Esta afirmación vale para la ciencia, para el arte. Y la validez de este hecho, no ser su reflejo mecánico, ni siquiera su reflejo, es la que da posibilidades y trascendencia a la creación, a la ciencia y, desde luego a la universidad.

Hay demasiados ejemplos que demuestran esta afirmación. Tomemos uno singular, setenta años de socialismo real en l URSS no destruyeron a su universidad fundamental la Lomonosov. Mas bien la tragedia del socialismo real fue no haber escuchado a esta Universidad, de lo contrario habrían ido muy, muy lejos en áreas fundamentales como la propia computación y los desarrollos de la lógica matemática, la física cuántica, etc. Del mismo modo es ejemplar citar que los creadores de la URSS, aun cuando soportaran, a veces estoicamente, al régimen, estuvieron siempre más allá de esa reducción que estableció la perversa por vil, miserable por fundamentalista, división entre el arte socialista, el realismo socialista, y el arte burgués; la ciencia y filosofía burguesa y el materialismo dialéctico e histórico, a su modo,… etc.… pero mientras tanto, el arte, la ciencia, seguían sus caminos, los cuales demandan, requieren, necesitan, de una libertad “cuasi” absoluta. Desde luego si el imperio tuviese la dignidad de Harvard, Yale, sería otra cosa el mundo y a pesar del peso de Napoleón, no es más que un enano al lado de La Sobona…Y Alejandro un pigmeo al lado de Aristóteles.

Sí, en cambio, juegan un papel excepcional sus rectores. De Venanzi en la UCV. Perucho en la ULA y Borjas Romero en LUZ son seres excepcionales, ejemplos made in haus, como lo son Unamuno y Heidegger, mucho mas allá de cualquier determinismo, mecanicismo histórico…pero sin negar el papel histórica del hombre empecinado en superar sus circunstancias. No es posible negar la cualidad del individuo ni en el arte ni en la ciencia y quizá tampoco en la cotidiana vida aun cuando sea menos sencillo observar las diferencias.

Esta afirmación tiene la “virtud” de permitirse los yerros, pecados, desmanes reales y posibles de la universidad, pero no es más que una justificación de la ineticidad del poder. Hace uno días repasaba la entrevista al cardenal Ratzinger, entre otros temas tocó la pederastia. La Iglesia salió ilesa y los obispos norteamericanos sujetos de consideración, actuaron por humanos y como tales el diablo los tocó…si seguimos de regreso, el diablo es el culpable, el obispo víctima y finalmente la Iglesia inocente, pura, ajena a eso. Ello permite que el criminal salga ileso a priori y que el violado, seducido niño, niña, quedan reducidos a casos estadísticos y convertidos en seres anónimos que viven en perenne agonía por esos crímenes. Este juego perverso debe acabarse, al menos en el seno de la universidad. Podemos equivocarnos en el camino de buscar la verdad… pero obligados estamos a superar los yerros, a aprender de ellos y re-crear.

Esta maniobra, en definitiva, justifica el delito, el error, piadosamente dicho, por defectos humanos, pero se intenta salvar a la institución haciéndola infalible, por encima del hombre. Como no hay tiempo, vale la pena que cada uno de nosotros volvamos a revisar la historia de cada universidad, al menos de las que son parte de la historia de la humanidad y podríamos verificar que esta diabólica identidad es una falacia elaborada para evadir las responsabilidades a las cuales está obligada la institución. Si se fijan bien, es el mismo truco de la Realpolitk. La democracia es perfecta, por lo tanto eterna, inmutable los imperfectos son los políticos, ah!
Con la autonomía nos pasa igual. Nos sirve para todo menos para asumir responsabilidades.

Debo tocar otro extremo: antes, el poder de la cuarta y especialmente los sectores más atrasados de la sociedad, vivieron reclamando de la universidad que no estaba dando las respuestas que el país necesitaba, que sus egresados poco o nada tenían que ver con las ingentes, urgentes necesidades de la sociedad, etc. Hoy los amigos del proceso dicen lo mismo, la universidad no se corresponde con el proceso. La identidad es obvia: se trata de la necesidad que tiene el poder de controlar, de dominar a la Universidad. Los profesionales que quería la Fedecámaras de ayer eran aquellos que satisfacían sus necesidades en el comercio nacional e internacional…pero nada o casi anda tenía eso que ver con el conocimiento crítico, con la creación científica y artística. Era un y es un problema de poder para satisfacer sus necesidades y mas que ello para su protección. Que tiene como su prioridad garantizarse en el poder. La propuesta de hoy es la misma. El poder necesita el control y lo requiere para poder ejercer con mayor amplitud temporal y espacial, su hegemonía, su poder real.

En la IV, para usar el lenguaje de esta era, el muy ilustre dr. Rafael Caldera Rodríguez intervino a la Universidad, limitó severamente su autonomía, le amarró su libertad (autonomía y libertad son correlativos, hay entre ellas una identidad profunda: la libertad de cátedra es condición necesaria para la existencia de la autonomía) y dio un gigantesco paso para que la universidad reprodujera las relaciones del poder político externo, fundamentalmente. Por vía legal desdibujó la comunidad y convirtió a la universidad, a su cogobierno, en una especie de republiquita, con la representación profesoral al CU, con las características que allí se le dio, fue simplemente legalizar a los partidos y grupos de electores para que convirtieran al CU no en un consejo, un espacio para la reflexión, la inferencia, el consenso critico, sino en una cámara donde se resuelven las cosas sin ideas con votos colmados de intereses.

Y avanzó tanto en ese retroceso que las condiciones para ser decano o rector, las comercializó, cualquiera puede ocupar esos relevantes cargos, basta acogerse a lo dispuesto en parágrafos únicos de los artículos 64 y 28 respectivamente. La elección de estas autoridades se convirtió en un festín “maquiavélico”, con el perdón de tan noble señor!, y su ejercicio, en el oficio de mercaderes del templo en función de los acuerdos, entiéndase repartos por cuotas de poder.

Pues bien, eso de la IV sigue y pervive. Las propuestas que escuchamos para salir de este mundo, y en especial las del gobierno, pero también la de los profesores autonomistas que convierten a la autonomía en su maná, en sus apariencias diversas son las misas.

Afirman, una, que se debe garantizar la democracia participativa y protagónica, que todos seamos iguales, por tanto que profesores, estudiantes, obreros y empleados (no ha faltado quien diga que la gente del entorno) tengan los mismos derechos y su voto sea idéntico al de los profesores.

Que la universidad, continúan, debe estar al servicio del proceso, soporte, finalmente de la implantación del socialismo del SXXI.

Nada mas conservador, antirrevolucionario, reaccionario, incluso que esta “propuesta”. Digámoslo de una vez y sin temor alguno. Primero, esta “noción”, este ideolema, pseudo- democrático tiene todos los vicios de la democracia que se quiere acabar: su reduccionismo. La diosa democracia, la participación etc., se reduce al voto, y con
él va unido el igualitarismo. Todos somos iguales y todos tenemos los mismos derechos. Ayer no se sonrió Chávez cuando Baduel repitió a Marx, a cada quien según sus CAPACIDADES y según sus necesidades. Esto es mecanicismo formal de la democracia como ejercicio del poder y en éste juega un papel excepcional la manipulación, la ineticidad de los medios para alcanzar fines, fines que igualmente responden a los fines del poder y ha de quedar siempre claro que el fin último de la universidad no es el PODER o si quieren que sea, es el poder de la verdad, de la creación cuyo proceso reclama de libertad, sin duda, pero de formas de trabajo muy calificados cuyo vector central es la investigación científica y en donde todas las otras funciones de la universidad, si se quiere que sean transformadoras, revolucionarias, han de ser objetivaciones de ese proceso investigativo, de la investigación como trabajo metódico y creador a la vez, tras la verdad. Y para esto no hay cuotas de poder, sino coparticipación crítica, con niveles de especialidad muy altos, con formas de trabajo muy claras. Las revoluciones mas importantes que han cambiado la consciencia al mundo fueron la de Kepler, Galileo, Newton. Las geometrías no euclidianas, la teoría de la relatividad, la cuántica…la biología de hoy… etc… y las gigantescas revoluciones del arte. Hemos dicho, reiteramos hoy: el arte hace humano al hombre, la ciencia da consciencia de ello. Al lado de la significación y trascendencia de éstas, las revoluciones políticas y las industriales son diletantes esfuerzos y conquistas medianas en su grandeza.

Esta manera de entender la praxis política de la universidad es su negación, porque es sencillamente convertir a la comunidad universitaria en una compañía de intereses ajenos a la cualidad de la universidad, a su ser y deber ser. Pero debo decir más: los obreros y los empleados, sin que ello niegue su nivel, su capacidad, no conforman elementos sustantivos, esenciales de la universidad. Podemos prescindir de ellos o reducirlos a expresiones mínimas, lo cual sería desde luego para el caso una inmensa revolución. No así sus estudiantes y profesores. Sin uno de ellos, la universidad no existe, aun cuando pudiese hacerse ejercicios teóricos y prácticos sublimes para hacer de los estudiantes y profesores, pares, casi como en el principio, en el proceso de investigación y búsqueda de la verdad.

La praxis política de la universidad no es ni puede ser otra que la de orientar al país, decir cuanto y como debe hacer… háganle caso o no… es decir qué debe hacerse y cómo y en el plano moral si así puede decirse, ser referencia ética por su transparencia, eficacia, productividad.

De esa praxis bien pudo hacerse, por ejemplo, una de las mas importantes líneas de investigación en esta universidad (UC) o en LUZ o en la UCV…si se hubiese asumido políticamente la línea de investigación para salvar el lago de valencia, el de Maracaibo y el río Guaire, probablemente nuestras universidades fueran de punta en investigación ambiental, biológica, ecológica.. y habríamos tenido que desarrollar muy mucho la matemática, la biología, la física, la microbiología, etc. a las que por comodidad llamamos teóricas, sin cuyo dominio las aplicadas son un cascarón. Y cuan bella sería la arquitectura, cuanta imaginación creadora reclama un proyecto de esta naturaleza, cuanta socio antropología, etc.. y cuanto arte!…Este, reitero como el único modo de ser y hacerse el hombre humano, aquella como la mejor vía de tener consciencia de su mismidad.

Debo precisar, con lo dicho, si se quiere tener una universidad al servicio de la revolución, como ayer al servicio de las hegemonías, la universidad deja de ser universidad. Sean esas algunas razones. Si mantenemos al menos la noción básica de que la universidad es una comunidad de intereses para buscar la verdad, ello implica que la universidad en ese trabajo –que es un trabajo – no puede estar sometida a ningún poder externo, lo cual no niega su pertinencia, pero no se agota su labor allí, es un capítulo en sus búsquedas. Porque para que sea universidad tiene que intensamente crear teoría, responder a interrogantes que van mucho más allá de lo contingente, de lo inmediato. No habría sido posible el trabajo de Euclides o de Newton o de Einstein, Heisenberg… si hubiesen estado sometidos a semejante imperio. Pero mas aún y lo dicho es muy mucho, no sería el espacio de las grandes interrogantes y menos el espacio para la ficción, el imaginario, las utopías…de la creación.

Pero la cosa se podría aclarar si el Estado deviniese por milagro, en un creador, que su praxis política fuese la reafirmación y crecimiento cada vez mayor de la libertad, eso que los clásicos llamaron la superación de toda alienación. Pero el estado no puede hacer eso. Sería su entierro, como por cierto bien anhelaba Marx. En el comunismo, la fase superior de la humanidad, el espacio donde la libertad humana está en el mayor ejercicio de su plenitud, allí, digo mejor, el estado carece espacio, está sustituido por la poiesis. Pero aún allí, la universidad tendría que distanciarse para garantizar su presencia. Allí también y mejor que nunca la controversia, las divergencias, las invenciones, la creación … serían parte de su naturaleza. Es que el crecimiento humano no se detiene… y toca a la universidad constantemente abrirlo, empujarlo, incluso.

Pero, y esto es capital, habiendo convertido el capitalismo a la producción científica y tecnológica, en un instrumento de su propio desarrollo, unas veces, otra en una mercancía y finalmente castrándole toda posibilidad de desinterés, de indagación y de creación mas allá de sus propios intereses y habiendo convertido este procedo, muchas veces, en su propiedad secreta, tanto mas es necesaria la libertad de la Universidad a fin de que el proceso de creación humana, de invención, sean parte de la “propiedad” de la humanidad toda.

También el socialismo, si se asume como proyecto libertario, cualitativamente subversivo, tiene en el Estado su enemigo esencial. Porque, por una parte, como Estado es conservador, reaccionario. Tiene que crearse sus propias leyes y las leyes lo son porque reafirman la permanencia, el orden. Pero, suponiendo que hay una nueva voluntad que quiere hacer del Estado un instrumento de la revolución, por tanto el propio Estado no puede ser fin y menos fin en sí mismo, sino que el Estado tendería cada vez más a disociarse, a transformarse, para dar origen a nuevas formas de existir probablemente aun no conocidas. Esta sería la otra parte.

Y, si como es el caso, nada sabemos de una propuesta teórica para sustentar el socialismo del siglo XXI, en el siglo XXI replican los cubanos con mas tino histórico y creo que epistemológico también, y el general Baduel hace advertencias para que el socialismo no se muerda la cola o se devore a sí mismo, y solo tenemos indicios de su ser, por las palabras del su máximo teórico y jefe imprescindible, según sus confesiones, de que es originario, indoamericano, bolivariano, robinsoniano, zamorano, humanista y cristiano, cuya revolucionaridad pudiera estar en hacer de esto una síntesis crítica, la evolución teórica misma en el modo de logarlo y lo que sería su nuevo texto, entonces estamos obligados a tener en la libertad de cátedra la reafirmación de la autonomía y sus aportes constituirían un hecho de alta inmanencia para la orientación del país.

Toda universidad es revolucionaria según es la cualidad de sus aportes tecnológicos, científicos, artísticos y filosóficos. Toda universidad al servicio el poder deja de ser universidad, se convierte en un medio más de la alineación.

EL REMEDIO PEOR QUE LA ENFERMEDAD (II)… SE ENVIARÁ LUEGO, especialmente a quienes han contribuido a rechazar, superar, mejora, profundizar este texto

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