Opinión Nacional

De la democracia al comunismo

Aunque parezca un anacronismo, Venezuela camina hacia el comunismo. De la libertad a la tiranía, del pluralismo y la alternabilidad republicana al totalitarismo autocrático que concentra todo el poder político y económico de la nación. Las últimas definiciones del señor Chávez cierran todo debate sobre el rumbo que definitivamente le imprime a su gestión. No hay espacio para términos medios, ni para dudas que el propio personaje se ha encargado de despejar incluso a algunos de los más calificados voceros de la jerarquía eclesiástica, cuando le exigían explicar el contenido real del socialismo del siglo XXI que pregona. Irrespetuosamente se burló de ellos. Los calificó de ignorantes. A algunos los ofendió personalmente en una nueva manifestación perversa de la cobardía como es el abuso de poder.

De manera clara y temeraria el régimen se ha definido como lo que viene siendo y ahora pretende perfeccionar. Marxista-leninista, dirigido por un temperamento autocrático que no vacilo en calificar también de estalinista. Las actuaciones presidenciales de la semana pasada no dejan lugar a dudas. Son equivalentes a la famosa declaración de Fidel Castro en 1961 cuando asumió la condición de comunista e inició la sumisión a la Unión Soviética, cuna y faro de todas las orientaciones socialistas del mundo.

Los anuncios con relación a RCTV, las estatizaciones que anuncia para la empresa mayor de telecomunicaciones, CANTV, y la Electricidad de Caracas, todas emblemáticas y probadamente eficientes, se agregan al viejo tema de las invasiones urbanas y rurales, a las ocupaciones ilegales de tierras y al deterioro progresivo del valor de la propiedad como uno de los principios rectores de la vida en libertad. Pero no se agotó en ellos. Las agresiones a la Iglesia Católica van acompañadas de una nueva solicitud de Ley Habilitante, totalizadora y unipersonal que convertirá al presidente en jefe del gobierno, legislador único, juez supremo, elector máximo, acusador, defensor y contralor y, como si fuera poco, dueño y señor de la fuerza armada regular e irregular, del dinero y del crédito de la nación. Para consolidar todo ello manda al cesto de la basura la actual Constitución redactada a su imagen y semejanza en el 99. Anuncia una nueva constituyente adecuada a sus propósitos de concentración total del poder y ejercicio presidencial indefinido. Confiesa el objetivo de ideologizar absolutamente la educación venezolana, reformular el ordenamiento territorial y asegurar el control ciudadano mediante la “explosión” del “poder popular”, exactamente a la cubana para quienes tienen poca información. Se agotó el tiempo para debates intrascendentes. Sabemos de qué se trata. En definitiva, peleamos o nos rendimos. La lucha para poner punto final a este salto atrás criminal y antihistórico, no puede agotarse en conservar espacios para sobrevivir. Rechazamos esa pretensión de quienes cultivan el complejo de minoría en cada declaración.

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