Opinión Nacional

De la infelicidad democratica a la felicidad Castro Comunista

Con la venia de la genial Rayma, tomo su caricatura como expresión gráfica acorde con este escrito.

Quiero empezar por citar conceptos relacionados con los términos del título.

Felicidad

La felicidad (del latín felicitas, a su vez de felix, «fértil», «fecundo») es un estado emocional que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas (véase motivación).

Se define como una condición interna de satisfacción y alegría que ayuda a muchas personas.

Infelicidad.

Estado de ánimo de la persona que se siente desgraciada y se encuentra triste por causa de un gran dolor o aflicción: la infelicidad le condujo a una fuerte depresión.

En los dorados años de nuestra DEMOCRACIA, los residentes de nuestro país, venezolanos y los extranjeros, teníamos de todo en abundancia: los anaqueles de los supermercados siempre llenos a reventar; de todos los productos, de todas las marcas, de todas las calidades. Así todos los días de lunes a domingo; la competencia haciendo sincerar los precios, los días de ofertas especiales atiborrados de clientes los negocios, se ponían a la venta las existencias que serian reemplazados de inmediato por productos recién llegados tanto del país como del exterior.

Pero el 4 de febrero de 1992 la desesperada reacción NAZIFASCISTA COMUNISTA viendo esfumarse su sueño de destrucción y ansias esclavistas asquerosas, encabezadas por el mariscal de Sabaneta se declararon en rebelión contra el gobierno constitucional de ese momento, legal a toda prueba y a toda prueba representando a la absoluta mayoría del pueblo venezolano. Con el apoyo de incautos, de inescrupulosos, que siempre los ha habido y habrá, aun en las sociedades de mayor progreso, al mejor estilo de propaganda NAZIFASCISTA sembraron la abyecta idea de que Venezuela era un país sumido en la infelicidad y frustración jamás visto en ninguna parte del planeta en ninguna época; la amargura de los fracasados en un país de oportunidades; la envidia de los incapaces, adulantes y esbirros, que también siempre los ha habido, esparcieron esa idea a través de medios de difusión que siempre, desde sus inicios, medraron del erario público complementados ahora por la muy dicha propaganda Castro-Comunista pagada también por la oleada Comunista-Militarista. Esta nueva clase política, como se dieron a conocer, insurgieron por todos los medios contra una democracia que tanto costo alcanzar. Y amparados en esa misma democracia reclamaban derechos consagrados por la constitución de 1961 para todos los ciudadanos; de esta manera, lograron arrebatar el poder a los demócratas y cumpliendo al pie de la letra las instrucciones del Castro-Comunismo, hasta el punto de pretender que aceptáramos constituir o simplemente ser con Cuba un solo país, dirigido, claro está por los hermanos castro.

Estas aberrantes aspiraciones traidoras contaron con la complicidad de nefastos civiles y militares, encaminándonos a la destrucción del sistema democrático, político y económico nuestro para implantar a cambio la HEZ –que no es otra cosa- del socialismo del siglo XXI.

Una vez en el poder estos vende patria, diezmada la economía, menguada en todas las aéreas la producción agrícola e industrial, robadas industrias y urbanismos bajo el subterfugio ilegal e inescrupuloso del “exprópiese”, “ocúpese”, “transfiérase”, etc., para poner esas riquezas así mal adquiridas en manos de inexpertos e incapaces vagabundos con el único merito de un genuflexo comportamiento amparado en gorras y franelas rojas rojitas.

A las alturas de octubre de 2013, con QUINCE AÑOS EN EL PODER, al “presidente de Venezuela” Nicolás Maduro se le ocurre una idea más de la gama de acciones estrambóticas, por no decir estúpidas, y decide la creación de un mamotreto llamado Vice ministerio para la Suprema Felicidad Social, dirigido por un especialista en atención de niños y adolescentes.

Estos inmaduros y descabellados “gobernantes” se enorgullecen de haber decretado la felicidad de los venezolanos, pero debemos recordar que cuando los pobladores de esta bella patria de Bolívar, según los castro comunistas militaristas, éramos “infelices”, contábamos con todos los ingredientes necesarios para una buena y saludable dieta alimentaria compuesta en su mayoría por productos nacionales y una pequeña porción de productos importados. Ahora que somos “felices por decreto” no encontramos que echarle a la olla y lo poco que logramos conseguir para la dieta básica en su mayoría proviene de importaciones desde otros países, pues nuestro sistema de producción agroalimentaria fue diezmado por el enjambre de langostas rojas rojitas que azotan al país.

Cuando éramos “infelices” la mayoría de los venezolanos podíamos tener un vehículo acorde con nuestras necesidades y posibilidades, su mantenimiento era posible por la existencia de repuestos e insumos en el mercado. Ahora que somos “felices” todos los venezolanos, salvo los de la cúpula gobiernera, no tenemos acceso a un vehículo por dos razones, precios elevadísimos y escasez de estos bienes en el mercado. En cuanto a su mantenimiento este se hace muy cuesta arriba por las mismas razones imperantes para la adquisición.

Cuando éramos “infelices” muy buena parte, si no la mayoría de los compatriotas de los diferentes estratos socioeconómicos teníamos posibilidades de adquirir vivienda de calidad y en excelentes condiciones de precios. El déficit habitacional para 1998, estaba en el orden de 750.000 unidades; hoy en 2013 está en 3.000.000 de unidades. En la época de “infelicidad” había posibilidades de encontrar la mayoría de los insumos para la construcción y reparación de las viviendas, a precios muy accesibles y de origen nacional. Ahora cuando somos “felices” no encontramos, hierro, cabillas, cemento, arena, bloques, etc. y lo poco que se encuentra es a precios monumentales y procedentes de otros países con características no apropiadas para nuestra realidad geográfica y climática.

Ahora que somos “felices” en los centros poblados urbanos y rurales las escasas unidades que entrega la Gran Misión Vivienda son, en su mayoría, realizadas por constructores extranjeros, unidades que en muchos casos se han derrumbado antes de ser habitadas como consecuencia de ínfima calidad de los materiales usados y de los procesos de construcción.

Cuando éramos “infelices” nuestros centros de educación, a todos los niveles, eran referencia obligada para otros países, tanto en infraestructura como en lineamientos académicos; nuestras universidades eran ejemplos a seguir por otras naciones por su calidad académica. Ahora que somos “felices” nuestro sistema educativo ha llegado a tal nivel de insatisfacción, tanto para educandos como para los educadores, padres y representantes, que en varios países lo mencionan como poco confiables pues han convertido el sistema en una especie de programa de adoctrinamiento, mas no para la formación integral de los ciudadanos. En cuanto a las universidades tanto autónomas como experimentales de larga data, a pesar de las trabas y limitaciones impuestas por el régimen aún logran mantener un estatus bastante aceptable, gracias a la diversidad de pensamiento y a la libertad de expresión y acción de los miembros de estas instituciones.

Cuando éramos “infelices” nuestro sistema de salud lo conformaban en todas y cada una de sus aéreas los mejores especialistas que contaban también con excelentes equipos siempre perfectamente mantenidos; con dotaciones permanentes y completas de los insumos necesarios para la atención de la población usuaria de sus servicios, tanto en los ambulatorios como en los grandes hospitales. Ahora que somos “felices” nuestros ambulatorios y hospitales se encuentran destartalados en su estructura física; los cuerpos de profesionales de la salud, en su mayoría, han emigrado de los mismos y la excelente atención que recibíamos los venezolanos, ahora que somos “felices” nos la prestan en la Misión Barrio Adentro con estructuras inadecuadas, falta de equipos de diagnóstico y con una gran cantidad de “profesionales de la salud” traídos de la isla de la felicidad que no están preparados realmente para una tarea de tal magnitud.

Cuando éramos “infelices” dirimíamos, en confrontaciones electorales, nuestras diferencias y una vez terminado el proceso, seguíamos siendo los hermanos venezolanos. Ahora que somos “felices” existe en el país una confrontación permanente donde no se acepta que existe la otra forma de pensar y quieren conducirnos a todos a pensar como castro comunistas militaristas.

Cuando éramos “infelices” la gente que trabajaba para el estado lo hacía porque reunía los requisitos para tal desempaño sin distingo de color político. Ahora que somos “felices”, para trabajar para el estado se requiere solo la gorra o franela roja, así no se tenga ni las mas remota idea de lo que debe hacerse en el desempeño del cargo asignado, en otras palabras, no se escogen los hombres para los cargos, sino los cargos para los hombres.

Ya cercanas como están las festividades navideñas, debemos recordar que cuando éramos “infelices”, podíamos comernos nuestras hayacas a precios aceptables, nuestro pernilito y otros suculentos platos. Ahora que somos ”felices” reto a la gente del régimen castro comunista militarista a facilitar al soberano el disfrute de esas hermosas tradiciones, o será que también las van a catalogar como injerencias del imperio en nuestra forma de vivir

Con estratagemas como la creación del citado Vice ministerio, los mentiras frescas herederos de la debacle creada por “el comandante eterno”, pretenden hacerle creer a los venezolanos que esta crisis integral que sufre nuestro país, no es tal, sino la máxima manifestación de la Suprema Felicidad Social. ¡Claro que es así pero para los enchufados! Pero no para la mayoría que estamos chupándonos las verdes, sufriendo las consecuencias de su trágica incapacidad.

Para rematar este articulo que no es final de todo lo que puede decirse, recuerden tanto el “presidente” como los demás adláteres de igual o parecida calaña, que los procesos electorales en la Venezuela “infeliz” se llevaban a efecto con altibajos en la conducta de los votantes, es cierto, pero todo a título personal, no instituidas y exacerbadas aberraciones sectarias que pretenden desconoces, cuando no han podido arrebatar los triunfos opositores. Los resultados comiciales eran confiables por la honradez, la dignidad, la altura de todos los miembros de los consejos electorales; Que tremenda y triste diferencia con esa cosa actual que pretende se reconozca como juez electoral.

PERO TENEMOS PATRIA, YO TE AVISO CHIRULÍ

 

 

Profesor Titular Jubilado de LUZ

 

 

 

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