Opinión Nacional

De la miseria a la misericordia

Ya el Presidente no halla que misión inventar para “cabildear” el voto de sus conciudadanos, quedándole poco repertorio porque a lo largo de trece años los experimentos fueron fallidos con resultados desastrosos. Los venezolanos son proclives a la dadivas y les encanta un obsequio, y así ciertamente se obtienen votos. En eso no se equivoca Chávez, el problema está en la sustentabilidad  de estos desbarros. Habla  altaneramente como si el Seguro Social fuera suyo, afirmando les doy las pensiones aunque nunca hayan pagado, en vez de formular una nueva ley de seguridad social que se rija por normas justas y serias.

Pero ésta es la Venezuela que agotó rápidamente el “socialismo del siglo XXI” como ocurrió en el pasodo cuando imperaba la democracia; olvidándose que en esta tierra había pobres y los privilegios hiciéronse más exclusivos para la clase emergente. Bien caro que lo estamos pagando con esta nueva versión militarista que, nos ataca como si estuviéramos en pleno 4 de febrero; efemérides nefasta para la libertad y democracia, que tratan de glorificar los acaudalados “comunistas” de este país.

Caducó rápido el modelo oficialista y el proceso se fue al barranco, sacaron de los puestos claves a los civiles para restituir a los militares. Ahora el presidente de la Asamblea Nacional es un militar y pronto Venezuela toda será un cuartel. De esta manera se sienten más seguros las “Pléyades” castro- comunistas. Asidos al poder con desfachatez y comprando a como de lugar cuanta voluntad apetezca dinero sin trabajar. Ciertamente, fantasearán una política de pleno empleo y Keynes los mirará desde lejos con desprecio. Así, estamos pasando de la miseria a la misericordia en tiempos de apremios electorales. Ojalá, no ocurra como en la otrora “Suiza de América” Uruguay y nuestras disminuidas fuerzas productivas desaparezcan y todos estén pensionados, jubilados o mantenidos por un estado poderoso, que no imaginamos como les pagará.  La miseria humana se ha impuesto o tiende a imponerse, la gente se conforma con cualquier cosa y contra esto, verdaderamente es difícil luchar, la respuesta personal no es reflexiva para esos avatares, y comprender que los están esclavizando para luego dejarlos en el aire no se siente en el momento.

Este año será de singularidades, que hasta para los taumaturgos serán difíciles de predecir. Dependemos de PDVSA  y del oro repatriado y eso da para bastante, y nuestra “oposición” no es un dechado de titanes; quizá algunos dispuestos a transarse por cualquier cosa a cambio de legalizar una autocracia militarista. Los negocios son los negocios y así se mueven las cosas aquí. Lo cierto es que el oficialismo está reeditando el golpe del 4 febrero desde el poder y sin grandes esfuerzos, preponderantemente pueden hacerlo ante una población inasible, y probablemente sin voluntad para votar en las primarias. Con tanto real en la calle lo que hay es derroches de grandezas  y ganas de aprovechar cuanta golilla prometa “la revolución”. Esa será la gran lucha final entre un Chávez ahíto de dinero y una oposición confundida, esperanzada en ganar milagrosamente unas elecciones pautadas para octubre.

Así no se construye país ni se redime nación alguna, siendo cómplices en cierta manera de esos desmanes encubiertos como misiones sociales. Venezuela es otra, indudablemente se impuso la que nunca ocurrió en nuestros anales históricos, sin ética, sin valores ni valentía para librar actives que consigan alcanzar la libertad pérdida.

Ojalá, los meses restantes para las votaciones sirvan de algo para la disidencia y no para seguir farfullando una ilusoria unidad; burocráticamente anclada en una Mesa

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