Opinión Nacional

De la renta petrolera a la renta política

El gran problema es que los venezolanos tenemos 100 años discutiendo qué hacer con ella: ¿ahorrarla?, ¿»sembrarla»?, ¿gastársela toda?, ¿endeudar al país esperando mayores ingresos en el futuro? Sin embargo, se decidió por lo más cómodo y peligroso: dejar que cada gobierno decida mientras está en el poder, qué hacer con ella y qué destino darle.

Eso de dejar en manos de unos pocos un problema que como sociedad deberíamos haber resuelto desde hace tiempo, se lo debemos a la viveza «política» criolla, que nunca dejó (estemos claros, no tenía incentivos) que ocurrieran cambios. Es así como mientras otros países se han preparado para un futuro sin petróleo, nosotros cada día que pasa nos volvemos más dependientes y somos famosos por la cantidad de oportunidades que dejamos pasar.

Sin embargo (y lamentablemente) esa no es la única renta (y sus vicios) que por estos días podemos apreciar en nuestro país. Hoy vemos cómo un partido político trata de vender a toda costa la idea que su extinto caudillo está nuevamente en carrera para las elecciones presidenciales, esta vez en la figura de alguien al cual ese Líder hábilmente «bendijo» antes de partir, haciéndolo beneficiario de su testamento político y por lo tanto heredero de surenta política.

En países donde las instituciones son lo más importantes y trascienden por encima de las personas, estas cosas son imposibles que ocurran. En Venezuela esas cosas sí ocurren y con demasiada frecuencia.

La necesidad criolla de tener un caudillo, de seguirlo ciegamente y hacer creer que él y sus ayudantes son una suerte de «Olimpo», nos ha perseguido a lo largo de nuestra historia. El culto a personajes como Bolívar, Páez, Guzmán Blanco, Gómez, etc., constituyen pruebas de eso. Lamentablemente, hoy Venezuela regresa a esa mala costumbre y afronta un nuevo culto a la personalidad, uno que trata a toda costa de convertirse en una religión política. Pareciera que a una buena parte de la población le resulta más fácil elstatus quo, que le tienen terror a la incertidumbre de los cambios y además que adoran seguir con una fe devota a alguien que les alimente las esperanzas (aunque esto signifique no mejorar su condición social).

En Venezuela seguimos empeñados en no despegar, en aferrarnos al pasado, empecinados en que la Edad Media regrese. En menos de un mes escogeremos un nuevo presidente y al parecer la decisión no se basará en cuál candidato (y proyecto) es más beneficioso para el país, sino en cuál fue escogido por el «exlíder», por el antiguo Jefe Supremo. La renta política, aquella lograda sin competir para convertirse en el mejor, solo con obediencia al líder, es la que ahora se nos presenta en el país y la cual es favorita para ganar. Nunca fuimos un país tan rentístico, y al parecer nunca nos irá peor.

@luisoliveros13

 

 

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