Opinión Nacional

De nuevo sobre las oposiciones

Al revisar, recientemente, los artículos que he publicado en Analítica sobre la cuestión de las oposiciones, he llegado a la conclusión de que hay en ellos algunos vacíos importantes. Juzgo débiles, por ejemplo, los análisis relativos a las oposiciones no organizadas de signos diversos, cuya importancia es pequeña en este momento y puede llegar a ser mayor –en unos casos para bien y en otros para mal- en el curso del proceso político. En consecuencia, han sido limitados los planteamientos críticos –en unos casos- así como, en otros casos, las propuestas o sugerencias sobre la actividad requerida para fortalecer los diversos sujetos de la oposición democrática.

Las nuevas reflexiones me han conducido a clasificar con términos más precisos a los sujetos y a caracterizar más rigurosamente las respectivas condiciones de actores. De ello deriva un enfoque más afinado del asunto de las grandes líneas políticas que deberían formular seriamente, y llevar consecuentemente a la práctica, las organizaciones que están cumpliendo funciones de dirección.

Seis sujetos plurales están presentes (pero sin integrarlo) en el campo de la oposición; cuya diversidad hace que éste, además de heterogéneo, sea muy ineficiente:

1º) El de la derecha ideológicamente extrema, no democrática, no organizada, partidaria acérrima de la abstención, pero carente de una estrategia y de propuestas programáticas, ya sea referidas al momento actual, ya sea referidas a la vida general del país durante el período que comenzará cuando la cúpula chavista sea derrotada.

2º) El de la derecha ideológicamente moderada; democrática; con una estrategia casi absolutamente centrada en el trabajo electoral; primariamente organizada en unos cuantos estados; cuyo principal dirigente es candidato presidencial y, según las encuestas, recibe un apoyo más que modesto de los futuros electores, si bien muy por debajo del que obtiene Chávez; con propuestas programáticas conceptualmente vagas e inconsistentes.

3º) El de la centroizquierda: democrático; débil; disperso en varias organizaciones que, no obstante, su cercanía, parecen estar todavía lejos de agruparse; con una estrategia que está prácticamente concentrada en el asunto electoral; todavía sin proposiciones programáticas que tengan claridad conceptual; y con una definición aún no formalizada en cuanto a candidatura presidencial, aunque es un secreto a voces quien será el escogido.

4º) El de una oposición no organizada, minoritaria en el campo social opositor, pero relativamente numerosa; con capacidad para participar en la solidificación de una estrategia democrática de lucha y en la elaboración de propuestas programáticas consistentes, realistas y progresistas, tanto las pertinentes en el período de la hegemonía y la dominación de la cúpula chavista como en el futuro posterior a ellas. Esa porción de la oposición minoritaria tiene la fundamental importancia cualitativa que le dan sus recursos intelectuales. Si una parte de ella llegare a ubicarse en el campo de la centro-izquierda, lo elevaría cualitativamente, y en tanto lo hiciere contribuiría mucho a que creciera con calidad. Si no fuere posible que eso ocurra, tendría gran valor el que los poseedores de formación intelectual asumieran, agrupándose autónomamente, una posición de militancia activa –la que fuere posible- y tendieran puentes para el acercamiento a las organizaciones políticas, tan necesitadas de su concurso.

Curiosamente, una parte de la minoría intelectual opositora –cuyo nivel de comprensión la capacita para discernir realidades y perspectivas complejas- está fallando hoy en percibir que la victoria de chávez en la elección de diciembre es inevitable. Los actuales candidatos que hacen parte del campo opositor están cometiendo un serio error de valoración o están mintiendo. Eso es un hecho absolutamente perceptible y muy deplorable. Pero el mismo no disminuye ni sirve para explicar la elevadísima falta de apreciación en que ha incurrido aquella parte de la minoría intelectual opositora. Cada quien es responsable de sus propias equivocaciones

5º) El de la centro-derecha y la derecha no organizadas, democrático y opositor, con tendencias hoy dispares con respecto a la participación en la próxima elección. Está compuesto por personas de la clase media alta y por empresarios importantes en su medio social. Agrupados o no en organismos gremiales, y quizás –en mayor o menor medida- protagonistas de acuerdos (voluntarios o no) con el Gobierno de Chávez, el hecho de que se incremente en su seno la propensión a participar en el proceso comicial no es desdeñable, especialmente porque pueden ayudar a expandir e intensificar la actividad comunicacional.

6º) El de la mayoría social opositora y no organizada. Está ubicada en los mismos terrenos que ocupa la mayoría de los partidarios de Chávez. Predomina allí una baja cultura política. Es grande la decepción respecto de la oposición política organizada: porque los dirigentes de ésta cometieron reiterados errores graves y porque todos aquellos que continúan luchando claramente por vías democráticas ocultan casi siempre la dura verdad. Esto es percibido por dicha mayoría, porque su muy limitado nivel de cultura no le impide captar lo evidente.

La considerable desconfianza que le produce la dirección de la oposición democrática induce tendencias a la abstención.

El cuadro de las oposiciones aquí dibujado muestra una situación de gravedad inocultable, frente a la cual sólo puede tener valor creativo el optimismo de la voluntad, basado en la conciencia (Esta idea es una versión de “optimismo de la voluntad y pesimismo de la conciencia”, con la cual Antonio Gramsci quiso expresar cómo debe comportarse un sujeto revolucionario colectivo ante la derrota, siendo obligante para él continuar la lucha. Por supuesto, no estoy haciendo un ejercicio de paralelismo entre realidades y sujetos políticos cualitativamente muy distintos).

Crear ese optimismo es exigencia desafiante para el liderazgo actual. Reducido en cuanto a número y limitado en cuanto a conocimientos teóricos indispensables, él requiere la ayuda del sector intelectual que actúa fuera de los límites de la oposición democrática organizada. Es necesario que el liderazgo haga esfuerzos por encontrarse con ese sector, el cual debería, sin borrar de su memoria las justas críticas, facilitar el acercamiento.

Añado la siguiente afirmación final. La heterogeneidad política e ideológica de la oposición democrática es un dato objetivo de la realidad. Los distintos componentes de ella necesitan el entendimiento y lo necesitarán durante un tiempo impredecible. Las dificultades que la diversidad y los naturales intereses divergentes originen deben ser encarados con una sólida convicción sobre la necesidad de actuar juntos, sin perjuicio para la autonomía de cada uno. Hacer concesiones que no la lesionen es una regla clave. Pero ha sido, es y será muy dañino no distinguir entre convergencia de la oposición democrática y convergencia de toda la oposición. Hay una no democrática, que ha sido y será aventurera. Causó muchos perjuicios, que resultaran irreparables. Ayer fue una grave equivocación conciliar con ella. Nunca dejará de serlo. Con ella sólo debe haber una relación de antagonismo. Cada día voceros suyos hablan, escriben, predican. Su mensaje es casi desembozado: apenas una pequeña distancia lo separa de la exhortación abierta.

Esa oposición no democrática carece de fuerzas; pero su discurso llega –no puedo estimar cuánto- hasta grupos sociales opositores con niveles de politización primitiva, propensos a reacciones emocionales. La inclinación por la abstención puede ser su comportamiento tendencial. Hasta ellos debe llegar nítidamente, sin esguinces acomodaticios, el planteamiento democrático.

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