Opinión Nacional

De radioaficionado a Twitterdependiente

Sufríamos los años de la dictadura anterior. Marcos Pérez Jiménez ocupaba los espacios de Miraflores y dirigía un proceso, que como todos los que son hegemónicos, cometen errores gravísimos. Aquel, que tenía todo un programa de transformación física, puso al ciudadano en un plano desmejorado y privilegió las ventajas para sus acólitos. Pero no es eso lo queremos decir.

         En aquellos años, cuando éramos apenas unos estudiantes del montón en un liceo público de primera calidad, el Liceo de Aplicación en El Paraíso, obtuvimos la autorización necesaria para desempeñarnos y distraernos en el campo de los radioaficionados.

         Era una actividad apasionante. Costosos equipos que podían comprarse de segunda mano y unas antenas que eran emblemáticas y señalaban, sin lugar a dudas, las aficiones de los habitantes de la vivienda, muchos venezolanos y personas de todo el mundo, se comunicaban a través de las ondas hertzianas.

         Había, en términos generales, tres tipos de radioaficionados o radioidiotas, como el vulgo los denominaba. Los cazadores de DX: personas que se vanagloriaban de la cantidad de contactos que habían logrado con los países más recónditos del planeta. Recordemos que no se había “inventado” la globalización. Convivían con los amigos de atender al público, personajes que estaban muy atentos para poner sus equipos y medios de comunicación al servicio de quienes los necesitaran para una causa justa e importante. También recordemos que para comunicarse con el interior o peor con el exterior, era necesario solicitar una llamada de larga distancia al 03 de CANTV que nos transformaba en esclavos del teléfono pues la llamada podía “aparecer” varias horas más tarde y si no estaba el solicitante, “perdía la llamada” pero tenía que pagarla. Y el tercer grupo era el que se denominaba radioaficionados sociales, quienes dedicaban mucho tiempo a mantener conversaciones de muy poca importancia pero que les permitía “viajar hertzianamente”.

         Hoy día y después de disfrutar muchos, o casi todos los avances que ha sufrido la comunicación en este medio siglo, dedicamos tiempo a leer y producir mensajes en la llamada red social que recibe el nombre de Twitter. Aprehendemos y colaboramos.

         En este interesante bosque también suceden los mismos eventos. Se consideran triunfos los logros de importantes incrementos en los números de “seguidores”. Pensamos que más importante es el logro de mejores corresponsales. Hay toda una cultura de ayuda al prójimo, especialmente cuando se encuentra enfermo o en dificultades, también es un magnífico instrumento para difundir noticias. Más a diferencia de aquellos tiempos, Twitter es una red que ha demostrado una efectividad inaudita en el análisis de los eventos y noticias políticas.

         Twitter es el mayor exponente de la democracia en las comunicaciones. Toda persona que tenga acceso a Internet, tiene la posibilidad de gorjear y de escuchar los gorjeos que se producen en cualquier parte del mundo, solo hace falta crear su propia red, la unión de personas a quienes se dirige y disfrutar de la red de quienes lo han escogido como “corresponsal”.

         Una de las características que más nos llama la atención es que Twitter fundamenta su sistema de crecimiento en los mismos parámetros y mecanismos que, en tiempos remotos, utilizaban los comunistas para establecer las famosas “células” de comunicación.

         Nada es “nuevo” bajo los cielos del mundo. Lo muy importante es la EVOLUCIÓN, la transformación del conocimiento para adecuarlo a los tiempos que se van sucediendo.

         Para finalizar, una pequeña anécdota. En aquellos tiempos de la dictadura perezjimenista, había radioaficionados que tenían unidades instaladas en sus automóviles. Compárenlo con los difundidos teléfonos inteligentes de hoy. Aquellos vehículos se identificaban fácilmente pues disponían de una antena de varios metros adosada al parachoques posterior.

         Una unidad de la policía detiene al vehículo de uno de ellos e interroga al conductor, quien les presenta todos los permisos necesarios e innecesarios. Entonces, el jefe de la patrulla policial toma el micrófono de su radiopatrulla y se comunica con sus superiores: De pescadito a Tiburón, adelante: Acabamos de detener una estación “clandestina con permiso”… Cosas veredes Sancho.

         Entonces, ahora y siempre los pensamientos de las autoridades tienen que hacerse sentir.

 


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