Opinión Nacional

Deformación de la historia

Uno de los rasgos propios de los regímenes fascistas es la sistemática manipulación de la historia. Manipulación que responde a la necesidad de legitimación de los gobernantes ante la memoria histórica de los pueblos. El régimen del tte coronel, como buen “proyecto fascio”, ha reestructurado y reelaborado determinados episodios de nuestra historia Patria para acomodarlos en función de su libreto neototalitario: la teología bolivariana (religión en torno a la figura de Bolívar).

La categoría de religión política, fue derivada por el historiador estadounidense de origen alemán George Mosse, quien estudió el nacionalsocialismo alemán y cómo éste se fue transformando en una religión secular inapelable. La teología bolivariana es una buena expresión del sincretismo ideológico propio de los gobiernos fascistas, la cual además se ha transformado en la fuente teórica de la nueva derecha venezolana (boliburguesía). Más que una ideología original aparece como fusiones sincréticas de varios planteamientos políticos -proyectos, discursos, etc.- aglutinados siempre bajo el nacionalismo unitario y el autoritarismo centralista.

Ejemplo de esa aberrante manipulación histórica es el afirmar que Bolívar fue socialista, monstruosidad histórica que evidencia la orfandad ideológica del proyecto político del tte coronel. Recordemos que Bolívar representó a la oligarquía criolla de la época, y que las luchas que inicialmente encabezó fueron en defensa de la misma (blancos criollos), frente a los atropellos y exclusiones propiciados por los blancos peninsulares representantes del poder colonial. Sin embargo, el uso perverso de la figura de Bolívar como precursor del socialismo del siglo XXI, es una Patente de corso, una suerte de magia que le ha permitido al tte coronel y su camarilla darle sustento político a su modelo neototalitario, así como continuar con sus atropellos y desmanes en nombre del padre de la Patria.

Bolívar inspiró su acción política en el «Contrato Social» de Rousseau y sus epígonos de la “Revolución Francesa”, en la “Declaración de los Derechos del Hombre” así como también en “El Espíritu de Las Leyes de Montesquieu”, lo cual resumió en ese célebre discurso que pronunció el 15 de febrero de 1819, al momento de instalar el Congreso Constituyente en Angostura: “El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. Bolívar fue un hombre que manejó lo que denominan las grandes verdades universales, es decir, el bien, el pueblo, la felicidad; conceptos loables, pero carentes de contenido clasista. Bolívar nunca llegó a concebir una reforma social en el sentido que luego fue estructurado en el socialismo, ya bien entrado en el siglo XIX. El Libertador jamás luchó ni imaginó cambios contra el estado de cosas que apenas estaban incipientes, como el ascenso industrial, el imperio del capital sobre el feudalismo decadente. Sus iniciativas integracionistas fueron netamente competitivas frente al desarrollo importante de otros países que ya apuntaban como los sustitutos de la realeza feudal. Cuando Bolívar se inicia en las lides políticas libertarias en Caracas, viene imbuido de la influencia burguesa europea (revolución francesa), cuyas banderas de lucha eran la igualdad, libertad y confraternidad. Se trató de una revolución eminentemente anti-feudal, sin nada que ver con las condiciones capitalistas que comenzaban a emerger en esa convulsionada época. Cuando Bolívar muere el 17 de diciembre de 1830, Carlos Marx apenas tenía 12 años de edad, y obviamente el socialismo científico no tenía el soporte teórico (materialismo histórico y dialéctico) que años más tarde enarboló producto del extraordinario esfuerzo intelectual de Marx y Engels. Resulta por demás un absurdo endilgarle a Bolívar sueños «socialistas» o “posturas anti-capitalistas” cuando en realidad nunca las tuvo. Sin embargo, el no haber sido socialista no le quita la grandeza a Bolívar, ni menoscaba en lo más mínimo su obra libertaria en la América oprimida.

Estamos ante un régimen militarista y de firme inspiración totalitaria y fascista que en nombre de su teología bolivariana acorrala, pisotea, y humilla a todo aquel que no comulgue con su proyecto neototalitario.

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