Opinión Nacional

Del INCE al INCES

El 22 de agosto de 1959 Rómulo Betancourt, presidente de la República de Venezuela, le pone el ejecútese a la ley que creaba el Instituto Nacional de Cooperación Educativa, INCE. Se hacía así realidad la idea concebida por el Dr. Luis Beltrán Prieto Figueroa, insigne educador, venezolano probo y revolucionario a toda prueba.

Nace el INCE como un instituto autónomo, con patrimonio propio, siendo sus principales fines el: Promover la formación profesional de los trabajadores; contribuir a la formación de personal especializado y llevar a cabo programas de adiestramiento dedicados a la juventud desocupada; Contribuir a la capacitación agrícola con el objeto de formar agricultores aptos para una eficiente utilización de la tierra; Fomentar y desarrollar el aprendizaje de los jóvenes trabajadores; y Colaborar en la lucha contra el analfabetismo. Es decir que sería el ente rector en la formación de los recursos humanos calificados necesarios para ser incorporados al aparato productivo nacional, compartiendo responsabilidades en este proceso entre el Estado, el empresariado y los propios trabajadores, con lo cual se aseguraba el éxito de esta importante misión.

Se le estableció una estructura de gobierno y administración tripartita: Estado, empresarios y trabajadores. Sus recursos provendrían en un 80% aportado por los empresarios (2% de su nómina) y los trabajadores (0,5% de sus utilidades) y un 20% por parte del Estado. Había sido un instituto de una importante continuidad administrativa, al punto que en sus primeros 40 años de actividad (1959-99) solo tuvo 12 presidentes. Su metodología de enseñanza ha sido considerada una de las mejores, sino la mejor, en el concierto internacional de formación de mano de obra calificada. Millones de hombres y mujeres de todas las edades han recibido su formación en el INCE.

Pero llegó la revolución y el comandante mando parar. A partir de 1999 comienza una etapa diferente en el INCE. De institución formadora de recursos humanos pasó a ser centro de adoctrinamiento de jóvenes, de prácticas de orden cerrado, de manejo de armas y de enseñanzas facistoide para inculcar la cultura de rendir pleitesía al militar felón jefe de la revolución castro comunista. Las instalaciones del INCE se llenaron de fotos del comandante en jefe y todos sus centros se pintaron de rojo y sus trabajadores obligados a uniformarse del mismo color. El teniente coronel lo anunció: “Hay que reorganizar al INCE para impartir doctrina socialista”. Y luego otro anuncio: “El Gobierno excluyó al sector privado de los programas del INCE”.

Pero faltaba lo peor, y llegó, como ha llegado todo con este régimen que con vaselina nos ha venido imponiendo su proyecto y no pasa nada. La Gaceta Oficial nos anunció el madrugonazo. El 23 de junio, reimpreso el 8 de julio, se publicaba el Decreto No. 6.058, con rango y fuerza de ley, donde se cambiaba totalmente al INCE del maestro Prieto por el INCES del militar Hugo. De Instituto Nacional de Cooperación Educativa, INCE, sin consulta ni participación de los otros dos socios y principales pagadores, se pasó a Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista. INCES, en flagrante violación de la Constitución Nacional y de la voluntad popular expresada el pasado 2D. “Al carajo la formación de recursos humanos, lo que se necesita son hombres y mujeres para la revolución, para el proyecto hegemónico y totalitario del caudillo, para la guerra asimétrica, para derrotar al imperio, para acabar con los oligarcas, para formar a los jóvenes que nos llevarán al mundo feliz, no al de Huxley pero si al de Fidel”, se ha ordenado.

Como venezolano y ex presidente del INCE quiero dejar mi más profunda y enérgica protesta por el nuevo atropello de este régimen totalitario contra las instituciones de la república; esta vez dirigido a desvirtuar totalmente la hermosa e importante misión de uno de los grandes logros de la democracia venezolana, ejemplo de formación de juventudes. Reclamo igualmente de los hombres y mujeres de esa gran familia INCE, así como de la dirigencia de las instituciones que la integran legalmente, empresarios y trabajadores, que son los que mantienen económicamente al INCE, que alcen su voz de protesta, sin miedo, para impedir que se cometa un nuevo crimen institucional. Se me ocurre que esta puede ser una gran oportunidad para activar el artículo 350 de la constitución y declarar la desobediencia civil. Las empresas no enterarían al INCES el aporte correspondiente y los trabajadores harían otro tanto. Si este gobierno quiere adoctrinar en el socialismo que lo haga con recursos de otro costado, pero no con los de los empresarios y trabajadores. Recordemos a PDVSA. Se muere el INCE, otra victima de la revolución. Descanse en paz maestro Prieto.

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