Opinión Nacional

Democracia y ciudadanos

“Todo lo que vaya contra la libertad, la justicia, los derechos humanos, sociales, civiles y políticos de los venezolanos es moralmente inaceptable”. Esta premisa, establecida por la Conferencia Episcopal de Venezuela en un documento público reciente, posee un carácter intemporal. Cansados, los venezolanos, de tantos sesgos y diatribas inútiles, hoy con la República en jirones, la invocamos.

“Lo que propicia los abusos es, precisamente, la ausencia de libertad, de transparencia y de controles”. Esta otra sentencia recoge uno de los editoriales de El País, periódico español, donde se hace un oportuno análisis de la corrupción al más alto nivel alrededor de la dirigencia en el régimen chino, que por cierto, pasa por ser uno de nuestros más queridos socios, (el otro es Cuba, el anti modelo de la Sociedad Abierta) de acuerdo a la geopolítica chavista.

La gran revolución alrededor de la política moderna (S.XVIII) fue la división de los poderes y como estos se contraponen y equilibran para evitar los abusos. Los Reyes cuando eran divinos y aliados de Dios dirigían a súbditos, luego de la Revolución Francesa (1789), aparecen los ciudadanos y formas de organización política que ponían límites a la tentación del Poder por controlar a sus dirigidos. Con el ciudadano se inicia un proyecto civilizatorio conducente a democratizar la sociedad bajo el imperio de las leyes y la conducción rectora de las instituciones.

Las viejas consignas de libertad, igualdad y fraternidad se mantienen vigentes hoy. La sociedad nunca puede ser aplastada por ningún Gobierno, es la ciudadanía la que delega la autoridad y el mandato a los gobernantes por un tiempo perentorio, y estos, deben rendirles cuenta a sus dirigidos. Al Poder hay que limitarlo y controlarlo, de lo contrario estaríamos en presencia de una usurpación a través de una legalidad bizarra.

La Historia de Venezuela, luego de la Independencia, quedó en manos de distintos “loqueros” o “gendarmenes necesarios”. El Partido Militar se impuso al Civil y desde entonces impone su ley a los venezolanos. Desde el mismo momento en que el Dr. José María Vargas fue derrocado por Carujo y Mariño en 1835 se estableció una manera de entender la política desde la fuerza y la violencia sin importar las leyes, las constituciones, los intereses nacionales y mucho menos el bienestar de las personas comunes.

La andadura hacia la modernidad en Venezuela es un camino lleno de sinuosidades y tropiezos. Guzmán Blanco, Cipriano Castro, JV. Gómez y Pérez Jiménez, no fueron otra cosa, que la manifestación de la “autoridad” sin controles por parte del sector militar que de verdad se ha creído que a través de su épica independentista nos dieron la patria y la nación.

Finalmente, nos dice el historiador E. Pino Iturrieta: “Para ser dictadura, una dictadura no tiene por qué parecerse a las dictaduras de antes”. En cristiano su significado sería que una sociedad moderna se expresa a través de una ciudadanía responsable y consciente de sus propósitos “nacionales” teniendo al Gobierno como aliado y no como enemigo, de lo contrario, estaríamos padeciendo la dinámica de una hegemonía política/partidista con ropaje democrático.

DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN

DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS DE LUZ

 

 

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