Opinión Nacional

Deseos para el Año Nuevo

Comienza un nuevo año y es obligado hacer extensivos a todos los que nos reciben en nuestra casa, “Analítica”. Los mejores deseos por la paz, el progreso y la felicidad que todos aspiramos. Uno no quisiera dispersarse en esa intención, pero si vamos a ser completamente honestos en ello, los venezolanos, y por lo menos una verdadera y comprobada mayoría traga duro, sonríe, suelta los deseos y adentro de su alma, donde guarda el dolor, la rabia, la impotencia, la angustia y el miedo, pone toda su intensidad para que por fin se nos de otro.

Uno quiere seguir frenando el deseo que puede hasta ser un pecado mortal. El 24 en la noche cierra los ojos y aunque no sea un creyente fervoroso, se deja llevar por el ambiente nostálgico de otros momentos mejores, y pide al Niño Jesús: “ Ayúdanos a salir de esto”. Los que lloran seres queridos asesinados, presos o exilados, se abrazan y el deseo es bañado con lágrimas compartidas, con ese pesar profundo, íntimo, que ya no aguanta más. Los presos en las cárceles humillados y negados en los vociferantes discursos mentirosos que los niegan, sacan fuerzas de sus ánimos mutilados de esperanzas para ver a los hijos que crecen sin su apoyo, a sus mujeres que envejecen solitarias y resignadas y cierran los ojos para no ver más tristes los rostros viejos de sus padres. En los confesionarios o las confidencias íntimas con sus confesores, muchos confesarán el “pecado” que desean y rezarán sus penitencias ligeras, casi felices de haberlo podido decir.

Nosotros , los demócratas, los que no nos atrevemos a insultar o amenazar porque además de tener ese respeto de hogar, de educación, no podemos expresar nuestros deseos con esa franqueza hostil y amarga que tendríamos todo el derecho a sentir porque vamos presos o un ”Ajuste de cuentas” se lleva la vida de un hijo. Este hombre, de grave incompetencia psicológica, desbordado, esquizofrénico según algunas autoridades médicas, sigue con las gríngolas del poder conduciéndonos al abismo. Allí están Holanda, Estados Unidos, Dinamarca, España, Colombia, Honduras, reclamando, y él tan feliz enseñando morteros y rifles gigantescos, incitando a una guerra que le permite estrenar uniforme, mostrarse allí gordo, gordísimo de poder y peligro, con sus marionetas repitiendo las cartillas del descalabro. Navidades tristes desde aquel Vargas que le sirvió de marco para “retar la naturaleza”. Ya para cerrar el año, una buena noticia tenemos a Enrique Mendoza peleando abiertamente otra vez. Las denuncias planteadas por este hombre valioso que cumplió su injusta inhabilitación sin dejar nunca de luchar, amarga también estas fechas al régimen. Habrá que ver cómo hacen para desvirtuar la maniobra descubierta a tiempo. Pero cualquier deseo, si quiere ser cumplido, tiene que activarlo a usted , a mí, a todos. Somos la camisa de fuerza de Hugo Chávez.

Yo pedí lo mismo. Y la energía de millones deseando lo mismo, tiene su efecto. Yo lo pedí completito, sin hipocresía democrática. ¡Ya está bueno!

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