Opinión Nacional

Desespero

La estrategia diseñada por Hugo Chávez para enderezar el entuerto creado al imponer indebidamente a los candidatos para gobernadores y alcaldes ha resultado ineficiente y desacertada. Al principio de la campaña electoral su objetivo parecía verdaderamente inteligente: buscar que los candidatos de la oposición polarizaran con la figura presidencial para evitar discutir sobre la inexistente obra de gobierno. El éxito de esta estrategia requería de mucha perspicacia y discreción. En caso contrario sería detectada con facilidad por los partidos democráticos. La solución era una sola: plantear un debate de altura que obligara a los principales líderes de la oposición a responder para evitar perder autoridad moral con los electores. Sorprendentemente no se hizo de esa manera. Se consideró que lo más conveniente era el insulto y la descalificación. El teniente coronel Chávez empezó a recorrer el país con un discurso violento y ofensivo. El resultado fue realmente desolador: las encuestas empezaron a señalar un mayor fortalecimiento de los candidatos de la oposición y la abrupta caída de los representantes del chavismo. El descalabro estaba a la vista.

Al principio de la campaña electoral parecía que la derrota del chavismo sólo iba a ocurrir en seis o siete gobernaciones y en unas cien alcaldías. Actualmente los números señalan un fracaso de mayor magnitud: el triunfo de la oposición puede lograrse en doce o trece gobernaciones y en más de doscientas alcaldías. Esta dura realidad condujo a la sala situacional de Miraflores a plantear una solución de emergencia que la hemos visto aplicar durante esta semana. Era imprescindible garantizar el triunfo del oficialismo en el estado Zulia mediante la destrucción moral de Manuel Rosales. Hugo Chávez, sin asomo de vergüenza, mostró ante el país las acciones que pensaba tomar: En una de sus intervenciones dio la orden de hacerlo preso. Carlos Di Martino se presentó a la Fiscalía con un conjunto de denuncias sobre posible corrupción. Una nueva sorpresa. En lugar de disminuir sus posibilidades de triunfo se incrementaron arrolladoramente. Ante este fracaso se debe estar buscando otra forma de acción. Las recientes declaraciones del contralor Russián me hacen pensar que pueden estar planificando utilizar de nuevo el procedimiento de las inhabilitaciones.

En verdad Hugo Chávez ha demostrado no conocer la idiosincrasia del venezolano. Un discurso cargado de ofensas y amenazas sólo podía tener un efecto negativo. En el caso del pueblo zuliano, la reacción debía de ser de mayor fuerza. Su marcado sentido regionalista y sus indiscutibles virtudes ciudadanas tenían que conducir a no aceptar de ninguna manera que se mancillara su honor y sus tradiciones. No ha habido un solo sector de la sociedad zuliana que no haya rechazado las ofensas. Me impresionó particularmente escuchar las palabras del doctor Ángel Lombardi, rector de la universidad Cecilio Acosta. De una manera respetuosa pero firme le hizo ver al presidente Chávez que los zulianos no negociaban su dignidad. Para mi no fue ninguna sorpresa. Conocí ampliamente sus elevadas condiciones morales durante los años que viví en ese estado. Carlos Di Martino debe entender que sus errores han sido de tal magnitud que no es posible evitar la gran derrota electoral que sufrirá próximamente. Es preferible aceptar esta realidad política que continuar un camino tan equivocado que sólo puede producir un mayor rechazo popular.

Al teniente coronel Chávez le gusta provocar las crisis. Así lo hizo el 4 de febrero y el 11 de Abril. En ninguno de esos dolorosos momentos históricos midió claramente su magnitud y consecuencia. Durante el alzamiento militar jamás pensó que el régimen democrático, las Fuerzas Armadas y Carlos Andrés Pérez tendrían la capacidad y el valor de reaccionar ante la felonía. Así ocurrió. Tampoco jamás creyó que el 11 de Abril un número tan importante de sus más íntimos amigos lo iban a abandonar. Sólo la suerte y el general Baduel lo salvaron del desastre. De todas maneras la historia responsabilizará a Hugo Chávez de los muertos que ocurrieron ese día. No importa que todavía tenga presos injustamente a los comisarios Simonovis, Vivas y Forero. La verdad saldrá a la luz apenas pierda el poder. Ojalá estas dos dolorosas experiencias lo hagan reflexionar para evitarle a Venezuela otro trágico enfrentamiento. El desespero es muy mal consejero.

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