Opinión Nacional

Desilusión y tristeza

La “rebelión estudiantil”, descalificada constantemente por el presidente Chávez y los personeros del régimen, le ha costado muy caro al “proceso” revolucionario, en el que cada vez creen menos creen.

Las últimas encuestas nacionales muestran el clarísimo rechazo a las medidas adoptadas por el régimen en contra de la libertad de expresión y de información. El apoyo a los estudiantes, a la juventud y a los venezolanos que piensan en la democracia como único sistema de vida aceptable, ha causado una gravísima preocupación a los situacionales y a los representantes del régimen, incluidos los sometidos miembros de la Asamblea Nacional y el Defensor del Pueblo quien nunca, por cierto, ha cumplido sus funciones.

El régimen se muestra debilitado, muy debilitado, adentro. Sus mismos partidarios, según esas encuestas, rechazan las medidas y su actitud general ante la crisis integral que atraviesa el país. Esto debe preocupar muchísimo a los estrategas cubano-bolivarianos que intentan mostrar a Chávez que sus acciones han tenido un efecto positivo.

Hoy son los estudiantes quienes han dado una lección sin precedentes a la arrogante e ineficiente dirigencia revolucionaria bolivariana. En vez de plantearse un diálogo, la respuesta de los bolivarianos ha sido descalificar a los jóvenes que representan hoy un verdadero liderazgo nacional.

La calificación de desestabilizadores, de fascistas y de cualquier otra cosa, expresada por las “autoridades” nacionales no es más que la muestra, el reflejo simple, de la preocupación que les invade.

A todas estas, preocupados por el “rebote” de las medidas contrarias a todo, ejecutadas por el presidente, cabeza única del régimen bolivariano, y seguidas por sus colaboradores de todas las instituciones, el venezolano siente cada vez más desilusión, más frustración. Se nos va de las manos el tiempo. El mundo avanza en libertad, progresando, mientras en nuestro país sólo parece haber tiempo y espacio para la ofensa de unos y la defensa de otros.

Un pueblo acostumbrado al optimismo, alegre por su propia naturaleza, cae en la tristeza y en la desilusión, con las consecuencias que ello genera para nuestra sociedad, por el fracaso de un régimen autoritario e ineficiente que sólo ha sido efectivo en el despilfarro de nuestros recursos.

Los miles de millones de dólares despilfarrados, los “regalos” dados a fuera para comprar consciencias, aunado a los miles de millones de bolívares utilizados para ganar adentro, beneficiarios, motorizados que agreden a ciegas a los venezolanos que luchan por su libertad, que atacan a los que disienten, muestran el fracaso gerencial de un grupo de improvisados y resentidos.

Los venezolanos se preguntan en dónde están los hospitales, las viviendas, los aeropuertos, rutas ferroviarias, autopistas, escuelas, el empleo y la seguridad tantas veces ofrecidos. ¿En dónde están? Esa es la pregunta que en todos los sectores del país se hace hasta el más humilde de los venezolanos.

Lanzar la carne y los tomates al pueblo a través de MERCAL, una Mersifrica cuarta republicana teñida de rojo, es una vergüenza. Es indigno, nada más, ver como a los venezolanos se les intenta ganar con carne vieja en los días feriados que montan los alcaldes rojos para complacer al supremo. Imperdonable.

Pero los venezolanos entienden hoy, por fin, al igual que afuera, al menos la mayoría, lo que sucede en Venezuela. Un grupo de iluminados que se aprovechan de los recursos para detentar el poder y disfrutarlo.

La farsa, la hipocresía, característica de este régimen y de sus “dignatarios”, se muestra una vez más con la creación “espontánea” del Partido Socialista Único. El cinismo llegó al límite cuando se califica a los cautivos compatriotas, de “aspirantes”. Más grave e indigno, los “despojos” de los dirigentes de mayor “relevancia” nacional del bolivarianismo. ¡Entregaremos nuestra riqueza a la patria! gritan algunos para complacer el supremo.

Sería interesante ver esa distribución y la lista de aspirantes, para desmontar de nuevo otra de las farsas a las que nos somete groseramente este régimen socialista, al que la muerte parece ser más importante que la misma patria.

La desilusión reina en todas partes. Los que una vez creyeron en esta farsa, hoy lo sienten. Es triste ver el camino que ha tomado el régimen para imponer un sistema inaceptable. La tristeza embargaba a todos los venezolanos hasta que vieron a los jóvenes, a las nuevas generaciones, prácticamente nacidas bajo este oprobioso régimen, salir a la calle para pedir respeto, inclusión, y para solicitar que se detenga la división y el exclusionismo que quiere imponer el castro-chavismo en este país.

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