Opinión Nacional

Después de Chávez

 El fenómeno chavista ha sido y será objeto de estudio entre los especialistas de la ciencia política y quizás también será tema para una buena novela del realismo mágico latinoamericano. Chávez fue una peculiar mezcla entre el primer Perón y Castro. Padecía, como Perón, de los que Octavio Paz llamaba los dos morbos endémicos de la América Latina: el populismo demagógico y el militarismo. Igual que Perón, tenía algo de Mussolini, efectivamente, Carlos Fuentes lo llamó: un “Mussolini tropical”. Entre sus primeros “maestros” ideológicos tuvo al neo-fascista y antisemita Norberto Ceresole, autor de uno de sus libros de cabecera: Caudillo, Ejército, Pueblo. La otra vertiente ideológica de Chávez es el marxismo-leninismo de Castro, “inoculado” desde la adolescencia por su hermano mayor Adán, entre otros. La fortaleza del chavismo se debió, básicamente, al carisma del caudillo, al precio alto y sostenido del petróleo, que le permitió un “clientelismo distributivo” interno y externo y a la división y errores de la oposición. Fue un hombre con suerte. Las circunstancias le fueron favorables. Sin la crisis socioeconómica de finales de los ’80 y primeros ’90, por la baja sostenida de los precios del petróleo y el auge de la antipolítica, el abortado golpe del 92 hubiese tenido otras consecuencias.

Pero, el carisma no se hereda ni se transmite, el sucesor Nicolás Maduro tiene la unción del Mesías Redentor, por eso, en el chavismo no se le discute la candidatura presidencial. Sin embargo, el efecto de la unción no es eterno. El liderazgo definitivo del chavismo dependerá de las nuevas circunstancias. La chequera petrolera subsiste pero algo disminuida. En efecto el despilfarro, la ineficiencia y la corrupción la están afectando progresivamente. La falta de mantenimiento e inversión están colapsando los servicios y la infraestructura y sobretodo la vital producción petrolera. También la oposición democrática ha aprendido de sus errores. Con normales dificultades y problemas, ha mantenido la unidad y no olvidemos que, el 7 de octubre, frente al propio Chávez y con todo el ventajismo y los abusos del entero aparato del Estado, logró disminuir la votación chavista del 63% del 2006 al 55%, obteniendo un respetable 45%. Algunos creen que el chavismo sin Chávez podría permanecer dominante en el escenario político de forma similar al peronismo. Al respecto hay que recordar que el primer Perón gobernó sólo 9 años, de 1946 a 1955, aprovechando la riqueza acumulada por los gobiernos anteriores, su populismo clientelista permitió que todos esos años fueran recordados como “años de oro” por los sectores desposeídos. Los militares y la oligarquía agraria que le dieron el golpe, cosecharon el desastre socioeconómico que sembró Perón. Militares gorilas y oligarquía no dejaron que el Presidente del Pueblo siguiera gobernando, allí nació el mito. Al regresar a la presidencia en 1973, se murió apenas el año después, no tuvo tiempo de deteriorar el mito. Además, a diferencia del chavismo, que tiene una clara marca ideológica neocomunista, el peronismo es una franquicia que le sirve tanto a un neoliberal como Menem, como a los populistas Kirshner. El chavismo permanecerá como una fuerza política importante, pero probablemente ya no será hegemónica.

Maduro está basando toda su campaña sobre el “efecto simpatía” por el fallecido. Pero Maduro no es Chávez, aunque trate de esconderse detrás de su sombra. Es importante notar que cada vez que Chávez no estuvo involucrado directamente en las elecciones, ha habido un número relevante de chavistas que se abstuvieron. Maduro también está empezando a cosechar los frutos de una política económica desquiciada: la enésima devaluación del bolívar, la escasez, la inflación, la inseguridad, los “apagones”, etc. Liberales, socialdemócratas, socialistas democráticos, conservadores y democristianos, por encima de las diferencias, deben entender que los enfrentamientos fundamentales en esta elección son: Democracia vs Dictadura del Siglo XXI y Economía Social de Mercado vs Colectivismo Neocomunista. Henrique Capriles debe levantar el entusiasmo para movilizar a ese 45% que votó por él en octubre y proyectar el mensaje de la posibilidad de una mejor Venezuela , para que los indecisos, los abstencionistas crónicos y también los chavistas democráticos sientan que ha llegado la hora del cambio democrático, en paz y unidad.

 

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