Opinión Nacional

Después del 14 de Abril

En estos últimos cuatro meses los venezolanos hemos presenciado manifestaciones de todo tipo, tanto del régimen como de la oposición. El régimen buscando legitimar a Maduro en el escenario internacional luego del apretado resultado electoral de las presidenciales del 14 de Abril, mientras la oposición intentando demostrar de que hubo fraude.

Mientras el liderazgo del gobierno y la oposición andan en esto, los venezolanos de a pie continúan confrontado la inflación, la escasez de alimentos, el mal servicio de servicios públicos (luz, agua, recolección de basura, transporte público, otros), la inseguridad, problemas estos que, hacen de la cotidianidad del venezolano una permanente angustia.

A partir del jueves 8 de agosto de 2013, se comenzaron a escribir en las correspondientes Juntas Electorales Municipales (JEM) los distintos candidatos a las alcaldías del país (335) lo cual allana el camino para unas nuevas elecciones. Ante esto, solo nos resta prepararnos para comenzar un nuevo capítulo electoral y aguantarnos las maquinaciones de esta sórdida política electoral a la que ha estado expuesto el país desde el 15 de Agosto de 2004

Desde 1998 en Venezuela los partidos solo pasan revista a lo puramente electoral. En todos estos años los partidos no le han prestado la debida atención a la discusión política de un proyecto alternativo a la «revolución bolivariana» Si nos detenemos a revisar el discurso político de todos estos años, encontraremos el énfasis repetido de lo puramente electoral, lo cual se ha convertido no solo, en lo más importante políticamente, sino también, en una interesante dinámica económica (publicidad, mitines, caminatas, jolgorios, otros) sin producción.

Sobre este tema he escrito obstinadamente planteando que, se hace necesario profundizar y reflexionar al interior de las direcciones políticas de los partidos sobre esta manera de hacer política, pues una sustancial representación del país, sospecha que, a los partidos preocupa más el resultado de las elecciones que, la propuesta y realización de un proyecto distinto a este “minestrón ideológico” del “socialismo del siglo XXI”. Pero la sospecha no es solo sobre los partidos como instituciones de representación social, sino que esta alcanza a todo el liderazgo del país (empresarial, eclesiástico, cultural, comunicacional, universitario, otros), pues los ciclos políticos son cortos y la prioridad de los partidos se impone a los efectos de que no se pierda el sentido del Estado.

Los partidos están obligados a discutir a su interior lo que ha marcado la vida política del país desde los tiempos de aquellas elecciones de 1998, es decir, no podemos continuar distrayéndonos en la pura competencia electoral y en el discurso reiterado de la reconciliación, pues estamos en presencia de un régimen que hace del poder no una disputa electoral civilizada, sino, una terapia militar continuada dentro del entramado institucional que construyó en estos 15 años.

Tal parece que, la ruta electoral con estas instituciones y este CNE a la que se adscribe vigorosamente la oposición, continuara minando las expectativas positivas de la población

 

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