Opinión Nacional

Después del 7-O

Después de la emisión de los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre, se requiere dejar que sedimenten las emociones para que tome lugar la luz de la reflexión y el análisis. Los resultados, además de señalar al ganador, permiten aproximarse con bastante objetividad a la realidad política del país en su conjunto.

La primera tarea es esforzarse en estudiar y comprender lo que ha sucedido en este proceso electoral, cuyas consecuencias serán claves para la vida de la nación. Hay que saber leer lo ocurrido más allá del deseo y las identidades políticas de cada quien. Las universidades tenemos un aporte muy importante que dar en esta dirección para colaborar en la orientación de la vida del país, tal como lo establece nuestra misión institucional.

Una evidencia que se desprende de los resultados, es que en materia de identidades políticas, el país está dividido en dos mitades casi iguales. Como ya se ha repetido hasta el cansancio, mientras no se construyan vasos comunicantes entre estos dos sectores no habrá salida a nuestros grandes problemas. Solo construyendo una visión compartida de futuro y promoviendo la convivencia podremos hacer de Venezuela la casa en la que todos cabemos, sintiéndonos parte de una misma familia, en la que nos respetemos y podamos desarrollar nuestras potencialidades.

El diálogo para el reencuentro nacional comienza por el reconocimiento y la tolerancia mutua. La opción política que encabezó Henrique Capriles representa una fuerza política muy importante, que denota crecimiento, expansión y capacidad de organización y movilización. La selección política que representa el Presidente Chávez sigue siendo mayoría y muestra una gran vitalidad. Conocidos los resultados, los discursos de Capriles y Chávez avanzaron en la dirección correcta al reconocer expresamente y de manera respetuosa al contrario. La conversación telefónica sostenida entre ellos al día siguiente, constituye un buen gesto que abona a favor del diálogo.

Pero evidentemente que las señales de reconocimiento tienen que seguir profundizándose. Para ello sería conveniente bajarle el volumen a las descalificaciones, insultos y amenazas que provienen especialmente, aunque no únicamente, de líderes y canales oficiales. También habría que avanzar hacia la convocatoria de mesas de trabajo para encarar las graves dificultades nacionales en donde es urgente el encuentro y la búsqueda de soluciones en común.

Entre chavistas y opositores existe el deseo de avanzar hacia la convivencia y el respeto mutuo. Hay que exigirles a nuestros gobernantes hacerse cargo de estas expectativas.

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