Opinión Nacional

Después del Referéndum

“…seguiremos viendo al país rezagarse con relación a América Latina y el mundo, en medio de problemas grandes y pequeños que no se resuelven, porque el Presidente y su entorno está empeñado en imponernos sin discusión ni construcción de consensos algo que pudiera tener la aceptación circunstancial de una mayoría simple, pero no la necesaria para ser el proyecto nacional que hemos estado buscando afanosamente desde los ochenta.” Margarita López Maya: ¿Hasta el 2021? Febrero 13, 2009 por (%=Link(«http://gumilla.org.ve/home/home.php»,»centrogumilla»)%)

“El Estado heredado no se está transformando. La burocracia y la corrupción no están desapareciendo. La revolución no ha llegado al funcionariado del Estado. Las concepciones organizacionales prevalecientes son muy atrasadas. La brecha entre una aspiración revolucionaria enarbolada con virulencia y la realidad de todos los días de un Estado anacrónico y un gobierno atascado, juegan a favor del pragmatismo, de la ideología oportunista, de la conservación del statu quo. La evidencia de que toda revolución lleva su tiempo es aprovechada para justificar toda clase de incoherencias. Las urgencias se tragan todo lo esencial. La magnitud colosal de los pequeños problemas no deja chance para pensar en grande. Por allí se cuela todo el bandidaje que hace fiestas con las marañas del poder puro y duro.” Rigoberto Lanz. ¿Con cuál Estado? El Nacional, 25-01-09 p. 12.Nacion

Las dos citas incorporadas al comienzo de esta nota, resaltan elementos de importancia y, en cierta línea, diferentes a lugares comunes, Ideas repetidas, líneas de partido y encuestas amañadas y a veces encargadas, que forman parte de los basamentos de algunos -representantes políticos u opinadores cansones- para evaluar la realidad nacional en casos como el referéndum del 15 de febrero, entendido como del sí y del no. Este referéndum, donde la oposición alcanzó -exitosamente- más de 5 millones de votos deja un conjunto de elementos de alto interés para la discusión.

Un primer grupo de elementos concierne a condicionantes y componentes fundamentales del referéndum, y nos remite primeramente a la abstención. Una porción alta de venezolanos todavía no vota (alrededor de un 30%); no le interesan las elecciones, lo que en ellas se dirime o cualquier otra razón que pueda encontrarse. Cualquiera de las opciones, en mayor o menor grado, se acercó a lo sumo a una quinta o cuarta parte de la población. Son estas porciones las que determinan los destinos de la nación o las que brindan las bases de un consenso relativo o amplio. Un 30% con todo lo que han representado los comicios en Venezuela, en expectativas y gastos, no es un porcentaje irrelevante.

En segundo lugar, los empleados públicos se han convertido en un capital político de relevancia para la administración del Presidente Hugo Chávez (PHC). Es un voto considerablemente atado. No basta para limar esas ataduras decir que el voto es secreto –cosa totalmente redundante para los parámetros que invoca una democracia seria-, o expresar “di que si pero vota no”, entre otros elementos. Temores, responsabilidades, presiones, necesidades y gustos superan con creces los entusiasmos de algunos para que los empleados en cuestión traspasen la presión de la administración de turno. Del lado de la oposición, algunos –y la misma dirigencia estudiantil- pueden pensar que los estudiantes representan también un capital político significativo e incluso llegar a considerar el movimiento estudiantil reimpulsado desde los sucesos de Radio Caracas, como único y muy superior a los anteriores. Realmente, los comportamientos de los estudiantes en cada período histórico y político del país, han tenido su propio valor. Por lo demás y destacando considerables méritos, debe también señalarse que ha sido cómodo y un tanto apagafuego el beneficio que políticos tradicionales de la cuarta república han conseguido desde tal movimiento, en el contexto de ejecución de acciones muy conocidas en las competencias y rivalidades políticas.

En tercer lugar, la idea de la gerencia excesiva o abusiva de los fondos públicos, usados para beneficio de la administración que planteó la aprobación de la enmienda. Posterior al referéndum varios han sido enfáticos al señalar la campaña abusiva y las condiciones desiguales de competencia. Siempre esto deja la posibilidad de pensar que más allá de los revolucionarios voluntarios, hay los que son obligados, escondidos o beneficiarios de dádivas o mecanismos de corrupción. Igual que pasa en otros casos, hay que señalar que si la administración ejecuta tales mecanismos es porque hay beneficiarios. La campaña abusiva no se da en un contexto de seres inocentes. Ese también es el pueblo venezolano.

En cuarto lugar, antes de esta década algunos analistas –y hoy día también lo hacen algunos honrados o muy entusiastas- señalaron que el pueblo venezolano era eminentemente democrático y, entre otras cosas, amante de la paz. No decimos que no lo sea. Lo que hay que preguntarse es hasta donde se es democrático al votar favorablemente a la enmienda para permitir que un Presidente pueda tomar recurrentemente medidas nada democráticas o asociadas a regímenes dictatoriales; o cuando se persiste en los grupos de oposición en realizar los mismos errores que reproducen las mismas caras. Igual sucede con la idea de que el venezolano es un pueblo pacífico y noble. Los niveles de violencia, y corrupción que se han desarrollado no se han dado en Marte o en la luna: se han dado en Venezuela. Sin uno afirmar algo contrario a que el pueblo venezolano sea pacifico o le guste la democracia, sería bueno preguntarse hasta donde eso se ha convertido en una idea que pueda requerir un entonamiento fino.

Un segundo grupo de elementos atañen a los perfiles de interés del lado de los ganadores. En primer lugar, se trata del PHC que, después de una década de estar administrando la nación, le plantea al pueblo que ahora se va a consagrar a él o se va a consumir en la defensa de los sufrientes, según la cita que hizo de San Pablo en el discurso del 15 de febrero en cadena nacional. Un proyecto socialista o revolucionario de permanente amenaza más que de ejecutorias, lo presenta nuevamente el PHC como una novedad y en un escenario donde la oposición se le acercó considerablemente en el nivel de votos y que da el perfil de una nación dividida y sin consenso. La consagración del PHC, de la cual el mismo habló la noche del 15 de los corrientes, pareciera que –cómodamente- seguirá signada por el rentismo petrolero (es su frase extrema de: hasta con un petróleo en 0$ saldremos adelante).

En segundo lugar, el conjunto de retos que en pobreza, inseguridad, corrupción y otros flagelos pareciera que el PHC ha empezado a sentir le condicionan su futuro a pesar de su idea de la consagración a la que ahora se dedicará. El efluvio de la campaña disminuirá, los grupos de buscadores de rentas, de supuestos revolucionarios, paracaidistas y farsantes aumentarán y seguirán disfrutando los beneficios de los ingresos públicos, escondidos y dispuestos a decir algún día “yo no sabía”, “yo no era”. Es este un desafío que enfrentan los que con sinceridad y voluntariamente participan en el proceso que lidera el PHC. Puesto que, se regodee o no el PHC con el nivel del Coeficiente de GINI, estén o no dispuestos a avalar algunos organismos o analistas las gestiones de su administración, la realidad es que cada día hay más miseria, descomposición social e inseguridad.

En tercer lugar. Un Estado problematizado. Se le escucha al PHC hablar cada día más de eficiencia y de buscar a los mejores o expresiones relacionadas. El beneficio de la duda puede hacerlo pensar a uno que no es solo política, que incluso puede haber también intención sincera. El asunto es que cada día, como hemos afirmado en otros lugares (analítica.com, 2 de diciembre 2008), habrá menos revolucionarios y mas buscadores de renta o de corrupción. Días duros le esperan al PHC.

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