Dictador mentiroso y peligroso
Quienes veían a Hugo Chávez con ojos súper clementes o mercenarios para decirlo de algún modo, están pasando verdaderos vaporones para tratar de justificar las bárbaras actuaciones de éste cavernario, que por desgracia mal gobierna a Venezuela. Durante diez años nos ha acostumbrado a sus brutalidades e indecencias. El dinero petrolero que repartió a raudales en el extranjero la permitió comprar poderosos apoyos que hoy se ruborizan cuando se ven obligados a pronunciarse sobre el infierno en que Chávez ha convertido a Venezuela y pretende hacerlo con Latinoamérica toda.
Le gusta hablar hasta por los codos y no se da cuenta que la mayoría de sus palabras pueden usarse en su contra. La barbarie de Chávez ha llegado a tales extremos que el carnicero, asesino y desahuciado dictador cubano Fidel Castro y su sucesor en el trono parecen moderados delante de él, lo cual es ya mucho decir. A partir del brutal desaguisado del cese de la concesión de Radio Caracas Televisión, el más antiguo canal televisivo venezolano, y ordenar y el robo y despojo de sus equipos, la percepción que en el mundo se tenía de la personalidad de Chávez comenzó a cambiar.
La expulsión de Manuel Zelaya del poder y la esquizofrénica respuesta del mandatario venezolano, quien pretendió provocar una guerra civil e instigó enfrentamientos en Honduras ha hecho que muchos lo responsabilicen, con sobrados argumentos, de las muertes que allí han ocurrido, y de lanzar al patíbulo al mequetrefe de Zelaya, quien parece haberse dado cuenta a tiempo de evitar un martirio innecesario.
El colmo de las salvajadas lo acaba de protagonizar cuando simultáneamente obligó a la desvergonzada Fiscal General a presentar una dictatorial y gorilesca Ley de Delitos Mediáticos y le ordenó a su discípulo amado que cerrara 34 radioemisoras y 2 televisoras locales y mientras sus bandas terroristas atacaban Globovisión.
Trata de hacerse el sueco para no explicar creíble y racionalmente porqué armas letales venezolanas están en poder de las FARC. Por más que maniobra, el mundo comienza a verlo como un dictador mentiroso y peligroso.
