Opinión Nacional

Dilema o Complicidad

Hoy quiero hablarle a aquellos que entienden el régimen de injusticia y opresión que rige a Cubazuela, pero que no saben si votar a favor o en contra de la jefatura porque reciben prebendas, contratos, casitas, misiones, etc. El lucro proveniente de cualquier relación con un régimen que  mantiene el poder a costa del saquero de la nación, de la discriminación, de la corrupción espiritual y material, del odio, de la división, de la disolución de la familia, de la tortura, de los asesinatos morales y físicos, entre otros, los convierte en cómplices o al menos en colaboradores del sufrimiento, con frecuencia masivo, de sus conciudadanos y familiares.

“Vivir” en semejante contexto no es problema sólo para quien por desconocer la dignidad de la persona humana, incluyendo la propia, está tomado por la incivilidad y corrompido por la avaricia.

Es necesario recordar que el mantenimiento de este régimen significa profundizar y ampliar el dolor de cada víctima de su injusticia: de los presos de conciencia que envejecen en condiciones infrahumanas y el de sus familiares; de los desolados por las expropiaciones-despojo de sus bienes provenientes del trabajo de su vida; de la pérdida de la bondad del niño, del joven y de la gente sencilla tras el adoctrinamiento de una cultura de muerte; de la negación de la condición de persona de la nación…

Por otra parte ¿De qué sirve el dinero y los bienes, si no se tiene libertad ni para pensar? ¿Si ni siquiera hay paz en el hogar porque gracias al régimen estamos “bajo control del hampa”? En un secuestro se puede perder todo, hasta la vida, entonces ¿De qué vale lo mucho o poco que, por ahora, les “da” el régimen? Sin libertad habrán perdido su cualidad de ser personas para convertirse en seres sin misión de vida, sin sueños, sin futuro… sin alma. 

La indiferencia también es complicidad. El grupo juvenil de resistencia  “La Rosa Blanca”  en la Alemania Nazi escribió: “…si el alemán no despierta por fin de esa indiferencia; si no protesta allí donde pueda, contra esa camarilla de criminales, si no tiene compasión con esos cientos de miles de víctimas. Y ha de sentir no sólo compasión, sino mucho más: complicidad, pues con su apático comportamiento da a esos personajes turbios la posibilidad de actuar, soporta ese «gobierno» que ha cargado sobre sí una culpa infinita; ¡él mismo es culpable de que pudieran cometerse esos crímenes! Cada uno desea liberarse de esa complicidad, cada uno lo hace y vuelve a dormir con la conciencia más tranquila del mundo. Pero no puede absolverse ¡cada uno es culpable, culpable, culpable! Sin embargo aún no es demasiado tarde para desembarazarse de este gobierno, el más abominable, para no cargar aún más culpa sobre sí mismo…”.

Es su vida y la de su familia lo que está decidiendo, lo cual no tiene precio. 

 

 

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