Opinión Nacional

División militar en Venezuela

AIPE- Los militares golpistas de América Latina no logran aprender una lección que suele repetirse una y otra vez en la región desde hace más de 200 años: golpe engendra golpe. En el pasado, cada movimiento militar en Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela o Perú provocó una cadena de golpes militares, en los que inexorablemente se cumple un proceso de eliminación de los primeros líderes que se alzaron, hasta que por fin el hombre fuerte le pone la mano al poder.

En Venezuela ya avanzamos en esa peligrosa etapa. (%=Link(«/bitblioteca/hchavez/»,»Hugo Chávez»)%), quien convirtió en fracaso militar su victoria política y quien hasta ahora ha podido hacer todo lo que le da la gana, incluso alargar el período presidencial con reelección inmediata, disolver el Congreso y reemplazarlo por una Asamblea Nacional, ahora enfrenta las dificultades más serías que ha vivido su gobierno. Pudiéramos decir que el país ya está despertando a la realidad, pero lo curioso es que éste despertar no se registra en los sectores humildes, en donde siguen amando a Chávez a pesar que aumenta el desempleo y el hambre. La reacción contra Chávez está surgiendo en los cuarteles, entre venezolanos uniformados, bien pagados y con su futuro asegurado.

Esto confirma que los militares típicos no quieren el poder para las Fuerzas Armadas, sino que por el contrario quieren vivir protegidos social, económica y políticamente por un orden civil democrático, respaldado por organizaciones políticas serias y transparentes, no corruptas. El militar venezolano se ha divorciado de los partidos políticos cuando estos se han convertido en empresas de negocios para enriquecer a sus líderes. Chávez es un militar latinoamericano atípico y por ello su alianza con las Fuerzas Armadas es frágil.

Chávez cometió el grave error de llevar el debate político a los cuarteles, pensando erradamente que todos los oficiales piensan como él. El resultado es que, sin que suene un solo tiro, se ha desatado una contrarrevolución, teórica en su primera etapa, pero que lamentablemente terminará a balazos. Nunca se había visto que un capitán activo pida la renuncia del presidente de la República en un video ni que un coronel le escriba al jefe del estado, diciendo: “soy un resentido institucional que discrepa de la actitud omisa y complaciente del presidente”. Hugo Chávez, quien se jactaba de su “revolución pacífica” ahora confronta una “contrarrevolución pacífica”. Pero estas son etapas artificiales y transitorias que pronto terminarán.

A ningún militar serio le conviene que la fuerza armada sea convertida en un partido político porque su vida profesional dependería entonces de una afinidad política en lugar de su propia capacidad. Por eso en Venezuela hablarán los fusiles.

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