Opinión Nacional

Dos discursos

El primer día el pueblo venezolano hizo masivamente uso de su derecho a votar por quien habría de conducir nuestra dañada Republica hasta el año 2019: el candidato del gobierno o el candidato de la alternativa democrática, Nicolás Maduro Moros o Henrique Capriles Radonski. En altas horas de la noche, el CNE publico los resultados: el primero había obtenido la mayoría de los votos con una ventaja de menos del dos (2) por ciento sobre los de su contrincante. Este anuncio su rechazo al resultado y su opinión de que debería exigirse un recuento de los resultados de todas las mesas, una posibilidad ya anunciada por el único Rector del Consejo sin pertenencia y militancia en el PSUV, el partido del gobierno. Maduro manifestó casi inmediatamente su acuerdo con esta posición y lo reitero en un discurso a sus seguidores desde algún sitio en el Palacio de Miraflores. Los comentaristas de los medios no sometidos al control del Estado apoyaron la posición de Capriles, con la intención manifiesta de impedir cualquier sospecha de irregularidades en el conteo final de los votos y, de esta manera, de garantizar la constitucionalidad y la legitimidad del futuro Presidente.

El segundo día nos enfrentó a todos los venezolanos y venezolanas con la sorpresa de que Maduro retiro lo que había anunciado el día anterior, después de “consultas”, y se opuso al recuento de todos los votos. Asumió la posición que había expresado previamente la Presidenta del CNE: el recuento no era ni necesario ni pertinente porque el sistema tecnológico de votación ofrecía todas las garantías de que los resultados eran impecables. Había convocado un acto de proclamación de Nicolás Maduro Moros en horas de la tarde. Este acto se realizó y fue una suerte de anticipo de la juramentación del nuevo Presidente, con la presencia de los representantes de los poderes del Estado: la cúpula de la Asamblea Nacional (incluido su Presidente), el Gabinete ministerial en pleno, la Presidenta del Tribunal Supremo, la Contralora, la Defensora del Pueblo y el Alto Mando Militar (con el Ministro de Defensa a la cabeza). No faltaba tampoco el cuerpo diplomático acreditado ante la Republica. El Presidente proclamado hizo un discurso poco coherente, repetitivo de las promesas que había hecho en la campana y de las reminiscencias al Comandante Chávez, y de las amenazas contra todas y todos que no estuvimos y no estamos de acuerdo con esta revolución y esta construcción del socialismo, calificándonos reiteradamente como enemigos y “representantes de la ultraderecha” que había que combatir. No encontró ni una formula ni palabra que tomara en cuenta la existencia de la mitad del electorado que había votado por su contrincante. ¿Cómo piensa gobernar?

¡Que me perdonen los lectores por haber repetido brevemente los hechos, las imágenes y las palabras de estos dos días! Lo hago básicamente para confirmarme a mí mismo que realmente los he vivido, esto es: que no son el resultado de una pesadilla antidemocrática: una Presidenta del CNE con la actitud defensiva a ultranza del sistema tecnológico de votación y tomando la iniciativa para convocar esa farsa de anticipo de la juramentación del Presidente electo; con la proclamación de un candidato como Presidente a pesar de la solicitud del otro candidato y de sus 7 millones 300 mil votantes (48.97 %) de hacer un recuento voto a voto para confirmar los resultados presentados y comprobar la legitimidad del Presidente Proclamado; un candidato que acepta públicamente y luego rechaza la solicitud del nuevo conteo; un establishment cívico-militar (ministros, magistrados, diputados, generales y almirantes) al que no le preocupa una crisis política encendida por la cercanía de los dos candidatos en los resultados de las elecciones presidenciales. En suma: el discurso oficial, el hablado y el actuado que más tiene que ver con un deseo cual pensamiento que con un razonamiento serio y severo sobre la viva y contradictoria realidad.

El otro discurso es de los que hemos mantenido durante estos 15 años la convicción de que el proyecto chavista les ha hecho mucho daño a las instituciones democráticas de la Republica, para no hablar de los serios problemas que ha significado para la sociedad, su economía y sus valores de convivencia. Es verdad que, como dijo el candidato del oficialismo, que hemos perdido 17 de las 18 elecciones celebradas desde la toma de posesión del Presidente Chávez. Pero también es verdad que hemos resistido, manteniendo nuestras convicciones democráticas y luchando por la vigencia de la democracia auténtica en nuestro país. Hemos participado en casi todas las elecciones y todos los referendos y hemos crecido. Hemos luchado al lado de nuestros compatriotas por mantener el espíritu democrático del pueblo. Hemos combatido el totalitarismo que ha sido creciente, pero que no ha logrado la sumisión ni la conversión de todos los ciudadanos en súbditos. En estos hechos se basa nuestro discurso en la actualidad: vamos a actuar de modo tal que superemos la crisis política actualmente en marcha. Cuando Henrique Capriles Radonski exige ahora el respeto a las reglas democráticas, incluyendo el derecho a solicitar el legítimo conteo de vota a voto en la incertidumbre creada por el oficialismo, es el vocero de casi la mitad de los venezolanos con derecho a voto.

Pienso, y así termino, que le debemos a nuestra patria continuar en nuestros esfuerzos, sean cuales sean los obstáculos y persecuciones a los que nos tiene acostumbrados esta “revolución”. Es parte de nuestro discurso que no somos “burgueses”, “oligarcas”, “apátridas”, “pitiyankees” etc., como hemos sido tildados por el chavismo, incluyendo su fundador. Somos venezolanos y venezolanas que estamos deseando y buscando la mayor independencia y autonomía como ciudadanos en este país que es de todos.

 

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