Opinión Nacional

Dos hombres y una posibilidad (I)

Las circunstancias* y sus cualidades personales han puesto en el escenario nacional al presidente HRCHF y a Manuel Rosales, gobernador del Zulia, en un histórico enfrentamiento. En modo alguno se pretende hacer comparaciones personales, sino reducir estrictamente el tema al universo de la política. Obviados también quedan los modos, medios, etc., para haber alcanzado el gobierno, en cada caso. Sin desconocer que, en grados de intensidad y extensión diferentes, divergentes, cuanto hagan tiene efectos, más allá de ellos, para el conjunto del país y el contexto, cuando menos en parte del mundo latinoamericano. Pues bien, el Presidente ha formulado una propuesta que, observada con acuciosidad, constituye un complejo de difícil definición y comprensión, el Socialismo del Siglo XXI, caracterizados por el presidente como originario, indoamericano, bolivariano, robinsoniano, zamorano, cristiano, humanista, y cuyas tres fuentes esenciales son bolivariana, robinsoniana, zamorana, mientras que el gobernador, conversa de una democracia social, que si bien más accesible en sus aproximaciones, habida cuenta que los términos que la anuncian son plenamente conocidos, condición necesaria de toda definición, reclaman, sin embargo, de mayor ampliación, al menos para mi limitada comprensión.

Ese universo de adjetivos que determinarían al socialismo del siglo XXI, cuya amalgama a los ojos de la racionalidad tradicional de la Ilustración, incluida la marxista, seria inconcebible es, empero, asumida por la chavista como uno de los grandes aportes teóricos del proceso, zafado de las ataduras de la razón de la modernidad e integrado en el imaginario de la postmodernidad. La propuesta de Rosales, más sencilla, menos ampulosa y más restringida al ejercicio político, luce todavía como una expresión de la modernidad, con el élan vital socialdemócrata con un alto compromiso social. Para la crítica, llamemos chavista, la limitación insuperable de la propuesta Rosales estaría allí, en lo que la modernidad es e implica</b. Mientras que la crítica a Chávez recusa esa posibilidad por los fracasos del socialismo real y por las severas dificultades de una praxis política, económica, social, cultural, científica, coherente, a partir de esas caracterizaciones y fuentes inasibles, ambiguas, heteróclitas….

La propuesta de HRCHF tiene lugar y goza de aceptación popular, tal como se verá poco más adelante en algunos detalles, reforzada por la inteligencia de la mayoría de los sectores de la izquierda radical, tanto local como iberoamericana, en mucho menor grado europea, pero también, y por causas muy sui géneris, de sectores de las iglesias, la santería, sectas… A nivel popular la aceptación responde a diversos factores, uno, además de la promesa de liberarlo de su situación real**, el habla del presidente, su discurso, hábilmente manejado. La irreverencia, lo iconoclasta, la agresión tremendista, la formalización de la violencia, que tiene en el irrespeto, la procacidad, en casos más duros incluso, la coprolalia, la descalificación, el reto verbal, la mejor arma del débil ante el poderoso, del oprimido ante el opresor; pero también para el propio presidente, quien de ese modo se libra del rigor del análisis, del valor conceptual, moral y ético de la palabra. Dos, la teatralidad, manejada como un hábil actor de circo, lo que le permite todas las licencias, poses, por ejemplo, el canto desafinado, la declamación atonal, la mímica descuidada, grotesca, muchas veces. Teatralidad liberadora para la masa: si él lo puede hacer así ante la totalidad, sin desenfreno, sin vergüenza, recato alguno, ni temor al ridículo cuánto más podría hacer cada uno en su intimidad, y en ella, hasta los mudos pueden cantar La Traviata, Granada, un amputado de las piernas bien bailar un seis por derecho y un manco sin sus manos ganarle a Federer, un ciego pintar mejor que Reverón. Tres, la ausencia de teoría sistemática y la sustitución de la razón por el desafío, la pendencia, en lugar de la crítica y dentro de ella, el abierto manejo de la conspiración que culpa al otro del fracaso, del error propios, y que tiene en la acusación al imperialismo el responsable de todos los males reales y posibles que vive el país (también el mundo) e impide a la revolución su avance libertario, una de sus más constantes muletillas y la más grave de sus expresiones pero, en esa idea entran otras que, si bien menores, pueden ser incluidos en el paquete, según los casos, como la oligarquía, el latifundio, el servilismo al imperialismo, la conspiración mediática, eclesiástica, etc., vale decir, la sustitución de la consciencia por la ideología y el reforzamiento, a partir de ella, de lo instintivo elemental de la conducta individual y social. Cuatro, el manejo del mensaje y de medios en forma sistemática en la dirección señalada y actualizada según sean las circunstancias, los hechos. Cinco, la constitución y funcionamiento de las misiones, de incuestionable necesidad muchas de ellas y en algunos casos de probada eficacia, como Barrio Adentro, pero, en aquellas otras de evidente fracaso o graves errores, fallas, se resuelven a nivel comunicacional, en el marco de lo señalado arriba. No es, pues, la cualidad de la misión, su funcionamiento, la incapacidad de sus directivos, etc., los responsables de su fracaso real o presunto, sino factores externos muy diversos. Saboteos, vicios de la IV República, trampas de la oligarquía, manipulación mediática, etc. Seis, el control del poder, en términos absolutos, de modo que todos los recursos y aparatos del Estado (legales, materiales, fuerza armada, instituciones del estado, contraloría, tribunales, defensoría, fiscalía) se ponen al servicio del proceso. Siete, el sólido y elevado financiamiento de la revolución, de modo que quizá sea ésta, en la historia de la humanidad, la única revolución que negocia, comercia con el enemigo y tiene, a partir de allí cómo pagar a los asalariados del proceso, y este modo de “participación” no requiere coherencia teórica para la praxis política, por tanto, de consciencia alguna para el cambio real. Ocho, la actuación sacerdotal, la invocación ritual a Dios, etc.… del presidente Chávez, convertido en predicador y Mesías a la vez, pero sin los riesgos del apóstol Judas, pues paga muy bien. Bien pudiera esta cualidad haberse incluido en tres, pero es de tal magnitud esta postura que debe ser ubicada en su justa dimensión.

Nueve, importante es señalar que la inteligentzia chavista tiene su propio juego. La justificación de que todo cabe en el proceso revolucionario, donde estaría su grandeza. Respeto a la brujería, cuestionamiento a la ciencia. Muerte a la modernidad, deificación de la postmodernidad. El discurso de estos “intelectuales orgánicos”, según el propio Chávez, además de alimentar su sabiduría, reafirma el ego del Presidente, su modo de “teorizar” Monólogo idolátrico en lugar de diálogo abierto, crítico, mientras que los factores religiosos, de sectas, etc., sumados al chavismo, además del amor a la justicia, al valor del Cristo redentor, el del amor al prójimo, que ven en el Presidente el líder supremo, responde, en su gran mayoría, a intereses no precisamente doctrinarios, sino a la complejidad misma que viven las iglesias, marcadas más en unas que en otras, y a las grandes debilidades de los dirigentes de esas instituciones, por su incapacidad para la comprensión de estos tiempos y su apego al poder conservador. Su macabro silencio ante problemas como la pederastia donde algunos sectores del alto clero son acusados, en Estados Unidos es alarmante y el problema del celibato que tanto pesa en la verdad de cada religioso. Conservador en el más amplio de los sentidos, desde el dogmatismo y el “fundamentalismo”, hasta su conducta personal, su comodidad de dolce vita sería mejor decir, lejos, demasiado lejos del de abajo… Conspiradora y palaciega. El palacio en vez del Templo. Rolls Royce permanente en lugar del burrito de la cuaresma. Soberbia en lugar de humildad.

Diez, el uso como símbolo, unas veces, como alegoría, otra, del Libertador. Símbolo de la dignidad, de la libertad, del antiimperialismo, mientras él se convierte en el heredero, cruzado y héroe a la vez de ese mensaje Once, ese conjunto de atributos, virtudes, le permite erigirse como el líder único, omnisapiente, omnipotente, omnipresente, omnímodo guía supremo juez, en fin, el camino, la verdad, la vida del proceso, cualesquiera sean sus expresiones.

No hay duda que este modus operandi ha producido innegables triunfos. Pero, el propio presidente está ya consciente de que puede ser riesgosa la obediencia, la sumisión, pues, sabe que, hasta este momento, el carecer de una ideología que permita dar coherencia espiritual a sus seguidores, así como sabe que puede desvanecerse la base material de la revolución (los dólares, entre otros) y, lo que es más peligroso, cuando las masas reclamen más porque sus niveles de necesidades, reales y artificiales, han crecido. Cuando los problemas reales ahoguen la palabra, se haga insatisfecha la sed de agua, pero también la sed de justicia y la impunidad sea la norma; sabe el presidente que secuaces fundamentales del proceso están plenamente conscientes de sus limitaciones y, por tanto, se refugian en la corrupción acelerada para preservarse y garantizar el futuro. Sabe todo eso y mucho más, entonces recurre casi con carácter de emergencia, a crear el partido de la revolución, (único o unido, ahora no es el thema), pero partido de la revolución, como una forma de la organización política, una estructura religioso militar, en donde la capacidad de reflexión crítica, la disidencia carecen de espacio. Pero, este modelo de partido, además de “ganar elecciones”, es una organización de la paz preparada para la guerra y, en consecuencia, de control social, que será ejercido por la misión de espionaje que se concede a los militantes, en donde, incluso, la clase obrera para participar en él deberá perder su especificidad de clase para sí, su consciencia, del mismo modo que la pierden a priori los militares, y los intelectuales devienen en apóstoles, en fin, los miembros en su totalidad, en militantes misioneros.

El reto del presidente en esta fase, está en la constitución de ese partido y la modificación radical de la constitución vigente que, salvo por enfermedad, no se reconoce en ella sus bondades, muchas, entre las cuales están los derechos humanos, autonomía universitaria, el reconocimiento a la pluralidad y alternabilidad, la participación, reconocimiento internacionales que, en algunos aspectos, constituyen formas legales supraconstitucionales. Los derechos a la educación, salud, vivienda…Eliminada la tramoya legalista, la reforma de la constitución, permitirá eliminar cualquier obstáculo que impida el cumplimiento de las decisiones de la revolución, bien por un juez cualquiera o aun el propio TSJ, al espaldas del Líder, lo que constituye traición a la revolución***, según palabras del propio Presidente y la reafirmación del poder intemporal del presidente, que pasará por su reelección ilimitada, pero al mismo tiempo tendrá que –qué paradoja – limitar la de los gobernadores y alcaldes; limitar, cuando no negar, la autonomía universitaria, multiplicar el grado de sumisión de la Fuerza Armada al partido y al comandante en jefe, pues su modelo así desarrollado, es incompatible con liderazgos regionales y, en una palabra, con la descentralización democrático burguesa, para usar una expresión de la politología moderna, negada, incluso en sus históricos términos del federalismo, pero también en grado superior la autonomía de las fuerzas armadas, ahora integradas al partido, para garantizar de eso modo, no solo el control interno de la fuerza armada, sino castrar toda posibilidad crítica ante el gobierno, ante la sociedad…
Estos hechos deben ser reconocidos para poder intentar con éxito la posibilidad de superación de la actual crisis, para poder generar alternativas válidas a este propósito, más que proyecto, y que estudiaremos en la segunda parte de este breve trabajo. Es necesario reconocer estos y otros detalles, aspectos, datos, hechos, para poder formular una política coherente que supere radical y totalmente la mera descalificación o el mero juego a la democracia como simple forma electoral. Ese será el meollo del próximo texto.

*Deberá estudiarse si se quiere una mayor comprensión del problema: la crisis de la Venezuela en su totalidad económico social y política desde el gobierno de Herrera y los periodos Carlos Andrés, R.J. Velásquez, Caldera. Del mismo modo es imprescindible analizar la situación del Zulia. Y la significación del Liderazgo regional de Rosales, en ese contexto general nacional y el del Zulia.

** La pobreza, desempleo, salud, seguridad… etc, sobre cuya tragedia se siembra la esperanza de la redención.

*** La cita al señor Presidente, para no alarmar al lector, ha sido suavizada. Pero si desea ver y oír el original, mucho mas cargado, mucho más fuerte, verifíquela usted mismo, en especial su discurso ante las damas revolucionarias en el Teresa Carreño, el pasado fin de semana. Hoy es 28 de marzo 2007

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