Opinión Nacional

Dos hombres y una posibilidad (II)

El texto anterior (I) con este mismo título, y casi como un el thema central del conjunto, señalamos: “el Presidente ha formulado una propuesta que, observada con acuciosidad, constituye un complejo de difícil definición y comprensión, el Socialismo del Siglo XXI, caracterizados por el presidente como originario, indoamericano, bolivariano, robinsoniano, zamorano, cristiano, humanista, y cuyas tres fuentes esenciales son bolivariana, robinsoniana, zamorana, mientras que el gobernador, conversa de una democracia social, que si bien más accesible en sus aproximaciones, habida cuenta que los términos que la anuncian son plenamente conocidos, condición necesaria de toda definición, reclama, sin embargo, de mayor ampliación, al menos para mi limitada comprensión”. En muy orgánica síntesis, destacamos las grandes líneas que sustentan la acción política del presidente, observando simultáneamente sus virtudes y deficiencias, lo que creemos haber hecho con toda la responsabilidad, en medio de mis deficiencias, lo más cercano a la verdad, capaz de soportar cualquier contratación, confrontación, verificación y, prometidos, aproximarnos a la muy abierta propuesta del gobernador Rosales, de la democracia social
Para contribuir a deslindar este “modelo” y por razones estrictamente informativas, he tomado este texto de De Wikipedia, la enciclopedia libre. Por mis deficiencias en el manejo de estas cosas, no pude identificar al autor, lo cual si bien por ser parte de la enciclopedia pudiera haberse obviado a su autor o autores, lo cual ya no es común, y ello antes de hacer mis propias reflexiones, que se precisarán en el próximo texto.

Democracia social
• Democracia social es una expresión utilizada en las ciencias sociales y políticas para referirse a la implementación de mecanismos democráticos de toma de decisiones en las instituciones no estatales que caracterizan a la sociedad civil. Se emplea el término democracia social para distinguirlo de democracia política, relacionado con los procesos de toma de decisiones en el Estado.

Origen y antecedentes del término
Alexis de Tocqueville, en su clásico trabajo sobre La democracia en América [1], fue uno de los primeros pensadores en distinguir claramente la democracia de la «sociedad política», de la democracia en la «sociedad civil». Todo su segundo volumen está dedicado a la influencia recíproca de una sobre la otra, analizando en detalle el efecto de las reglas de juego democráticas e igualitarias en la religión, las artes, las ciencias, la familia, las relaciones laborales, el lenguaje, las asociaciones civiles, el ejército, y los sentimientos.

Ya desde fines del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX se plantearon algunas cuestiones relacionadas con la naturaleza del poder, que no podían ser resueltas meramente mediante reformas democráticas de las instituciones estatales. En particular las políticas anti-trust en los Estados Unidos, destinadas a evitar la concentración de poder en las empresas, así como la aparición del sindicalismo, con el objetivo de instalar un sistema de decisiones negociado en el mundo del trabajo, tuvieron un efecto democratizador de las relaciones sociales. El cooperativismo también introdujo un principio de democratizador de la empresa. De manera más puntual, el movimiento latinoamericano de la Reforma Universitaria iniciado en 1918 en Córdoba, impuso un sistema de cogobierno de las universidades entre estudiantes, docentes y graduados, de base democrática.

Sin embargo fue fundamentalmente a partir de la Segunda Guerra Mundial que se extiende la idea de una sociedad civil plenamente regulada por los principios democráticos. La crisis del fordismo con su esquema de poder rígidamente verticalista, dio paso a formas de organización más horizontales y participativas.

El término «democracia social» comenzó entonces a ser utilizado de manera generalizada para referirse a los cambios en los sistemas de decisiones y en los esquemas de autoridad de instituciones como la escuela, la familia, las ciudades, los hospitales, los mercados (derechos del consumidor), los centros de trabajo, los sindicatos, la vida interna de los partidos políticos, etc. En los últimos 50 años, estos cambios han tenido un notable efecto en las relaciones entre los sexos, así como en las relaciones entre niños y adultos.

Estado actual del término democracia social
En la actualidad, investigadores sociales y organizaciones políticas y sociales utilizan a menudo el término «democracia social» para referirse y proponer la apertura de nuevos espacios para la actuación de los ciudadanos.

Para que exista una «democracia política» se requieren ciertas condiciones: estado de derecho, división de poderes, sufragio universal, elecciones limpias, periodicidad de mandatos, publicidad de los actos de gobierno, sistemas de control. Pero la idea de «democracia social» se sostiene en el hecho de que los mecanismos de la decisión política se insertan en un sistema social más amplio del que es parte, y donde las relaciones sociales cotidianas entre las personas están condicionadas por relaciones de poder que habitualmente no se estructuran según principios democráticos.

Guillermo O’Donnell reflexiona en este sentido:
«¿Cuánta democracia y democracia dónde? En relación a esta pregunta, un demócrata radical querrá avanzar homogéneamente en todos los vectores de la democratización, en tanto, en el otro extremo, un demócrata conservador, preferirá bajos niveles en no pocos de esos vectores…. ¿A qué esferas más allá del régimen (político) deberían los mecanismos democráticos de toma de decisiones y el principio y los derechos de ciudadanía extenderse?… Tratar satisfactoriamente estos temas requiere teorías de la democracia que no han sido escritas aún.» [2] Jürgen Habermas y Norberto Bobbio han orientado su obra a profundizar la dinámica democrática y han desarrollado ampliamente los presupuestos y desafíos que implica la noción de «democracia social».

Habermas sostiene que la democracia vive de presupuestos que ni las instituciones estatales ni las normas jurídicas crean, sino que solo canalizan [3]. A través de su Teoría de la acción comunicativa[4], y su modelo de una política deliberativa, ha buscado profundizar en los procesos de comunicación no institucionalizados que se producen en la trama de organizaciones de todo tipo que conforman la sociedad civil y que construyen a las personas como agentes activos en los procesos de toma de decisiones. En ese sentido Habermas ha destacado la importancia de los procesos de diálogo, fundamentación, deliberación y consenso, para establecer sociedades democráticas.

Bobbio destaca la necesidad de mecanismos de democracia representativa en las sociedades modernas, y se muestra escéptico ante las formas de democracia directa, habitualmente impulsadas por una defensa a ultranza de la asamblea (asambleismo). Por el contrario Bobbio utiliza el concepto de «proceso de democratización», no como una multiplicación de mecanismos de democracia directa, sino como la aplicación de las reglas de la democracia representativa en los ámbitos de la sociedad civil regulados por principios de jerarquía [5].

En 1998, ante XIV Cumbre de Presidentes del Mercosur, Nelson Mandela expuso la idea de democracia social con una frase que se ha hecho célebre:
«Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento».[6] Democracia social, diálogo social y la transformación del Estado
Ligado a la idea de «democracia social» se ha extendido el uso del concepto de «diálogo social» como un puente entre la democracia social y la democracia política.

El «diálogo social» es el proceso de negociaciones y consultas, incluso el mero intercambio de información, entre los distintos actores sociales y los gobiernos, sobre temas de interés común, con el fin de alcanzar decisiones apoyadas en el consenso. A través del diálogo social el Estado cede parte de su poder de imponer decisiones a los ciudadanos (imperium), para comportarse como un actor social en interacción con los ciudadanos, y compartir con ellos el proceso de toma de decisiones.

La principal meta del proceso de diálogo social es impulsar el logro de consensos y la participación democrática de todos los interlocutores presentes en el mundo del trabajo. El buen funcionamiento de las estructuras y los procesos de diálogo social puede contribuir a resolver importantes problemas económicos y sociales, alentar las prácticas de buen gobierno, favorecer la paz y la estabilidad en el plano social y laboral, e impulsar el desarrollo económico.

Referencias
1. ↑ DE TOCQUEVILLE, Alexis; Democracy in America, I-II, 1835-1840
2. ↑ O’DONNELL, Guillermo, Notas sobre la democracia en América Latina, en La democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, PNUD, 2004, pag. 69/70.

3. ↑ Orientar la acción: la significación política de la obra de Habermas, por Juan Carlos Velasco Arroyo, introducción a «La Inclusión del otro», Jürgen Habermas, Paidós, Barcelona, 1999, pag. 16
4. ↑ Habermas:1987
5. ↑ Bobbio, Norberto, El futuro de la democracia, 1986
6. ↑ Nelson Mandela, Ushuaia, julio de 1998
Bibliografía
• BOBBIO, Norberto (1986), El futuro de la democracia, México:Fondo de Cultura Económica. ISBN 968-16-2250-2.

• HABERMAS, Jürgen (1987), Teoría de la acción comunicativa, Madrid:Taurus. ISBN 84-376-0860-0.

• Varios (2004), La democracia en América Latina: hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos, Buenos Aires:PNUD. ISBN 987-04-0032–9 [1].

Véase también
• Democracia
• Sociedad civil
• Democracia participativa
• Diálogo social
• Crítica social
Enlaces externos
• La participación social en la práctica democrática, F. G. Marín, México, 2005
• Alan García propone “una nueva democracia social”, RPP Noticias, 21 de mayo de 2006
Obtenido de «http://es.wikipedia.org/wiki/Democracia_social»
Categoría: Democracia

Como puede verse el texto es de un gran valor informativo y deliberadamente no hemos querido quitar ni una jota al texto de Wikipedia, y expresar al lector que si desea ampliar el tema, es recomendable recurrir a la bibliografía allí señalada, autores, por lo demás de fácil lectura y profundo rigor. Texto, pues, de gran utilidad para el análisis del discurso del gobernador y demás “voceros” de esa propuesta que si así se asume, sin duda expresa una propuesta de izquierda. De fundamental importancia, por la propia cualidad de su obra y por ser un sostén fundamental entre el conjunto de quienes apoyan y avalan la jefatura política de Rosales es la obra en conjunto de Teodoro Petkoff y en especial Las Dos Izquierdas.

Como dije, mis propias consideraciones serán resumidas en el próximo texto (Dos hombres y…III), empero es bueno señalar:
Primero) el texto de la constitución vigente se inscribe mucho más en la democracia social, distante de lo que es históricamente como hecho empírico, el socialismo, a pesar de sus limitaciones, entre las cuales se destaca el carácter presidencialista. Errores de dimensiones muy complejas que sobre la base de la equidad, la justicia, asume un modelo que, al introducir la legalización étnica, como sectores aislados cuasi autónomos, niega la condición normal del venezolano, cuya cultura y su propia composición de síntesis étnicas, le da un carácter francamente privilegiado en el planeta. Más hay, pero son de menos monta que los principios y normativa fundamentales inscritas en la democracia social., tales como el pluralismo y la tolerancia que él implica, la concepción y definición de la educación, de la universidad, etc., y por encima de todo, los derechos humanos, en donde se recogen bellas conquistas de la humanidad, vinculadas desde hace mucho al discurso y praxis de la izquierda no dogmática.

Segundo). Salvo el texto de Teodoro arriba referido y los diversos discursos del gobernador Rosales sobre educación, trabajo, salud, tolerancia, etc., así como su práctica política en la gobernación, el resto de la dirigencia, su gran mayoría para ser más justo, carece de un mediano conocimiento sobre las fuentes, concepción y praxis política de la democracia social, de modo que su discurso queda reducido, en el mejor de los casos, a denunciar, por autócrata, a Chávez, a enfrentar no críticamente las acciones, propósitos del gobierno, actitudes, conductas del presidente etc., pero no se tiene un discurso coherente sobre la cualidad política, social, cultural, científica del modelo posible, la democracia social. No hay, pues, eso que pudiésemos llamar un discurso pedagógico de gran contenido científico-ético, transparentemente expuesto que sea capaz de superar el modelo sui generis del presidente Chávez. Y por eso, no alcanza capacidad crítica que pueda ser conscientemente asumida por el pueblo llano. No hay capacidad de superar la retórica del Presidente y, por el contrario, el debate se da en un reduccionismo más o menos maniqueo. Autocracia/Chávez por oposición a Democracia/Rosales.

Tercero) En estas condiciones, los modelos de comunicación y difusión de los mensajes que, por simplificar, llamaríamos Rosales, no pueden contribuir a generar un debate crítico que eleve los niveles de consciencia tanto de quienes adversan a Chávez como quienes lo apoyan. Único camino que supera los modelos que la teoría llama conspirativos y que en el habla del presidente juegan el primerísimo papel. Este discurso, es estudiado desde hace mucho tiempo ya, pero particularmente en el periodo inmediatamente posterior a Hitler, cuya característica fundamental es atribuir al Otro (los comunistas, los judíos, lo gitanos) los males propios. El imperialismo, la conspiración mediática,..etc., son los responsables de que no avance la revolución, el bloqueo del fracaso cubano, el terrorismo la fundamentación del crimen como autodefensa. Etc…Como quien dice, mis pecados se deben a las tentaciones y manipulación del diablo. La Inocencia se pierde por la manzana de Eva…esta por la maléfica conducta de Satanás… y así.

Cuarto) Si esto no se revisa, la democracia seguirá siendo juego de las más grotescas manipulaciones y el discurso de Chávez, deliberadamente heterogéneo, populista (en el sendito estético del término), sustentado, además, por la gigantesca renta petrolera, permanecerá hasta que por sus propias contradicciones, incoherencias, insatisfacciones, etc. empiece a consumirse a sí mismo.

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