Opinión Nacional

Dos strikes, cero bolas

El beisbol, nuestro deporte favorito, es una referencia constante entre los venezolanos. La temporada nos anima a todos, hasta para interpretar mediante sus palabras, el ambiente político nacional. Ponchado, bola baja, está en la olla, entre muchas otras, son expresiones aplicables en política cuando tratamos de interpretar una determinada situación.

Hugo Chávez está casi ponchado, aunque nos pretenda lanzar una bola baja. Está montado en la olla.

Dos strikes, cero bolas tiene en su cuenta el teniente coronel que hoy ejerce el poder y destruye el país. El ponche a las puertas. El público observa. Los jugadores toman posiciones. Las cámaras enfocan el movimiento del pitcher. Esa es la realidad de quien hoy ejerce, al borde de la ilegitimidad, la presidencia de la república, aquella que ejercieron Rómulo Betancourt. Raúl Leoni, Rafael Caldera, honestos presidentes y hombres públicos que honran la venezolanidad.

El teniente coronel en ejercicio del poder, contrariando groseramente la voluntad popular expresada el 2D de 2007 (primer strike) y confirmada el 23N de 2008 (segundo strike), trata de imponer su reelección a través de una nueva estrategia, perversa, grosera, responsabilizando cínicamente al soberano, a ese pueblo, que le ha rechazado, incluso la parte roja que cada vez es menos. Le pide -una burla sin precedentes- a los «millones» de militantes de su partido, que proponga su reelección indefinida, en pocas palabras, de investirle como el monarca nacional, primer representante de la corona venezolana, imperialista e intervencionista, totalitaria e ineficiente. Un verdadero despropósito que se convertirá, nada más y nada menos, que en el tercer strike, probablemente al cierre del noveno inning.

Apurado, el teniente coronel busca acelerar el “proceso” reeleccionario, para lograr su cometido, su único objetivo: el ejercicio y disfrute del poder, más por razones personales y de vanidad, que por auténticas motivaciones sociales y colectivas.

Ahora tiene todo en contra. Impopularidad creciente y una situación económica sin precedentes. La crisis que se avecina es grave e inmanejable. El equipo de gobierno, caracterizado por su ineficiencia, entre otros males, no podrá enfrentarla, porque el régimen simplemente no está preparado para ello. Entre otras, este régimen acabo con el aparato productivo nacional, lo que le hará aún más impopular y su pretensión o, más bien, su ambición de reelegirse per sempre, se le complicará. Las esperanzas del teniente coronel se esfumaran en marzo cuando cobre el barril que hoy se vende en unos 35 dólares, es decir, en un 40 por ciento menos de las expectativas que tenían los “economistas” revolucionarios, para alimentar a los “beneficiarios” de las misiones inventadas estos años para “dormir” al pueblo con “espejitos” como en épocas de la colonia.

El teniente coronel está contra la pared de nuevo y busca salirse por la tangente con un nuevo proceso reeleccionario que será su fin. La inmensa mayoría, incluyendo más del 70 por ciento de sus partidarios, algunos pocos todavía convencidos de las “bondades” del nefasto proceso revolucionario bolivariano, rechazará categóricamente la reelección.

El engaño y la manipulación siguen siendo las armas que usan el régimen y sus dirigentes, para promover el “proceso” revolucionario. Aunque, aparezcan en las cámaras algunas «focas» aplaudiendo al “líder”, recordando los actos de masas en la Alemania de Hitler y en la Italia de Mussolini, en los tristes años 30, muy poquitos quieren ver al mismo hombre, desprestigiado, desequilibrado por sus propias palabras y acciones, acusaciones y disparates, gobernando el país para siempre.

El contradictorio teniente coronel ofende con sus locuras a El Libertador, a quien ha utilizado con la mayor desfachatez todos estos años para montar su proyecto. Hugo Chávez dice, con mirada extraviada, no ser más él mismo, mientras asegura que encarna al pueblo, lo que merece un examen detenido desde el punto de vista médico-psiquiátrico.

Pero el fin de este periodo de nuestra historia se acelera y ya se asoma el tercer strike, en el noveno inning, ante la ambición de quien pretende dominar a los venezolanos e ignorar la verdadera voluntad popular expresada antes, en 2007 y en noviembre de este año.

Hasta ahora, dos strikes y cero bolas. ¡El hombre está en la olla!

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