Opinión Nacional

El 350 y Altamira

Lo que sucede hoy no tiene precedentes en nuestra historia. Ni creo que tendrá sucedáneos. Por el bien de todos, no debería tenerlos. Yo me imagino que cuando termine esta locura y se reforme la Constitución, el artículo 350 desaparecerá. Pero hoy es realidad, y los oficiales declarados en desobediencia han encontrado que el 350 les ha dado la fórmula para hacer valer sus derechos, y seguir apegados a la Constitución.

Hace poco escribí en estas mismas páginas un artículo que titulé “El boomerang”, en el que me refería a la decisión del (%=Link(«http://www.tsj.gov.ve»,»TSJ «)%) sobre la rebelión militar. Hoy vemos el efecto de otro boomerang: el artículo 350.

¿Qué contestaría un europeo si se le pidiera su opinión sobre el 350?… Quizás ni siquiera creería que un artículo así pueda ser parte de una Constitución. Ninguno de ellos, en su sano juicio, incluiría un artículo como el 350. Cualquiera podría usarlo a su discreción, pues está allí, como argumento de tirios, como argumento de troyanos. Hugo Chávez lo colocó como forma de darle carácter constitucional a posteriori a su intento de golpe de Estado del año 92, y hoy se le devuelve y le da en la nariz. Es algo tan insólito que sólo lo entendemos los venezolanos. Por esta razón, a Gaviria y a los países de la OEA les ha sido tan difícil entender lo que sucede en Venezuela. Por eso, al resto de la comunidad internacional le ha sido prácticamente imposible el entenderlo.

El gobierno está arrepentido de haber incluido el artículo, por supuesto. Por eso tienen trabajando a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en la “interpretación” del 350. Y no sabemos hasta dónde podría llegar el alcance de esta “interpretación”. Y como estamos en el país en el que todo lo posible es probable, cualquier cosa puede pasar.

El hecho real es que el artificio que Chávez usó para justificar lo injustificable, hoy justifica lo justificable. Porque la desobediencia de los militares disidentes no es un golpe de Estado. Es un golpe de decencia, de honor, de hidalguía. Es el resurgir de la esencia de la Fuerza Armada Venezolana, la institución que ha defendido nuestra democracia por más de cuarenta años.

Hay que darle toda la importancia al momento crucial que estamos viviendo, y al mérito infinito que tienen los oficiales disidentes, a su valentía de jugarse el todo por el todo, con tal de mantener intacta su dignidad, inalterados sus principios, reafirmados sus valores.

Es verdad que para encontrar héroes no hay que irlos a buscar en el pasado. Nuestros héroes son de carne y hueso. Sienten, se alegran, padecen. Tienen sueños, ideales, esperanzas. Como desean un país mejor, se disponen a defenderlo aún a costa de sus vidas. Quieren poder seguir viendo a sus hijos de frente. Hay muchos héroes en Venezuela. Y una representación cabal de ellos está en Altamira.

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