Opinión Nacional

El 7 de Octubre y la nada

Converso con un empresario multifacético; por lo que dicen sus canas, sus gestos y las maneras de sus pasos al caminar, tiene más de ochenta; por lo que dicen su voz y su mirada inteligente, tiene treinta años menos que sus arrugas: trabaja todos los días. No nació en Venezuela, vino hace 56 años y se quedó; tiene en terrenos del trabajo creativo una obra visible, llena de huellas.

Me dice que si Chávez llegara a quedarse en poder luego del 7 de octubre, se va, que esa decisión es muy fuerte porque ha pensado mil veces que si volviera a nacer vendría de nuevo a Venezuela a trabajar y vivir. Lo escucho con respeto, voy a otros asuntos, y más tarde, cuando me quedo tranquilo frente al teclado, que espera por suaves golpes que marquen las letras en la pantalla del ordenador, me pregunto cosas.

Para responderme observo que el caso Chávez y la forma como ha afectado para mal las vidas y el destino de los venezolanos, tiene que ver con la manera de manejar la hacienda pública y el miedo mediante las represalias. Lo primero toca lo que tiene que ver con el uso casi personal, no institucional, que le ha dado a la renta petrolera en un país cuya economía depende del petróleo. Visto de cerca, el desmesurado poder de Chávez no deriva ni de sus ideas ni de eso que en política se conoce como autoritas, ni de los fusiles de las Fuerzas Armadas: deviene de los dólares petroleros convertidos en los bolívares que mueven la economía, de donde surge también su fuerza. El dinero petrolero mantiene no solo la lealtad temporal de decenas de miles de trabajadores y empleados que no hacen nada, que no trabajan pero cobran más o menos puntualmente y son muy vulnerables a las presiones, sino también un tejido enorme de beneficiarios de un diluvio de plata, que moja verticalmente los corruptos negociados que se mueven alrededor de las compras y contratos estatales y las dádivas del proyecto populista del régimen.

La relación de Chávez con el poder y el dinero se puede ilustrar, para entendimiento popular y en varias vertientes, con lo que me dijo una vez el fallecido don Luis Pérez, próspero ganadero que estuvo afincado en los predios de Tumeremo, “mire Calzadilla -exclamó con voz de sentencia- si usted quiere quitarle los bríos a un toro, cápelo, quítele las bolas; si le quiere quitar los bríos a un hombre déjelo limpio, quítele los reales”. Imaginemos por un momento, en un ejercicio válido, a Chávez con todo su supuesto carisma manejando con las formalidades pseudo democráticas un país como Uruguay o Costa Rica, países sin petróleo y más bien pobres; imaginémoslo dictando desde la presidencia ochenta leyes sin discusión alguna y modificando constituciones para plantear la reelección perpetua; no podría, ¿es cierto? ¿qué hace la diferencia?: El poder del dinero petrolero.

El otro factor es el miedo sembrado mediante el manejo selectivo y notorio de las represalias. Sin suspender formalmente garantías constitucionales, en Venezuela ningún derecho está garantizado: el de la vida (150.000 asesinados no es que hablan, gritan); el de propiedad: cualquiera puede ser confiscado o expropiado sin las formalidades que pauta la Constitución y, además, el hampa roba impunemente; el de la libertad: casos como el de la jueza Afiuni, el general Baduel y Econoinvest, por una parte, y los miles de secuestros extorsivos que ocurren, son elocuentes; el de la libre expresión del pensamiento, esto es, el derecho a estar en desacuerdo y expresarlo es riesgoso: casos RCTV, Globovisión, y multas de Conatel a medios insumisos. Pero lo peor y más fascista es la lista Tascón, que penalizó -sin sentencias- con la exclusión a 3.600.000 ciudadanos que ejercimos un derecho constitucional a convocar un referéndum.

Cuando este empresario prepara sus maletas para el caso de que Chávez se quede en poder, se cumple, por una parte, el plan fidelista de que todo el que tenga propiedades huya, que se queden los que dependan del sueldito facultativo del régimen y del otro, si se van los que disienten, se afianza el régimen.

Yo le dije a este empresario que creo que Capriles gana, que Chávez ha perdido buena parte de su capacidad de mover emociones y la totalidad de su discurso, que el milagro no es que Chávez se haya curado o no, sino la sorpresa que nos ha dado a todos Henrique Capriles con su alegría, su inteligencia, su habilidad política, su infatigable fortaleza física y su capacidad para llegar al corazón de los excluidos, de los pobres y de las mujeres venezolanas que votan.

Si Chávez, por cualquier medio, se queda en el poder después del 7, varios se irán del país, como este empresario. Yo me respondo que si eso ocurriera no tengo otro camino que seguir (en Venezuela) ejerciendo mi derecho a estar en desacuerdo y a trabajar más porque se restablezca la vigencia de la Constitución y para que alguna vez tengamos democracia.

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