Opinión Nacional

El abuso del poder

Antes de la ausencia de Hugo Chávez, que se aproxima a los dos meses, bajo sus órdenes se produjeron diversos tipos de violaciones a la Constitución Nacional, como de una manera rigurosa y exhaustiva lo señala Asdrúbal Aguiar en su libro La Historia Inconstitucional de Venezuela (1999-2013) un verdadero documento para conocer los procedimientos de un gobernante electo por la mayoría de los venezolanos, para convertirse en un autócrata al peor estilo nazi fascista. Y si no avanzó hacia una tiranía total, fue por la resistencia democrática de la mitad de los ciudadanos y porque Hugo Chávez comprendió que el contexto político del mundo de hoy le oponía una legislación que sólo podía violentar guardando ciertas apariencias de legalidad.

Pero la enfermedad del Presidente Hugo Chávez y la falta de liderazgo de quien escogiera como su sucesor, Nicolás Maduro, ha aumentado de los niveles del abuso del poder por parte del Vicepresidente en connivencia con hermanos Castro, que se expresa no solo en la violación de la Constitución Nacional Bolivariana para continuar en el cargo sin ser elegido y ni siquiera nombrado por falta de juramentación del presidente reelecto en octubre del año pasado, sino también al convertirse en el verdugo del chavismo, como lo calificó Antonio Ledezma, al mostrarse insensible ante la solicitud de libertad del Comisario Simonovis, cuya vida corre serios peligros, hecha por su menor hija. 

         Y aunque el Comandante convaleciente en un hospital de La Habana siempre compartió con Fidel Castro su estilo de gobernar y hasta se convirtió en su admirador político, que lo llevó a establecer una relación de dependencia de tal naturaleza que plenó su administración pública, incluyendo a la Fuerza Armada Bolivariana,  de funcionarios cubanos, médicos, paramédicos, deportistas y sobre todo asesores del G-2, Chávez actuaba con cierta autonomía que le permitía neutralizar, bien por espeto o miedo, a sectores chavistas que no compartían esa política Pro –fidelismo.

         Como todo gobernante de espíritu o tendencia autocrático y personalista, pero con cierta habilidad o inteligencia, siempre  pudo sostener en teoría un aparente apego a la legalidad del país, aunque  en la medida en que consideraba que podía perder el poder, apelaba a su arma político social favorita, sugerida por Fidel Castro, de las Misiones, sin dejar de lado las amenazas y restringir los derechos de la oposición.

         El abuso en el ejercicio del poder de su  heredero, Nicolás Maduro, va rompiendo las reglas que caracterizaron el gobierno de su Comandante en Jefe, de aparentar un régimen democrático, con la aprobación de una legislación especial que le permitió gobernar sin mayores impedimentos, sin descartar la violación de la legislación vigente. Si no encuentra una contundente resistencia, el Vicepresidente, con formación estalinista y asesoramiento cubano, puede apresurar sus pasos hacia  lo que fueron  los regímenes del socialismo real y del nazismo alemán.  

         En una época como la actual, en la que los venezolanos han manifestado su disposición a defender la Carta Magna,  y las naciones democráticas han creado organizaciones multinacionales y han hecho aprobar una legislación respetuosa de los derechos humanos y de las instituciones y poderes públicos independientes, el camino hacia la tiranía se les dificultará a los herederos de una política fidelista. De nada les valdrá haber  aprobado leyes que facilitan la discriminación y posterior persecución de los sectores  que se oponen al mandato ejecutivo unipersonal sin controles de otros poderes. Como en todo régimen autoritario surgen internamente algunas discrepancias, por parte de individualidades democráticas o sectores disconformes con las violaciones a la Constitución Nacional, las promesas incumplidas y  la represión que también puede recaer sobre ellos.

 Para superar esta crítica coyuntura nacional, se impone una amplia Unidad Nacional para hacer cumplir la Carta Magna. Afortunadamente, hombres de la experiencia política en la historia contemporánea de Venezuela y de una reconocida autoridad y sabiduría como Pompeyo Márquez, han hecho un llamado a todos los demócratas venezolanos a organizarse en un gran Frente Nacional, que tenga como eje a la Mesa de la Unidad Democrática, en la que están los Partidos Políticos y diversos sectores independientes, a los cuales deben sumarse sindicatos, gremios profesionales, estudiantiles, sin discriminación alguna, en un momento que no sobra nadie y todos somos útiles, cada uno desde su  área de influencia.

 

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