Opinión Nacional

El abuso diario en los medios

Desde hace algún tiempo, y ahora más que antes, los televidentes y radioescuchas están obligados a ver u oír las odiosas ‘cadenas informativas’ casi a diario, cuando el gobierno decide hacer anuncios triviales o publicitar sus actividades para demostrar que «está haciendo algo». Lo malo que esas interrupciones en la rutina de los espectadores u oyentes está crispando los nervios, pues obliga a dejar de ver u oír un programa pararefugiarse en la tv por cable en una emisora foránea por internet, si se tienen esas ventajas. Sólo los seguidores más fanáticos, quizás junto con algunos periodistas en razón de su trabajo, están dispuestos a oír pacientemente tantos anuncios, algo que sería insólito o hasta prohibido en cualquier país civilizado. Y, aún si uno entra en la tv satelital, no son sólo las cadenas sino también la profusión de anuncios publicitarios del gobierno que nos atosiga, la mayoría siendo una publicidad absurda de bancos estatales.

Hay que señalar que esta práctica es típica de gobiernos autoritarios, pues en países realmente democráticos se «invita» a la televisora a sumarse a una transmisión conjunta, pero no se le impone, como se hace en Venezuela. Y esa invitación sucede sólo en contadas ocasiones, cuando hay un anuncio de la máxima importancia, como el nombramiento de algún funcionario de alto nivel o la entrada en vigor de una medida delicada, o un aviso de seguridad relativo a algún desastre natural como inundaciones, tornados, huracanes, etc. Pero la estación no se une para cumplir leyes, sino que la competencia hace que quiera unirse a una cadena para no dejar a su clientela desinformada. Esto, en países donde impera realmente la libertad tanto de expresión como de información, algo que –evidentemente- no es el caso en Venezuela, donde la mayoría de las televisoras o emisoras están en poder del estado o son parciales hacia el mismo por conveniencia. La pocas con una visión crítica se dejan funcionar para dar la apariencia de democracia a los observadores ingenuos.

La existencia de ‘cadenas mediáticas’ es un signo inequívoco de subdesarrollo y atraso en materia de derechos civiles. Y ¿qué mejor derecho que seguir una telenovela o una serie, o escuchar calmadamente un concierto, en lugar de aburridas reseñas de actividades de personeros gubernamentales, que interesan sólo a unos pocos, y que casi siempre se hacen por razones políticas o para promoverse? En países autoritarios eso es lo que se denomina «propaganda», a diferencia de la publicidad sana o anuncios de interés público. Con estos abusos luce cada vez más visible el empleo de la táctica de Goebbels en la Alemania nazi («repite, repite, que algo queda»), además de la verdad tras el dicho de un pensador británico, quien sentenciara hace añales: «El poder corrompe, pero el poder total corrompe totalmente».

Pareciera que estos funcionarios creen que esa propaganda los beneficia, cuando en realidad genera rechazo y molestia, o sea que son contraproducentes en la práctica., Máxime cuando se hacen a propósito para frustrar las pocas intervenciones de opositores en canales independientes, obligando a una cadena mediática justo mientras están haciendo una rueda de prensa. De hecho, en la pasada campaña electoral, el candidato del gobierno abusó exageradamente con apariciones televisivas y anuncios de promesas, en sendas cadenas, superando groseramente el tiempo permitido por ley alos candidatos (las leyes son para los pendejos, dijo una vez un presidente, algo muy real cuando hay tanta impunidad).

Sin embargo, es posible que ese abuso descarado de poder haya hecho que el candidato opositor subiera inesperadamente en la simpatía de los electores y su caudal de votos resultara muy cercano al del candidato oficialista. Tan cerca que, en un contaje realmente veraz y transparente pudiera haber ganado holgadamente la presidencia, pero el consabido control de los organismos electorales sentenció -con una premura sospechosa- que el resultado le fuera adverso. Es de esperar que, eventualmente, si se hace una verdadera auditoria y se conozcan todas las irregularidades, se venga a conocer el resultado real de esas elecciones, importantes por cuanto significa un cambio de rumbo, de un estado autoritario y atrasado que es actualmente Venezuela, a un estado democrático y progresista que merece ser. Crucemos los dedos.

 

 

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