Opinión Nacional

El águila, la mosca y Teodoro Roosevelt

Uno imagina la escena: el Teniente Coronel Chávez se queja ante los suyos del enésimo ataque  recibido de parte de la oposición, con lo que provoca este comentario de un innominado paniaguado político suyo, allí presente, y seguramente uno de los escasos  no enteramente analfabetos miembros de su entorno:   “¡No se preocupe por eso, Comandante Presidente…! No vale la pena responder! ¡Usted està en capacidad de repetir lo afirmado por un famoso romano: ‘Águila no caza moscas!’”.

Irrefrenable repetidor de cosas oídas o leídas, Chávez retuvo la frase, y a partir de allí, el mundo humano se dividió para él en dos especies: una inferior y virtualmente universal, la de las moscas, y otra absolutamente individual, la de las águilas, o mejor, la del águila, puesto que era su propia persona quien monopolizaba esa condición.

La presentación de la relación anual de su desempeño gubernamental ante la Asamblea Nacional le ha proporcionado al hombre de cuartel que nos gobierna la oportunidad para  recurrir otra vez al adagio latino. Esta vez,  para aplicarlo a la diputada y candidata a la candidatura presidencial María Corina Machado.

El yaracuyano Manuel Rodríguez Cárdenas es autor de un nostálgico poema negroide titulado Habladurías, en el que pone a un viejo negro, una noche y frente a un fuego, a pintar a un grupo de sus iguales un país de ensueño, para lo cual empezó hablando así: “Dicen que hay una tierra / para los negros / donde es dulce y sabrosa la melaúra…”. Ello dio pie para que los que le escuchaban suspensos, le cortaran el discurso, entusiasmados, para gritar: “¡Vámonos pa´alla!”. Y en la medida en que el anciano proseguía el dibujo de una tierra sin hambre, sin jefes civiles arbitrarios, sin serpientes venenosas… se escenificaban nuevas interrupciones bajo el estribillo: “¡Vámonos pa´alla!”

Con cara de estatua griega de mármol, María Corina Machado había escuchado  en la Asamblea nacional durante más de ocho horas la presentación hecha por Chávez de la Venezuela de hoy como la del país de la melaúra, hasta que, sublevada por la extensión de la descarada mentira contenida en sus afirmaciones, le interrumpió para evidenciar, en apenas tres minutos, lo abiertamente contradictoria que la misma resultaba frente a la verdad irrefutable de un país donde imperaban la escasez de alimentos, la inseguridad… Y, de modo particularmente escandaloso, la práctica masiva e indiscriminada de expropiaciones gubernamentales de propiedades privadas que constituirían verdaderos robos.

“¿Usted me está diciendo ladrón? le preguntó Chávez, en una primera reacción.  En una segunda, con designio de quitarle valor a los irrefutables argumentos de la diputada, se refirió al supuesto porcentaje de popularidad (uno por ciento, según él) que le asignarían las encuestas a María Corina en la carrera hacia la candidatura presidencial. Por último, empleó contra ella esa suerte de trampa discursiva que puede llegar a ser el argumento llamado en lógica ad hominem, que permite desviar la atención del contenido de lo que se dice hacia la persona que lo dice, y afirmò, orondo: “Aguila no caza moscas”. María Corina sería muy poca cosa como para que él, Chávez, pantokrator bizantino, señor de Venezuela y parte de Paraguaná, se ocupara de ella.

La verdad verdadera   -la verdad con testigos, que diría el ex – Presidente colombiano Alvaro Uribe, y los testigos, por cierto, fuimos millones- es que la audaz interrupción de María Corina hizo el papel de una mosca introducida en la oceánica sopa de palabras servida por Chávez ese día a la Asamblea y al entero país. Pocos se acordarán hoy de lo este último dijo el viernes 13 de enero de 2012, día de muy mala suerte para él, pero todos lo haremos de lo que en tres minutos María Corina Machado le replicó, en plan antagónico. La frase: “Expropiar es robar”  se está coreando hoy desde la Piedra de Cocuy al Cabo San Román. Y si Chávez fue veraz – cosa muy rara en su práctica política- en su alusión a porcentajes de preferencias políticas, hay buenas razones para pensar que, al siguiente sábado 14, la popularidad de su audaz contendora habría subido sustancialmente.

El domingo 15, día en que María Corina presentó en Caracas, en un acto público de grandes emociones, su programa de gobierno, centrado en la interesante propuesta de un capitalismo popular (de paso sea dicho, la única francamente de envergadura que hasta hoy ha provenido del sector de candidatos adversarios del gobierno), tenemos la convicción de que  la  adhesión  a su candidatura debió aumentar todavía más.  El destino, hasta el  próximo 12 de febrero, no sería irremediablemente otro, según todo parece mostrar, que el de crecer. Y -¿por qué no?- hasta el de ganar las programadas elecciones primarias de la oposición.

La mosca de que habló Chávez  está resultando, pues, una de aquellas  de las que dijo el poeta español Antonio Machado (decir luego llevado a una por Joan Manuel Serrat a una canción que recomendamos hoy volver a escuchar: Las moscas), que eran a un tiempo, “familiares”, “amigas fieles” y  “revoltosas”.

Por eso advertimos, desde ya, al modestísimo Teniente-Coronel barinés doblado de águila: ¡mosca con la mosca!  
    
    
Post-scriptum a propósito de águilas: en algún lugar leí hace tiempo que el Presidente norteamericano Teodoro Roosevelt habría dicho que si a él le hubieran dado a escoger el animal emblemático de su país, hubiera preferido que fuera el oso, de condición fuerte y solitaria, y no el águila, porque a ésta caracterizaba la poca atractiva condición de ser  un ave carroñera.

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