Opinión Nacional

El Ángel y el Rey

Muchos famosos del mundo artístico son objeto de controversia, quizá porque los hay llenos de excentricidades. La prensa del espectáculo siempre nos muestra lo más destacado de su recorrido, sus actuaciones más sobresalientes. Con frecuencia intenta exponernos algo sobre su vida privada y, por lo general son hechos que llaman más la atención por su sensacionalismo que por la veracidad de sus informaciones. Son muy pocas las ocasiones en que hace público lo que muchos de estos personajes son en realidad, lo que sienten, lo que piensan y lo que necesitan como seres humanos. Y lo que muchos de ellos hacen en beneficio de los necesitados. Lo lamentable es que algunas de estas cosas se den a conocer cuando estos personajes ya no se encuentran entre nosotros. Cuando el agradecimiento no se haga sino mirando al cielo. Sin embargo, como ahora, será bueno hacer memoria para que, salvando las distancias, desde nuestro sitio, invitemos a seguir un modelo que podría cambiar algunas situaciones. A pesar de que, _como dijera la Madre Teresa de Calcuta _“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.»
Dos iconos de Hollywood cuya trayectoria fue reconocida por el mundo entero se han ido en los últimos días: Farrah Fawcet y Michael Jackson. Ella, el Ángel de Charlie, de cuerpo escultural y melena leonina y cuya fotografía ocupó un lugar especial en la habitación de millones de jóvenes en todo el planeta. Él, excepcional Rey del Pop, revolucionó la música de la segunda mitad del siglo XX e hizo dividir la historia del ‘pop music’ en un ‘antes’ y un ‘después’ de Michael Jackson.

La reflexión posterior que nos produjera la desaparición física de unas figuras que despertaron nuestra admiración desde los años setenta nos mueve a marcar las letras de estas líneas.

Farrah Fawcet fue una mujer monumental, pero su hermosura sufrió los embates de una enfermedad que pocas veces se compadece de quien la sufre. Ella lo sabía y aunque fue admirada por su belleza física no temió mostrarse en un documental en el que explicaría a otros enfermos cómo controlar el dolor y lo que hacía para sacar fuerzas y seguir luchando, aún cuando sentía que su vida se apagaba. Lo sobrecogedor de todo esto es que Farrah Fawcet participó, _desde el principio de su carrera artística_ en cientos de eventos a favor de la lucha contra el cáncer, muchísimos años antes de que se convirtiese en su víctima. Su lucha no terminó hasta que aquélla célebre Ángel de Charlie tocara el cielo.

Michael Jackson es un imposible de olvidar. Más allá de las polémicas que seguirán por muchos años sobre su persona permanece inalterable el impacto que causara aquella canción grabada por su iniciativa y la de Stevie Wonder y con la que se recaudaron millones de dólares para ayudar a los niños del continente africano: “We are the world” _”Somos el mundo”, en español, y su campaña USA for África abrirían las puertas a múltiples cruzadas de auxilio a favor de ese continente. Así mismo, otro de sus ‘hits’, “Heal the world” _”Cura el mundo”, en nuestro idioma_, daría nombre a la fundación que en 1992 comenzaría su trabajo a favor de la mejora en las condiciones de vida de millones de niños víctimas de enfermedades, guerras, fenómenos naturales, desnutrición o abandono. Se hizo acompañar de cientos de celebridades en sus conciertos que llamó ‘Michael Jackson and friends’ en los que recogió sumas extraordinarias para las organizaciones humanitarias como UNICEF, UNESCO y FAO. Fue promotor y colaborador de más de cincuentas organizaciones benéficas en el mundo entero, la gran mayoría de ellos dedicadas a la infancia. Sus donaciones son incalculables, como incontables fueron sus gestos, conocidos por muy pocos, para agilizar donaciones de órganos, prótesis y medicinas para niños con enfermedades terminales. Su guante blanco estrechó la mano de reyes, primeros ministros y celebridades dejando una marca indeleble en quienes lo conocieron.

Sobre su persona se tejerán miles de historias, algunas ciertas, otras quizá no. Pero lo inevitable e insustituible, lo trascendental y verdadero es que por encima de todo espejismo que pueda aparecer alrededor de un icono de la historia del entretenimiento, perdurarán las obras de un auténtico rey de la generosidad: El Rey del Pop. Un rey que dejó su huella, como su baile, su ‘paso de la luna’, ese ‘moonwalk’ que todos quisimos imitar, en las esencias de las obras que hizo para ‘curar al mundo’.

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