Opinión Nacional

El asalto al aparato productivo

Logrado el control político y militar del país, y despejado el camino para las reelecciones indefinidas, la llamada por el mismo Hugo Chávez, la “tercera etapa” del proyecto chavista, pareciera ser la del control del aparato productivo de la nación, lo que le permitiría el control absoluto de la economía del país; dando además, un golpe mortal a la propiedad privada. Estos objetivos del gobierno, vienen siendo anunciados directa e indirectamente por éste en diferentes tiempos, formas y medios, lo cual no debería extrañarnos que suceda.

Si bien es cierto, que hasta ahora, el gobierno avanzaba y retrocedía estratégicamente en sus intensiones primarias de nacionalizar el aparato productivo, lo cual dependía de las resistencias opuestas por la sociedad civil, y de las condiciones políticas y económicas existentes en el país; por ser ésta, una necesidad esencial para el proyecto totalitario chavista, tarde o temprano, este momento tendría que llegar, so pena de tener que rectificar en sus objetivos y metas, lo cual al parecer es imposible de que suceda, vistos los avances y compromisos del proyecto revolucionario, cuyo lema de PATRIA SOCIALISMO O MUERTE, devela en cierta forma lo irreversible que consideran a su revolución.

Las anunciadas expropiaciones de las empresas Cargill y Polar, parecieran ser el primer paso a dar, o una especie de proyecto piloto o globo de ensayo – que dependiendo de las reacciones de los propietarios y de la sociedad venezolana en general – pudiera ir tomando fuerza y/o dando pie al gobierno a avanzar o retroceder en estas pretensiones, según sean las circunstancias que se den.

Aún cuando estas medidas puedan ser inconstitucionales e ilegales, y los propietarios apelen al Tribunal Supremo de Justicia, sería infantil pensar en que éste TSJ dicte sentencia contraria a los deseos del líder supremo de la revolución; razón por la que se descarta cualquier anulación o diferimiento de la decisión tomada, por la vía legal. Sin embargo, por principio y por deber, estas apelaciones deben intentarse.

No obstante, a pesar de todo el apoyo popular y militar que tiene el presidente para efectuar estas medidas de apropiación de las mencionadas empresas, las severas limitaciones económicas que empieza a tener el gobierno, como resultado del desplome de los precios de venta del petróleo, aunado a la crisis económica interna, nos llevan a pensar que no será fácil para el gobierno tomar el control administrativo de tales empresas, con éxito.

Llama la atención, que el chavismo se haya centrado en atacar a dos de las empresas mas exitosas que operan hoy Venezuela como lo son Cargill y Polar. Sobre Cargill, el solo hecho de que sea una empresa transnacional exitosa de origen norteamericano, es más que suficiente, para que se le hostigue y persiga. Desde que tengo uso de razón, he venido oyendo del Grupo Polar, como un grupo de empresas exitosas, responsables y serias, que incluso, han trascendido mas allá de nuestras fronteras. Tengo entendido, que se han dado a conocer como un grupo de empresas de las mejores de Latinoamérica, razón por la que no logro explicarme, el porque de tal grado de animadversión contra éstas.

Pretender obligar por la fuerza a las empresas venezolanas a que se plieguen al socialismo, y que trabajen a pérdida, para esconder la responsabilidad del fracaso del gobierno en las políticas de producción nacional de alimentos, es además una gran cobardía, una gran vergüenza que raya en el abuso de poder desmedido y sin justificación de peso alguna.

De ejecutarse las medidas de expropiación dadas por el presidente, se agravaría mas la situación del suministro de arroz regulado al mercado nacional, dado que está harto demostrado, que el gobierno no sabe producir exitosamente alimentos, ni bienes de servicio. La solución idónea a ese problema, es la de sembrar y cosechar mucho más en Venezuela de lo que hoy día se hace, lo cual hasta luce elemental, según el nivel y cantidad de información que poseo.

El gobierno ha estado equivocado desde un principio, respecto a sus políticas económicas y sociales, al tomar a la congelación o control de precios y la inamovilidad laboral, como las únicas banderas para combatir a la inflación, cuando lo que ha debido hacer es diversificar la economía, crear nuevos puestos de trabajo, crear y auspiciar infraestructura física, incentivar la inversión privada; que permita todo ello, desarrollar económicamente al país, a objeto de que la mayoría de los venezolanos tengamos empleos dignos y bien remunerados, que nos permita tener capacidad de adquisición adecuada.

Por el contrario, sus políticas han sido orientadas a la protección directa por el estado venezolano al ciudadano, con regalos, dadivas, becas, misiones engañosas y populistas, aupando además las invasiones de tierras fértiles y en plena operación, que al final han resultado destrozadas e inoperantes.

El chavismo es anticapitalista por ideología y por naturaleza. En consecuencia, no es de esperarse, que entiendan, ni acepten, ni defiendan al sistema capitalista de producción, por mas mejorado que este se presente. Por el contrario serán permanentes enemigos y detractores eternos del mismo.

Tenemos que aceptar de una vez por todas – aun cuando se este en desacuerdo con esto – que la lucha que está planteada en la Venezuela de hoy día, transciende las diferencias políticas o estratégicas de planteamiento, planificación y/o ejecución de proyectos políticos entre partidos políticos tradicionales democráticos, tal como sucede en otras sociedades occidentales. Según como han llegado las cosas en Venezuela, la lucha es entre aceptar un socialismo o comunismo, con la hegemonía del estado en plan planificador, conductor, inversor, contralor y hacedor, o seguir conviviendo con el capitalismo, pero más humanizado.

Los políticos, gobernadores, alcaldes, líderes venezolanos de la oposición, y/o de representantes de la sociedad civil en general, que con razón o no insisten en dialogar con el gobierno nacional, o pedirle cacao según la interpretación del presidente, para llegar a encuentros y acuerdos de gobernabilidad, en mi opinión y la de muchos, pierden su tiempo.

La lucha contra el chavismo debe ser frontal y radical. Los gobernantes de la oposición se deben limitar a solicitar los recursos económicos que por ley les deben se asignados, exigir respeto, hacer cumplir sus derechos y garantizar una gestión eficiente y transparente, que le permita al venezolano común comparar la calidad de gestión entre ambas corrientes políticas.

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