Opinión Nacional

El Beisbol y la radio: ¡Al diablo la veracidad!

Esas otras estrellas

Además de los jugadores y el público, la transmisión del partido por los medios de comunicación, es obligatoria para completar la vital realización de un juego de pelota. Los staff de locutores, narradores y comentaristas, no se redujo nunca a meros difusores y descriptores que intermedian entre el juego que se desarrolla y el público que se interesa. Desde las primeras transmisiones radiales, su participación ha trascendido el estricto campo informativo y narrativo. Estrellas que brillan con luz propia e igual intensidad, o más, a veces. que los grandes jugadores; situación que ha venido formando un archivo infinito de tradición oral que ha influido de tal manera en la imaginación colectiva- especialmente en los países caribeños- que resulta imposible concebir hoy la historia del beisbol y la epopeya que nació de este formidable fenómeno de masas, sin ligarla a personajes de la locución, de las narración y de los comentarios, en la que las figuras más destacadas y queridas por el público, revelan su poder de involucrarse en el evento a través de la singularidad del tono de su voz, de sus expresiones personalísimas para la anécdota en el comentario o el canto de los out, los fildeos y los batazos al tratarse de los narradores; sirviendo al espectador como el privilegiado confidente de las arduas batallas que en los terrenos de juego celebraban ayer y lo continúan haciendo hoy, los jugadores y equipos favoritos de los aficionados.

La radio.” ¡Al diablo la veracidad!”

Para algunos fabular no es cosa de libros sino de palabras. La pasión por la radio y por todo lo icónico-sónico durante las primeras décadas del siglo XX abrió nuevos campos a la imaginación, a la sensación de la presencia en medio de la epopeya. El cronista de beisbol se convirtió en un animador de los encuentros, en un relator de hechos como si fuera un fabulista al quien todos le ponían atención, creando imágenes y parábolas a una audiencia sin precedentes produciendo ciertos estados de éxtasis colectivo, inéditos a los días que antecedieron a la aparición de la radio.

Pero lo más característico de este medio en sus primeras etapas, fue la dramatización, la exageración y la hipérbole e incluso la alteración de la verdad. Es decir, recursos más acordes con la literatura y el teatro épico. Los narradores de beisbol continuaron las pulsiones que impregnaba la radionovela que, simultáneamente con la transmisión de los juegos por aquellos días, hacían furor entre asombrados radioescuchas, aún no demasiado acostumbrados a las truculencias rosas que distribuía sin tregua el invento hertzeliano
Aparecen mañas, desde poner efectos especiales para simular que se encontraba transmitiendo desde el Yankee Stadium, hasta inventar un partido cuando se perdía la señal. También hay en algunos casos una sobredimensión de estas tendencias epopéyicas que rayan en extrema desmesura y hasta en el ridículo. Un hecho reciente en la cadena televisiva ESPN expresa lo que indicamos; allí hay un narrador que nombra los jonrones de Barry Bonds y los llama «¡Homeros!» «¡Barry Bonds conecta otro homero!».

Aparte de este tipo inoportuno de dislates, resulta muy revelador lo que la radio y el poder de su fantasía lograba con las trasmisiones, colocando al propio relato oral del partido por encima del gusto de presenciar las jugadas en vivo. A la conocida afirmación de Cabrujas volcando su fe de radioescucha aficionado de haber aprendido” a ver el béisbol por radio”. es elocuente lo que sobre este fenómeno nos cuenta el escritor Salvador Garmendia :” Nunca voy al stadium; en cambio llegué a ser un fanático de la pelota transmitida por radio, en los años de los 40-50, cuando Pancho Pepe Cróquer nos incendiaba la imaginación con su narración elocuente, excitante e imaginativa de los partidos. Como un maestro del suspenso oral, Pancho Pepe recubría con imágenes de sugestionante realismo los largos paréntesis, los tiempos muertos y las anestesiantes esperas que a cada momento se producen en medio de un juego principalmente cerebral como el béisbol: ¡Y la bola se va elevando, se va elevando, se va elevando!… La voz atenorada de aquel narrador insuperable parecía subir a las nubes y los pequeños aquí abajo moríamos atornillados en las sillas, con los dientes apretados y las manos crispadas esperando el imprevisible resultado de una jugada, que allá en caracas había sido vista y celebrada hacía rato por la multitud. El partido narrado por Pancho Pepe era un “cuento”, una narración menos real que inventada. Cuando algunos años después asistí por primera vez al campo, el juego me pareció demasiado formal y aburrido. Yo seguía prefiriendo las tratas de la imaginación y la inventiva, antes que la severa realidad.”

La llegada de la tecnología con el radio transistor limitó un tanto esas licencias. Veamos como nos cuenta eso un aficionado.” Un diminuto radio portátil, que podía ser guardado en el bolsillo de la camisa, fue lanzado el 18 de octubre de 1954. Esta tecnología de los nuevos radios cambió totalmente las costumbres de las gentes. Ya no se tenía que estar pegado a un radio en la sala de la casa para estar al tanto de los eventos. Hasta se presentaron disgustos de las gentes con los locutores, ya que los asistentes a los estadios de béisbol y fútbol, principalmente, veían que era diferente lo que se decía con lo que pasaba en la realidad. El apretado partido que se narraba a voz en cuello, no dejaba de ser un encuentro soso y de baja calidad.”
Fantasías y personajes

El 5 de agosto de 1921, se produjo un hecho con repercusiones históricas, cuando por primera vez se escuchó por radio, un juego de beisbol, utilizando las ondas de la estación KDKA de Pittsburg, narrado en la voz del pionero Harold Arlin.

En Latinoamérica, éstas se originan en Cuba durante la década de los años veinte y finales de los treinta. Cuentan que se daba el caso de organizadores de campeonatos que se oponían a esta práctica, pues les afectaba el negocio, ya que mucha gente prefería escuchar el juego por radio.

En 1931, en Venezuela se trasmite por primera vez un juego de pelota. Esteban Ballesté se encargó de hacerlo describiendo un juego del Magallanes contra el Royal Criollos.

Pero a partir de la década cuarenta es cuando comienzan a tomar forma y desarrollarse las trasmisiones de los encuentros, bajo el impulso no solamente de la expansión de la radio como medio expresivo, sino la extraordinaria victoria sobre Cuba en la propia isla en el campeonato mundial amateur de 1941 que culminó con la creación de la liga profesional de béisbol en 1946( LVBP). No falta quién se mofe de los venezolanos por la manera en que durante el transcurrir de los años, se siga celebrando en nuestro país esa victoria tal como si se hubiera conseguido el día anterior. Bajo el uso de un desdeñoso pero simpático desplante: “Nos ganaron una sola vez y todavía lo están celebrando”, pareciera a veces resonar por ahí en la voz de algún cubano” jodedor” con el propósito deliberado de mamarnos el gallo. En este punto, es de aclarar, que Venezuela obtuvo después de 1941 dos nuevos títulos mundiales, 1944 y 1945, escenificados ambos campeonatos en tierras venezolanas

A nivel de Grandes Ligas, los primeros partidos narrados en español fueron los de los Yankees y la serie Mundial de 1936 a través de la “Cabalgata Deportiva Gillette”. La voz en escena, la del inimitable y admirado Buck Canel, nacido curiosamente en Buenos Aires pero criado en Staten Island , Nueva York, quien narraría todos los Clásicos de Otoño hasta 1977. A Canel le acompañó a través de esos años una verdadera gala de estrellas de Latinoamérica, entre ellos Felo Ramírez y Orlando Sánchez Diago de Cuba, Pancho Pepe Cróquer primero y Musiú de la Cavalerie y Delio Amado León más tarde por Venezuela: Lalo Ordeñanos y Rafael “Mago” Septién de México y Sucre Frech y René “Chelito” Cárdenas de Nicaragua.

Más sobre la radio en Venezuela

En cuanto a las trasmisiones radiales de beisbol en Venezuela, la televisión no las ha podido desplazar y gozan de muy buena salud, con un montón de narradores y comentaristas y con circuitos consolidados en cada una de las franquicias que conforman la liga. Sus antecedentes son artesanales, lo que hace más curioso rastrear sus huellas. Oscar “El Negro Prieto” padre y Pablo Morales, fueron los exitosos pioneros que dieron pauta para el triunfo de los esfuerzos de transmisión y su posterior evolución y modernización. Ellos comenzaron por Caracas, hogar de Los Leones y su propio equipo. Herman Chiquitín Edtegui dice sobre Prieto y Morales lo siguiente:” Aquí no había sino un solo circuito que manejaban Pablo Morales y el negro Prieto, todos los equipos tenían un circuito nada más, que era el de Caracas, como nadie sabía vender como Morales y Prieto, pues vendían los derechos del circuito, La Guaira empezó vendiendo el circuito al negro Prieto y después se independizó y comenzó a narrar por su cuenta cuando Padrón Panza y así hizo el Valencia y así hizo el Magallanes. (Comunicación personal, abril 30, 2005. Citado por Gabriel Zerpa ; blog “Béisbol del Bueno)
Las eras de oro y el prestigio de los circuitos radiales, han tenido sus etapas de esplendor y caída.

Surgida de la escuela de Pancho “Pepe” Cróquer originaria a su vez de la llamada escuela norteamericana de Canel, nos topamos con el chispeante y ocurrente Musiú de La cavalerie; la exacta y amena descripción de Carlos Tovar Bracho, el misterioso vibrato de Abelardo Raidi, y la voz de mayor personalidad, llegando a ser la más famosa de la narración deportiva venezolana, la del siempre recordado Delio Amado León.

Luego de este TOP de figuras, aparecerían otras de similar calidad profesional: Arturo Celestino Álvarez, “El Premier”, considerado el mejor narrador zuliano de todos los tiempos; Fosión Serrano, Miguel Thode, Luis Enrique Arias, Beto Perdomo, Alfonso Saer, Andy Osorio Pepe Delgado Rivero, Luis Manuel Fernández, fallecido prematuramente; John Carrillo, Reyes Medina, Alvis Cedeño, Jorge Asprino Curiel, Mario Dubois, Fernando Arreaza, Pascual Artilles, Joan Urdaneta, Entre los comentaristas, Carlitos González, el mejor de todos, prolijo e ingenioso en el armado de frases y un singular don para recrear las jugadas y reconstruir los detalles luego de finalizado los partidos. Siguen, siempre detrás de él, otra lista de destacados que han dejado rastros en la memoria de infinidad de aficionados: Daniel Crespo Verona, Herman Chiquitín Edtegui, Omar Lares, Guillermo Vilches, Duilio Di Giacomo, Carlos Castillo, Rodolfo José Mauriello, Rubén Mijares, el bigleaguer Dámaso Blanco, Pedro Reyes, Ton González, Elbano Castro Pimentel, Néstor López, y muchos otros. Y de los relativamente nuevos, Carlos Alberto Hidalgo, Humberto Acosta, Manuel Urbina, Héctor Cordido, Andrés Chapela, los hermanos Álvarez “Gallardo”, Iván Arteaga, Marcos Vinicio de La cavalerie, Toni Cruz, Iván Medina, Pedro Ricardo Maio.

Entre las mujeres, que es un dato significativo de modernidad en la expansión del gusto por el juego, ha resultado un fenómeno novedoso y excitante; las féminas especialistas, que las hay y bastantes ya en Venezuela, por la propensión de éstas a la curiosidad y a indagar en los detalles, han introducido una mirada nueva, estéticamente particular y desconocida de aliento y alcance distinta y deslindada de convencionalismo imitativos de sus colegas masculinos. Es de de rigor mencionar entre ellas a Rebeca Rincón, Martha Blanco, Carolina Guillen, Ivonne Gaete., Mary Montes, Adriana Flores entre otras.

En fin se trata de un grueso catálogo de nuevas y no tan nuevas estrellas que vienen emergiendo en el uso del micrófono. Este crecimiento señala que en materia de periodismo deportivo en Venezuela pareciera seguir en este renglón, el mismo ritmo en cantidad y calidad con la que proliferan y se multiplican los magníficos y sobresalientes jugadores venezolanos.

Reflexión final

Por último , nos toca decirle a estos muchachos y muchachas que están , a los que vienen , y a los que siguen activos y no son tan jóvenes, que dado el peso histórico y en cierto modo académico de la experiencia venezolana , repleto de estelares figuras en este campo, que se encuentran obligados a serenarse ante la crítica, pues a diferencia de sus antepasados, el terreno que pisan es nerviosamente competitivo, y las herramientas de expresión en posesión de los fanáticos con las nuevas tecnologías y el periodismo ciudadano, han creado penetrantes radares de contraloría, de ácida crítica, mezquina a veces, insumisa casi siempre, resistentes al elogio fácil presta a entrometerse, y hacer ruidoso público juicio a su trabajo. Lo recomendable es “pararles bola” a muchas de esas objeciones provenientes de estos intensos y resabiados aficionados. Quizás, para el mundo en el que hoy vivimos, la actitud que se asuma ante lo que ellos digan, puede marcar la diferencia entre los que pasan al recuerdo grato de la memoria y los que terminan en el indeseable epitafio del olvido.

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