Opinión Nacional

El bolsa

1. No es breve el espacio que el DRAE le dedica a la definición de tan singular adminículo llamado, simplemente, bolsa. Que es palabra de alcurnia lo demuestran las 14 acepciones directas que ocupan casi media página de tan solemne diccionario: van desde aquella especie de saco o talega que sirve para guardar cualquier cosa hasta, pluralizada, las dos cavidades en las que se guardan viriles y delicadas partes pudendas. En tiempos de espadachines y antifaces, como los de mis propios ancestros, era una taleguilla de tafetán o muaré negro con una cinta en la parte superior que usaban los hombres para llevar recogido el pelo. Para terminar más tarde designando el espacio en que se debaten asuntos de interés público. Por cierto: en uno de ellos acaba Bill Gates de sufrir su primera y gran derrota financiera: la Bolsa de Nueva York. Él, que de bolsa no tiene un pelo. Y Celera, la empresa privada norteamericana que está a punto de descifrar el genoma humano, ganado un cien por ciento de su valor accionario. La gran bolsa genética a punto de desvelar sus divinos misterios.

Pero el DRAE, tan conservador y pundonoroso, no le da cabida al uso que tal sustantivo ha adquirido entre nosotros, con lo cual comete un grave error. Casi tan garrafal como el que llevara a los ilustres miembros de la Real Academia de la Lengua ­redactora del DRAE- a definir en viejas versiones al perro como a un mamífero de cuatro patas que al orinar levanta una de ellas. Si todo lo que existe en el mundo de habla hispana encuentra un rinconcito, así sea mínimo, en el DRAE, entonces no existe el bolsa venezolano, ese animal bípedo, de sexo indistinto, pusilánime y opaco, más bien insípido, por antonomasia un perdedor o, mucho más exactamente expresado en inglés, un ³looser², que se pliega servil y minusválido a los designios del poder, sea el de su hermano menor, su padre, su mamá, el jefe, su superior, la esposa, el Papa o el presidente de la República de los Estados Unidos de Norteamérica. Pues, aunque Ud. no lo crea, querido y esforzado lector, también ha habido presidentes de la república que fueron unos bolsas redomados, con lo cual se demuestra que tal condición ontológica está muchísimo más extendida de lo que el DRAE, que no lo define, pudiera hacernos creer y en capas y sectores de la sociedad que se creía indemnes al influjo de seres tan cremosos. Es obvio: en manos de tales bolsas presidenciales los países sufren daños y perjuicios difíciles de evaluar, como bien lo demuestra el paso del pediatra adeco por los salones de Miraflores, quien, si no era realmente un bolsa, hacía todos los esfuerzos por parecerlo. Como que a él le debemos en gran medida que nos encontremos convertidos hoy en un país de bolsas.

2. Es, pues, el bolsa, figura extendida. Sorprende que el bolsa prolifere y cunda cual sarnosa picazón en tiempos autoritarios, cuando el mando del país nacional ­ como solía llamar a Venezuela el COPEI de tiempos de Luis Herrera Campins ­ se encuentra en manos del antípoda del bolsa: el bragado. Éste sí encuentra cabida en el DRAE: ³dícese de la persona de resolución enérgica y firme². Son términos antagónicos, es cierto, pero además excluyentes y en relación inversamente proporcional: un solo bragado es capaz de engendrar millones de bolsas. Y así ha sucedido en la historia de los bragados que en el mundo han sido, desde Trujillo el Benefactor hasta Franco el Caudillo, pasando por Pinochet el simulador, Fidel el patriarca y Perón el ungido, quienes se rodearan de bolsas en cantidades suficientes como para ocupar todos los cargos ministeriales, congresillos, cortes supremas, estados mayores y consejos supremos electorales. Sobre todo: Consejos Supremos Electorales.

Pero no seamos injustos: también ha habido fiscales bolsas. ¿Recuerda Ud. al fiscal de tiempos de Recadi, aquel del que no se sabía si era él quien ejercía o su esposa, quien vivía mandándolo al abasto y la panadería en el carro de la fiscalía y con dineros de su peculiar partida? Bolsa asimismo redomado, no podía menos que ser el encargado de fiscalizar al gobierno de un bolsa de doble filo, manejado asimismo desde el tocador de su concubina, tan nada de bolsa ella misma, que se encumbró a las egregias alturas miraflorinas desde su puesto de telefonista del Congreso para terminar de honorable desposada presidencial en el exilio. En este caso, la bragada era ella, aunque no tuviera con qué.

Sobran, pues, los bolsas, de todas las edades, en todas las funciones y para todos los gustos. Bolsas que median en conflictos laborales, bolsas que redactan preámbulos, bolsas que arbitran elecciones, bolsas de color que ven frustradas sus legítimas ambiciones y agachan el moño, bolsas que reparten tacitas de café, bolsas que presiden congresos, bolsas que a pesar de ser bolsas terminan embolsándose el erario nacional, etc.,etc. Como divertimento de semana santa, le invito a llenar el nombre que corresponde a cada una de las siguientes asignaciones y devolver via e-mail a la siguiente dirección: [email protected]

Bolsa comandante y ministro:

Bolsa jurisprudente:

Bolsa constituyente:

Bolsa embajador ante la Santa Sede:

Bolsas del CNE:

Bolsa uniformado:

Bolsa ad maiorem gloria Dei:

Suma y sigue.

3. Pero bolsas, lo que se llama BOLSAS, con mayúsculas, somos todos nosotros, queridísimos lectores: ustedes y quien esto escribe. Porque no cabe otra definición para quienes se tienen que calar a diario el intemperante, agresivo, dictatorial y manipulador dedo de don Luis Miquilena, bautizado como don Luis Corleone y quien no ve otra cosa, desde los ventanales de su pisito en la Plaza Altamira, que bolsas que van y vienen, bolsas que suspiran, bolsas que sueñan, bolsas que aspiran a candidatos del PPT, bolsas que se abstienen y bolsas que votan. Y sobre todo bolsas muertos de hambre que no encuentran mejor manera de gastar los realitos de sus esperanzas que votando el 28, por centésima vez, por el MVR y su cáfila de estafadores de las ilusiones perdidas y hambrientos de la VRepública. Bolsas los que volverán a caer en las garras del Gran Elector y que por ello son doblemente bolsas. Bolsas los bolsas del PPT, que aunque con soberana patada en el trasero y nalgas amoratadas llaman a votar por el Gran Comandante, en prueba fehaciente de servilismo bolsa y beateco.

Bolsas, pues, en el PPT. Bolsas, los pillos ilustrados del MAS, que porque gozaron de beca de la Gran Mariscal de Ayacucho en París en tiempos de CAP I se creen devorándosela a los pies del emperador de Sabaneta: estadistas del cuántohaypaeso. Todos bolsas. Bolsas perinolas en el dedo atómico de Don Luis y en el dedo armado del caudillo. Bolsas menores que pasarán a la efemérides de la vergüenza patria como bolsas insignes.

Entre tanto, y entre tanto bolsa, ¿alcanzó a registrarse, joven e inquieto lector? Si no lo hizo, no se queje el 29. Mírese al espejo y reconozca en esas facciones cuadriculadas, en esa quijada perfectamente horizontal, en esa cabeza extrañamente semejante a un tepui en miniatura que es Ud. el vivo reflejo de un bolsa. Como diría Sartre: después de los veinte años la culpa es suya.

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