Opinión Nacional

El candidato ninguno

Es sorprendente la transmutación de algunas de las mejores plumas
detractoras del gobierno chavista, en enemigas de este o aquel candidato
postulado o presunto de la oposición. El enemigo, léase bien, enemigo a
confrontar parece haber dejado de ser ése que tiene hundido a este país en
un lodazal de crímenes manipulados politiqueramente, de escatología
mediática con bendición oficial, de la mentira como norma, de corrupción en
todas sus versiones, estilos y definiciones y que, en el ámbito
internacional, solo es superado en sus arbitrariedades y arranques
patológicos por el presidente Ahmadenijad, de Irán. Quizá por eso hacen tan
buenas migas.

Tanto que critica al Imperio representando por George W Bush y resulta que
regalando petróleo, los dólares que éste produce y comprando adhesiones, lo
que pretende es crear otro imperio aunque supuestamente socialista: la
resurrección de la Unión Soviética en los tiempos más agudos de la guerra
fría. En momentos en que el Presidente de la China industrializada y
capitalista se abraza con Bush, Chávez aspira a ser la reencarnación de Mao.

Pero todo eso ha quedado relegado a segundo plano, ahora se trata de
emprenderla contra este o aquel aspirante a disputarle a Chávez la silla
presidencial.

Algunos se dedican a su tarea destructiva montando lo que en el argot
periodístico se llama “olla”, son expertos en la materia y necesitan de
tales mecanismos torcidos para aupar al candidato que les acomoda. Otros
vuelven trizas -con el uso de los peores argumentos y hasta calumnias- a
todos a quienes les ven algún chance, porque su candidato es ninguno: son
los fanáticos de la abstención. El argumento que justifica su conducta es
aparentemente impecable: con un Consejo Nacional Electoral controlado por el
gobierno y con un sistema viciado, es inútil votar porque resulta imposible
ganarle a Chávez. Es imprescindible entonces preguntarles: ¿con la
abstención si es posible derrotar a Chávez?
A la vista tenemos lo que ocurrió el 4 de diciembre de 2005: los opositores
saltamos de felicidad porque la abstención rondó por el 80%, quizá más y eso
constituyó un revés muy duro para el gobierno. ¿Cuánto tiempo duró ese revés
y qué resultados produjo en términos que beneficiaran al país? Pocos días
después nadie hablaba del tema, las fiestas navideñas enterraron el debate y
Chávez arrancó su séptimo año presidencial con más poder que nunca y
dispuesto a manejarse abiertamente como Ubú Rey, sin guardar fórmulas de
ninguna especie. Para el mundo exterior que no se desvela por lo que ocurre
en Venezuela, aquí se habían realizado unas nuevas elecciones democráticas y
democráticamente se había elegido un democrático parlamento, aunque éste no
tuviera un solo diputado opositor. La minoría de oposición que existía antes
de esas elecciones, no lograba torcer las órdenes impartidas desde la
presidencia a los obsecuentes diputados del régimen, pero al menos uno se
enteraba de hechos graves, de proyectos de ley insólitos, de actuaciones
indignas de altos funcionarios y de los mismos parlamentarios. Hoy todo está
envuelto en el más absoluto silencio.

Si alguien tenía la esperanza de que el régimen implosionara por sus propias
contradicciones o reyertas internas, que se baje de esa nube. Ya vimos lo
qué pasó con el magistrado Velásquez Alvaray: bastó que dijera que al
Palacio de Justicia había que ponerle una bomba (una vez que él ya no
perteneciera al Tribunal Supremo) y que empezara a ventilar trapos sucios de
sus colegas, para que el caso saliera de los medios de comunicación. Cuando
amenazaba con enmohecer, su principal acusador -el ministro del Interior y
Justicia Jesse Chacón- modifica la denuncia sin que nadie sepa de qué se
trata ahora. ¿Se acuerda alguien de la confrontación de la diputada
Fosforito y de otros parlamentarios del MVR contra el gobernador Manuitt,
acusado por los crímenes de los grupos de exterminio en el estado Guárico?

Otros escribidores de oposición se han dedicado a exigirles a los candidatos
del sector, que se comprometan con una cartilla de peticiones solo aptas
para ser resueltas por Superman, Batman, el Hombre Araña o cualquier otro
personaje de ficción, con poderes sobrehumanos. Copia al carbón de los
programas de gobierno que presentaban los candidatos de la Cuarta República,
en los que prometían desde las más audaces reformas macroeconómicas y las
más grandiosas obras de infraestructura, hasta instalar una pila de agua o
un sistema de cloacas en algún perdido pueblito de la geografía nacional.

Esos programas eran tirados al basurero tan pronto el candidato oferente
alcanzaba la presidencia; eran una colcha de retazos armada por equipos
interdisciplinarios pero inconexos, es decir, promesas irrealizables.

¿Cuáles son según todas las encuestas, los problemas que más agobian a los
venezolanos? El desempleo y la inseguridad personal que causa la
delincuencia. Ambos están tan íntimamente relacionados que lo primero que
cualquier candidato debería ofrecer, es un programa serio y creíble para
generar empleos y desalojar la cultura de mendicidad, buhonerismo y asalto a
la propiedad privada que ha instalado el chavismo en el país.

Por suerte los candidatos con mayor opción parecen haber comprendido
la importancia de no agredirse, de hacer sus campañas en positivo y de buscar
un método que permita al final escoger sin traumas una candidatura unitaria.

¿Tiene alguna opción de triunfo el candidato así escogido cuando se confronte
con Chávez? Puede que sí como puede que no. Pero si hay algo que no deja lugar
a dudas es que el candidato ninguno, es decir, la abstención, tiene un nombre y un apellido: Hugo Chávez.

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