Opinión Nacional

El chanta y los atorrantes


Que falta de respeto, que atropello a la razón.

Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón.

Enrique Santos Discépolo

Rea y maleva, su mujer. Como que recomienda las chuletas de cerdo, porque según declara públicamente y por cadena nacional a ella le permiten fagocitarse de lo mejor al chanta de Néstor, su esposo. Su recomendación: no gaste en Viagra, ché amigo,  coma cerdo. Se conocieron en La Plata, donde amasaron su primera fortuna comprando a precio de gallina flaca lo que acogotados deudores inmobiliarios no tenían cómo pagar. Ubicados en el corazón de la entidad bancaria que les prestaba para apisonarlos, eran los primeros en enterarse de la falencia. Así, entre trapisonda y trapisonda, se hicieron con suficientes bienes inmobiliarios como para sentirse ricos. Amasaron una fortuna con que financiar el escape hacia el Poder. Allí los tiene: él, ex presidente, Ella, presidenta. Ambos multiplicando el patrimonio desde la presidencia sin que nadie se inmute. Él, por ahora, secretario general de la UNASUR. Haciendo turno para su segunda presidencia. Ella su principal promotora. Pagan y se dan el vuelto. A vista y paciencia de un continente literalmente pervertido.

Para darle el empleo en la UNASUR – ¿cuántos miles de dólares se embolsará mensualmente? –  ninguno de los presidentes latinoamericanos le pidió un certificado de antecedentes, un modesto curriculum. A ninguno parecieron importarle las denuncias que van y vienen de El Clarín a La Nación y de Argentina a Venezuela sobre el mafioso entorno de ministros que tuvo él y ella sigue teniendo. A ningún primer magistrado  de la región parecen haberle preocupado los maletines de Antonini Wilson o los robos a mano armada de De Vido.  Hicieron como que las denuncias de testigos presenciales de las coimas y comisiones multimillonarias en dólares, hechas directamente y a pesar de los riesgos sobre su propia vida por un embajador del propio Kirchner en Caracas, hubieran sido parte de una conspiración de la mano negra. Se las pasaron por el forro. Ninguno quiso asumir la inmunda verdad: conscientes de que “el loco es generoso”, según confesión de Lula, o malandro da favela, corrieron los hombres de paja del matrimonio Kirchner Fernández o Fernández Kirchner a apoderarse del botín caraqueño. El que allí impera ni es loco ni es generoso: es un déspota, un tirano, un autócrata ambicioso que por atornillarse en el poder inflado por la gloria que le presta Fidel Castro es capaz de vender a su parentela. Y prostituir a su patria, a la que jurara defender. Una minucia.

En eso estamos: Insulza en la OEA y Kirchner en la UNASUR. Un continente cambalacheado al mejor postor. La propia comandita de mafiosos, ladrones, alcahuetes, estafadores, corruptos y tiranos. Todos, de cuello blanco. “Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición: da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de basto, caradura o polizón”. Lo anticipó en los treinta del siglo pasado un argentino que ni era chanta ni atorrante, ni teniente coronel ni presidente de la república, sino un inmenso poeta popular, Enrique Santos Discépolo.

Queda una inmensa incógnita: ¿por qué ni Insulza ni Kirchner tuvieron competidores? ¿Por qué fueron designados por unanimidad? ¿Culillo o alcahuetería? ¿No hay quien se atreva a darle un manotazo a la mesa y rescate la dignidad de un continente malherido por la impostura? Latinoamérica se bambolea entre los negociados de Kirchner y el despotismo de Chávez, el cretinismo de Evo Morales y la corrupción de todos ellos. Al parecer “da lo mismo que ser cura, colchonero, rey de basto, caradura o polizón”.

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