Opinión Nacional

El chavismo en terapia intensiva

Algo inusitado y refrescante pasó en las últimas semanas con el ingreso al verano caliente de la polarización nacional: por primera vez en mucho tiempo la agenda política la colocó la oposición y no el oficialismo que, confundido, se lanzó “a tientas y a locas” a restarle efectos a la decisión opositora de participar en las elecciones presidenciales del 2012, no con VARIAS, sino con UNA tarjeta. 

Y con el talante de quien jamás se le había ocurrido que tal cosa podía suceder, y si sucedió, no podía ser creída, al menos no como para ser tomada en serio y aceptar, sin más, como definitivo el mensaje que mandaba: la oposición venezolana está unida, va a las primarias decidida a elegir y hacer respetar la candidatura ganadora y concentrará todos sus esfuerzos para que también en las elecciones presidenciales del 2012 se alce con el veredicto triunfador.

“Esa tal tarjeta única” bramó Chávez ”fue concebida, diseñada y enviada desde los laboratorios del Departamento de Estado y la CIA, y por eso tiene el tufo de un pachulí de la marca “Obama, Hilary & Company”. Y Diosdado Cabello: “Hipócritas, hipócritas, eso es lo que son. Yo no les creo nada. Eso es como cuando dicen que no participaron en el golpe de Carmona, y estaban hasta los tequeteques. Hipócritas, hipócritas, eso es lo que son”. Y Soto Rojas (otra vez como saliendo de un sueño profundo, o de una crisis etílica no diagnosticada): “Yo no dudo que se vayan a unir, pero es para tenerse más cerca unos a otros a la hora de caerse a dentelladas, a arañazos, a patadas. Oligarcas que no se autodevoren y entredevoren, no son oligarcas”,

Y por ahí comenzó el desfile, siguiendo con el afrodescendiente, Arístóbulo Istúriz, las diputadas, Blanca Eekhout y Ana Luisa Osorio, y ministros, gobernadores, alcaldes, comentaristas y opinadores haciendo la habitual comparecencia en “Toda Venezuela”, “Dando y Dando”, “Los papeles de Mandinga”, “Contragolpe” y “La Hojilla”, tratando de demostrar, número en mano, que el anuncio de la “tarjeta única” era un fraude, una engañifa para que los ingenuos militantes de los partidos de oposición no percibieran que lo que les espera es una muerte lenta y por despecho, tristeza y desilusión.

En otras palabras: que el anuncio del Secretario Ejecutivo de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, sobre la decisión opositora de adoptar la tarjeta única había provocado en el seno del chavismo una suerte de sismo, tsunami o deslave, que no solo les había arrebatado la iniciativa de marcar la agenda política nacional, sino también de sostener la ofensiva por la que ellos siempre estaban en el centro del ring y la oposición contra la cuerdas.

Digamos que más bien, -para no apartarnos de la jerga, dichos, palabras y hasta sentimientos del habla colectiva en uso- sufrieron una suerte de knockdown y fueron a parar a una sala de terapia intensiva, donde, entubados, con aparatos de hidratación, marcapasos y oxigenadores tendrán que esperar la evolución de los días, semanas y meses para conocer si están en capacidad de remontar la cuesta que los espera.

Y ni hablar de quimios y radiaciones, que también tienen sus aplicaciones políticas e históricas, cuando los movimientos políticos son invadidos por carcinomas cuyos únicos remedios son las cirugías extremas, o el uso de energías no convencionales que les modifica el ADN.

La gran pregunta es: ¿Pero por qué ese colapso tan repentino del chavismo, por qué ese temblequeo en un movimiento político autoritario, autocrático y decididamente sin remilgos para hacer un uso hiperventajista del poder a la sola mención de que la oposición irá unida a las elecciones del 2012, con tarjeta única y en un contexto, donde, a diferencia de otras elecciones, concentrará esfuerzos, mensajes, tácticas y estrategias?

Pues, creo que la respuesta está en la sospecha – o quizá certeza- de que el candidato unificador del chavismo, el concentrador, centrifugador y consensuador, Hugo Chávez, no estará en las elecciones, habrá que buscarle un sustituto o reemplazo, y en ese escenario, todas las posibilidades de disenso, dispersión, enfrentamientos y divisiones internas se ponen a la orden del día.

O sea, que garantizar la unidad que representa Chávez en torno a candidatos como su hermano Adán, Diosdado Cabello, Nicolás Maduro, o de un outsider, es poco menos que imposible, con toda la ristra de incidencias que en principio podrían venir del “chavismo sin Chávez”, pero también del “chavismo con Chávez”, o “contra Chávez” que, igualmente, van a pretender tener algo, o mucho que decir a la hora en que el Cacique, el Caudillo, el Comandante en Jefe, el Comandante-presidente ya no está, y las tendencias a la desgregación serán desesperadas, disolventes y trituradoras.

Y es que, no habiendo segundos, ni terceros en el chavismo, ni mucho menos un sucesor legitimado, las tendencias a la división serán irrefrenables, así como la posibilidad de que, no con UNO, sino con VARIOS candidatos concurra el chavismo a las elecciones presidenciales del 2012,

Escenario, que es también el de la opción de un golpe de estado de los militares del chavismo duro, que vendría a suspender el proceso electoral hasta que el chavismo vuelva a unificarse y esté en condiciones de ganar las elecciones, y que si no, permanecería en el poder hasta que otra opción militar menos dura, o democrática, irrumpa para sustituirla.

Otro elemento a considerar en la respuesta a la pregunta (que, por cierto, puede tener varias y ser complementada con aristas a cual más contradictorias y paradójicas, como corresponde a toda pregunta compleja) tiene que ver con la debilidad estructural con que el chavismo concurre a estas elecciones, y que, no solo parte de un marcado rechazo con que aparece en las encuestas, sino también con las pruebas contundentes del fracaso de sus políticas públicas, como puede verse en temas como inseguridad, colapso del sector de eléctrico, del sistema vial, de los servicios públicos en general y de todas las áreas que abusivamente ha copado el estado benefactor chavista, como productor, distribuidor y dador.

Es una “hazaña” cuyos resultados pueden medirse por el 30 por ciento de inflación anual, por la dependencia del país hasta un 70 por ciento de las importaciones agroalimentarias e industriales, y por un crecimiento del PIB cercano a un punto en una región, Sudamérica, donde el promedio pasará de 4 puntos en los próximos 3 años.

En otras palabras: que de la única teta que está mamando el chavismo, vía el estado, es de las exportaciones petroleras a Estados Unidos, al mismísimo imperio, que son las únicas que se pagan contra factura y alcanzan para mantener la maltrecha, aunque numerosa, burocracia oficial, el clientelismo político nacional e internacional y la fanfarria publicitaria de que Chávez está “como una pepa”, que no “le pica ni coquito”, y sigue al frente de los ejércitos mundiales que de Asía a Oceanía, y de África, a Europa y América marchan a conquistar al imperio, a destruirlo y pulverizarlo.

Es, por supuesto, un ejército, pero de unos pocos locos, de alucinados, estrafalarios, anacrónicos y esperpénticos, que lo único que destruyen son los países que despotizan y cuyos habitantes cometen la ingenuidad de creer en profetas armados y santones engorilados.

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