El colectivo constitucional
Desde sus tempranas manifestaciones fascistas, el régimen concibió la formación de los llamados “Colectivos” como grupos paraoficiales que servirían de instrumentos de intimidación, dotados de los necesarios respaldos logísticos y encubiertos por la instrucción a la fuerza pública, incluyendo la fuerza armada, de hacerse la vista gorda ante sus acciones. Es bien conocido por todos y particularmente por los barrios, universidades y otras comunidades asediadas -aunque su radio de acción no tiene límites establecidos- cómo estas organizaciones, remedando lo que en su tiempo hacían los camisas pardas nazis o los fasci di combatimento de Mussolini, actúan como fuerzas de choque, chantajean con el poder de sus amenazas, extorsionan y someten a los ciudadanos a sus arbitrariedades.
Hoy, ante la crisis que sufre el proceso luego de la desaparición de su caudillo, puesta de manifiesto en las recientes elecciones, observamos cómo el régimen se ha inspirado en el modelo de acción de estas bandas, lo ha extrapolado a nivel nacional y lo está adoptando como su innovadora forma de gobierno.
Así, con gran eficacia, no sabemos si contando con la asesoría de jefes de grupos locales o de expertos internacionales de los CDR cubanos, en apenas dos semanas, la más alta jerarquía del Estado: presidencia, asamblea nacional, ministros, magistradas, rectoras, cual iracundos cabecillas de una fuerza nacional de choque, vienen aplicando con torva maestría las intimidatorias prácticas “colectivistas”, violatorias de toda legalidad: amenazas, extorsión, chantaje o abusivos despidos en contra de trabajadores, maestros, estudiantes, diputados, dirigentes de oposición, hasta turistas -amén de asalto a instituciones- sin, por supuesto, perder tiempo en atender las urgentes necesidades y graves problemas de la colectividad.
Legitimados por su supuesta mayoría electoral, el régimen ha hecho méritos para ser reconocido como el “Colectivo Constitucional de la República”.
