Opinión Nacional

El contraataque de Chávez

Chávez comenzó una contraofensiva. Siempre mantuvo la ofensiva hasta diciembre de 2006, excepto cuando es desalojado del poder luego de su renuncia al alto mando militar tras los sucesos de abril de 2002.

A partir de enero de 2007 y de anunciar el cierre del canal 2, Chávez no dio pié con bola, perdió toda la iniciativa y fue de derrota en derrota… perdió su diatriba con Alvaro Uribe. En el incidente con el Rey de España tiró al traste su imagen internacional. Apoyando a las FARC, argumentando que no eran terroristas y que debían ser reconocidos como fuerza beligerante bolivariana, sintió la pérdida de su popularidad en Latinoamérica, así como el aislamiento diplomático en el mundo entero. En diciembre de 2007, fracasó con el referéndum de reforma constitucional, con el cual pretendía convertir a Venezuela en un estado socialista. Sin embargo, un presidente con un pensamiento absolutista y autoritario, con todo el poder político, con pleno control sobre el poder judicial, el legislativo, el electoral, el poder contralor y sobre todo con el más grande poder económico que presidente alguno haya tenido en América al sur de los Estados Unidos y, además, con deseos de gobernar perennemente, no está dispuesto a desprenderse del poder así no más, por la vía electoral.

En estas últimas semanas, Chávez que se jacta públicamente que es “bueno en la contraofensiva”, ejecutó una voltereta que dio inicio a su nueva ofensiva: Declaró que las FARC debían dejar las armas y entregar a los rehenes sin condiciones. Más tarde, estableció los parámetros para hacer las paces –por ahora- con Uribe. Se fue de gira internacional donde aprovechó para comprar más armamento en Rusia y pasó por Mallorca donde el rey de España disfrutaba sus vacaciones para procurar recuperar su maltrecha imagen internacional, encuentro por cierto muy importante para posteriormente nacionalizar el Banco de Venezuela del grupo Santander. Mientras tanto, inhabilitó políticamente a dirigentes claves de la oposición con gran arraigo popular y electoral en Venezuela, crea la milicia armada bolivariana, se autonombra comandante en jefe (general de 4 estrellas) y decreta 26 leyes inconstitucionales para hacer, por esta vía, una reforma hacia el “socialismo del siglo XXI” o neoautoritarismo. Misma reforma que hace menos de un año fue rechazada mediante el sufragio en referéndum por la mayoría del pueblo venezolano.

Hasta ahora esto es lo visible de la contraofensiva chavista, abierta en distintos frentes, pero que pareciera contener una estrategia doble: Primero lograr que la oposición se aparte de su objetivo de ganar, en las próximas elecciones de noviembre, las mas importantes gobernaciones del país, lo cual de hecho derrumbaría la ofensiva oficialista, y por otra parte, Chávez también aspira a que la oposición caiga en esta provocación, se desboque y contribuya a crear un caos social y político que le permita declarar el estado de excepción y suspender las elecciones regionales.

La oposición tendría que responder la contraofensiva en todos sus frentes pero no debe perder su estrategia: La toma del mayor número de gobernaciones y de alcaldías en las elecciones. Después sobrevendrá el reagrupamiento de fuerzas y comenzará la verdadera batalla entre los que quieren reimplantar el socialismo en el siglo XXI y quienes proyectan un sistema de libertades basado en el ejercicio pleno de los derechos humanos.

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