Opinión Nacional

El Coronel y su discurso político

En toda democracia moderna que se respete es impensable ver a un oficial activo, mucho menos en un acto público, elaborar impunemente un discurso, que en realidad fue una arenga, de contenido político-partidista. A decir verdad, nada nos sorprende en lo que queda de este país. Ya no hay norma constitucional que no haya sido violada de la manera más descarada, con el mayor cinismo. El Hegemón y sus adláteres son presas de lo que hemos llamado el “síndrome de la eternidad”. Es tal el poder que ostentan, que se consideran intocables, inalcanzables, eternos. Pero el brazo de la justicia es largo y en ocasiones tarda pero llega, más hoy día que muchos delitos, como es el caso de las violaciones de derechos humanos, no prescriben. Llegará el momento en que varios de los figurones de este régimen, violadores de derechos universales, comparecerán ante la implacable Señora de los ojos vendados. Y no tendrán eximentes ni atenuantes porque están, muchos de ellos sorprendidos “in fraganti” como es el caso del Coronel que ordenó personalmente la arremetida violenta, con exceso de empleo de medios, contra una manifestación pacífica y ordenada que cumplía cabalmente con las normas restrictivas que les habían impuesto.

Pero más allá de las violaciones a la norma que señalábamos en el párrafo anterior, es de la mayor importancia llamar la atención al significado exacto de la actuación del Coronel de marras, porque ella genera una serie de interrogantes a las cuales nos atreveremos a intentar varias respuestas que a nuestro entender son las verdaderas. ¿A quién exactamente iba dirigido el discurso o mejor dicho la arenga del citado Coronel? ¿Porqué no “saltan” de inmediato los Guardias a cumplir la orden de “sáquenla de aquí” del Coronel, refiriéndose a la periodista de un canal televisivo que cubría la noticia que él estaba generando? Los Guardias se limitan a rodear a la periodista y además ni siquiera intentan alejar a varias personas, en su mayoría hombres, que se acercaron al sitio en una actitud como de protección a la periodista en caso de que la agredieran. Para “remendar el capote” el Coronel grita sin dirigirse a nadie en particular, “está bien, déjenla que coloque su micrófono donde le dé la gana” y comienza a tratar de ofenderla tildándola de payasa. Nos preguntamos ¿no sería usted Coronel quien a la postre estaba representando a Garrid, guardando la distancia por supuesto? ¿Qué hacía un Coronel, que según la información de los medios es el Segundo Comandante del CORE-5, comandando un pelotón antimotines en la calle? ¿Es que acaso la Guardia Nacional está tan escasa de oficiales de menor graduación que tiene que enviar a estas misiones a un Coronel que ostenta el cargo de Segundo Comandante de un Regional? ¿Por qué no un Capitán o un Mayor o al extremo un Teniente Coronel de poca antigüedad si es que querían allí un oficial de Estado Mayor? ¿Es que acaso hay tal grado de desconfianza en los oficiales jóvenes, que no tienen seguramente ciertas “deudas” o “agradecimientos” con la “revolución” como sí puede ser el caso de un Coronel?
El discurso no estaba dirigido ni a los periodistas, ni a los manifestantes, pero sí en parte a un público que seguro estaba observando por la TV. A nuestro entender la arenga, que no era otra cosa lo que hacía el Coronel, estaba dirigida a los Guardias que conformaban el pelotón antimotines y a todos los repartos militares que seguían la noticia por TV, porque la arenga no llevaba otro mensaje que no fuera el de tratar de justificar las órdenes violatorias de derechos inalienables que el Coronel tenía ya en mente o había recibido como instrucciones de acción. Si no ¿a quién iba dirigido el “damas y caballeros” que el Coronel soltó en medio de su arenga? No creemos absolutamente que se dirigía a los manifestantes a quienes considera sediciosos, violentos, transgresores de la ley y contra quienes ya estaba dispuesto a atacarlos con empleo excesivo de violencia; mucho menos a los periodistas que no fuesen de los canales y medios oficialistas.

Consideramos que la presencia de un Coronel en estas lides denota una absoluta desconfianza en la oficialidad de menor grado, por una parte por la posibilidad de que la experiencia y diferencia jerárquica no les asegurara el manejo adecuado de una posible negación de los Guardias a cumplir órdenes violatorias de toda norma y además por la posibilidad de que fuese el propio oficial que no esté en ese grado de compromiso con el régimen, quien se negase a cumplir ciertas instrucciones. Lo que sí creemos es que se trató de una arenga para justificar de alguna manera ante una población significativa en el interior de la organización militar, la acción de comando que seguiría de inmediato en contra de la manifestación. Y no puede ser de otra manera ya que los miembros de las fuerzas armadas, como parte integral de la sociedad venezolana, que no es gente traída de otro planeta ni vive en cápsulas aisladas, también sufren las consecuencias de las políticas erráticas del gobierno en materia de seguridad, de economía, de justicia, de educación. Buena parte de esas personas profesionales de las armas, seguramente estarán asqueadas de la corrupción galopante, del daño que se ha venido haciendo a la Institución Armada. De allí la desconfianza y por ello mismo los alardes del Hegemón de que toda la organización militar es roja rojita. Esos insistentes alardes denotan flaqueza en ese aspecto. Por eso creemos que algo huele mal en Dinamarca.

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