Opinión Nacional

El culto a la violencia

El gobierno del teniente coronel siempre ha encontrado placer en la violencia. La pulsión agresiva se manifiesta algunas veces en el lenguaje, otras veces en las acciones, y cada vez con más frecuencia en la combinación de ambos. Por allá en el remoto año 1999, cuando el chavismo era una mayoría aplastante, los “escuálidos”, esa partícula que conformaba la oposición, era objeto de todas clase de epítetos e insultos sin justificación alguna. Desde temprano el gobierno formó la “esquina caliente” integrada por delincuentes de todo pelaje. El verbo mordaz del comandante era interpretado por sus matones como órdenes para agredir a los pequeños grupos que se atrevían a manifestar en contra del régimen. Por aquella época al jefe se le ocurrió hablar mal de Cristóbal Colón. El resultado al poco tiempo fue que sus fanáticos arrastraron y decapitaron al gran Almirante en un acto de barbarie que hubiese intimidado a Atila.

Ahora, con motivo del conflicto entre los terroristas de Hamas y el Estado de Israel, ante el cual los propios árabes han sido en extremo cautelosos, el comandante Chávez Frías arremetió sin compasión contra las autoridades hebreas expulsando del país a su embajador, luego de un puesta en escena desmesurada e irresponsable. La consecuencia de sus palabras incendiarias se proyectaron a la realidad: la Sinagoga Tiferet Israel fue profanada por una banda de asaltantes durante más de cinco horas en un área donde a pocos metros opera un comando de la Policía Metropolitana, y sin que ningún organismo oficial se inmutase ante las llamadas de los vecinos. Habrá que buscar al inspector Karl Wallander, el célebre personaje ideado por Henning Mankel, para saber cuáles son los nexos reales entre esos forajidos y el Gobierno; sin embargo, su modus operandi indica que guardan vínculos muy estrechos con las pandillas identificadas con el oficialismo que han atacado en varias oportunidades a la Nunciatura Apostólica, que acechan cada cierto tiempo a Globovisión y que tomaron el Ateneo de Caracas para agredir a un pequeño pero combativo partido como es Bandera Roja.

Afortunadamente el atentado racista, criminal y cobarde contra la Sinagoga ha sido repudiado por diversos sectores nacionales e internacionales. Ese rechazo y esa condena categórica han obligado al Gobierno a salir corriendo a culpar a la oposición de la violencia. Pero, ¡ojo!, la hipocresía no engaña a los sensatos y avispados. Es poco lo que puede creérseles a un Gobierno y a un Presidente que hablan de paz y amor al lado de Lina Ron, que exaltan a los delincuentes del Colectivo La Piedrita, que ensalzan a Los Tupamaros y que elevan a la categoría de héroes a los pistoleros de Puente Llaguno, mientras guardan un silencio cómplice frente a los desmanes de los grupos violentos que los respaldan.

La destrucción de los símbolos sagrados de los judíos forma parte de esa espiral de violencia en la que el Gobierno quiere envolver al país. Algunas autoridades electas en los pasados comicios del 23-D han sido víctimas de grupos violentos identificados con el Gobierno Nacional, quienes han tomado por la fuerza las instalaciones donde esos funcionarios deben despachar. Estos allanamientos les ha impedido a esos mandatarios cumplir cabalmente con las funciones para las que fueron escogidos. En esa situación se encuentran los gobernadores de los estados Táchira y Miranda, y el Alcalde Metropolitano, entre otros. Esos atropellos irrespetan la voluntad popular expresada en las urnas electorales el pasado proceso electoral, y buscan crear una atmósfera de inceertidumbre que torne ingobernable esas entidades, para que fracase la gestión de esas autoridades.

Igualmente, la Guardia Nacional ha reprimido de forma desmedida las manifestaciones estudiantiles organizadas en distintos lugares del país para oponerse a la enmienda inconstitucional propuesta por Chávez. En esos episodios numerosos estudiantes han sido golpeados por la fuerza pública y, algunos de ellos, han sido encarcelados. La saña contra esos jóvenes la desatan y justifican unos personajes que dieron dos golpes de estado sangrientos, y que hasta hace pocos años se calaban sus capuchas todas las semanas y salían orondos a quemar carros y a disparar en los alrededores de las universidades públicas del país.

Globovisión, el único canal con señal abierta comprometido con la defensa de la democracia y opuesto sin ambigüedades al proyecto dictatorial en marcha, ha sido objeto de una ofensiva permanente por parte de los grupetes ligados al oficialismo. Sus instalaciones han sido atacadas y varios de sus periodistas amenazados. El canal de La Florida ha sido declarado objetivo militar por los facinerosos que protege el Gobierno, mientras que las autoridades muestran una sonrisita cínica para celebrar los atropellos.

Todas estas agresiones forman parte de una estrategia de intimidación que pretende atemorizar a la población, para que los votantes piensen que si Chávez pierde la enmienda sobrevendrá el caos. Esa es la cuenta simple que saca el oficialismo. Sin embargo, a pesar del terror el 15-F el país le dirá de nuevo NO a la violencia y a esa enmienda.

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