Opinión Nacional

El día del gran culillo

En política lo único interesante de escribir sobre la evolución de los
escenarios es llegar a pronosticar con precisión el curso más probable de
los acontecimientos. Para lograrlo hay que arriesgar un vaticinio que
acierte a partir de las conductas de los principales actores que copan el
espacio y de cuya confrontación surgen, como síntesis, los nuevos
escenarios.

Si precisamos este concepto debemos precavernos contra el simplismo de
autodidactas que resuelven que su esquema deberá ser más fuerte que la
realidad, a la que domeñan para que quepa en sus pronósticos. conozco a
varios.

Nadie puede, salvo por un azar que linda con el albur de los brujos,
predecir con exactitud lo que se nos viene encima, si el gobierno impide
que el CNE dé libre curso al Referéndum Revocatorio.

Yo creo que los tres chavistas del CNE y toda la inercia del aparato de
Estado, controlado por el MVR, trabajan para que no se realice.

Sin embargo el resultado de la lucha lo decide la lucha misma. Por eso no
puede pronosticarse nada irreversible en la contienda política.

También sé, que si la presión de la oposición es muy fuerte, los árbitros
vendidos pueden verse obligados a pelear por la encomienda fraudulenta de
Chávez en el trecho que sigue. El del momento de realizarlo. Sabemos que
el gobierno tratará de imponerlo pasado el plazo en que le obligue a
elecciones anticipadas.

Pero si pasa agosto, Chávez, como sabemos, tendrá la papaya de designar un
vicepresidente que lo sustituya hasta el dos mil seis, mientras él se
dedica a la subversión, a repartir real reventando las finanzas públicas y
a su campaña electoral mundial. Su rol de perro de Fidel le ocupará todo su
tiempo. Entre otros asuntos vivirá planeando, con su amo, como desfalcar
más aun a Venezuela para seguir manteniendo la casta del millón de
burócratas policiales de Castro.

Si imponemos que el Referéndum Revocatorio se dé en tiempo, el gobierno
acudirá a su plan B. Se desatará en el país una oleada sin precedentes de
intimidación terrorista contra la oposición. Pero al propio tiempo veremos
funcionar la maquinaria estatal repartiendo real y favores, a diestra y
siniestra, para intentar lograr lo que si es posible para este gobierno,
corrupto hasta los tuétanos: ganar el Referéndum tratando por todos los
medios fraudulentos, además del de garrote y zanahoria, que no logremos más
de 3.750.000 votos.

Cada día que pasa los muy bien artillados equipos de estrategas del
gobierno, con recursos mil millonarios, se lanzan en vorágine a confundir,
intimidar y a comprar opositores. Todo vale, son dueños del Estado.

Frente al creciente descontento militar ya lanzó impúdicamente su línea de
enterrar en la mierda el prestigio militar que queda, para hacerlos
corresponsables de los fraudes en estados claves como Carabobo y Zulia.

Allí, generales acólitos suyos uniformados hasta hoy, los lanza como
candidatos al fraude de Agosto.

El mensaje es sencillo: si estás contra mi te quitaré hasta la pistola de
reglamento en tu retiro. Te mantengo en la picota de la desgracia
profesional, te haré la vida un ocho.

En cambio si estas conmigo te llevaré hasta trisoleado, te haré mil
millonario y te elegiré gobernador. Cuando sales de general a donde te haré
llegar más rápido y colmado de privilegios, aunque seas el peor de tu
promoción, te reservo un futuro de exitoso político venal, siempre bajo mi
protección autocrática. Si robas, aunque sean cifras escandalosas, te
perdonaré, siempre y cuando sigas siendo de obsecuencia perruna.

La fortaleza de Chávez viene de su poder corruptor. y de la espantosas
debilidades de la dirección opositora. Y cuando en un país la democracia se
gangrena hasta el límite que el voto del parásito vale más que el de un
científico, o letrado o dignidad eclesiástica, difícilmente esa nación se
ahorra el tránsito por los traumas y accidentes constitucionales.

¿CUÁL ES LA GRAN APUESTA DE CHÁVEZ?… Como gran conocedor de las ruindades
humanas, quizá porque reúne demasiadas en su práctica de vida, el déspota
sencillamente apuesta al día del gran culillo. Conociendo el cinismo del
gran charlatán, no lo imagino creyendo su propio cuento sobre que el pueblo
tomará la calle para defenderlo. Sólo los imbéciles pudieron creerse el
cuento que seis millones lo repusieron en el poder el 13 de Abril del 2002.

Boves Chávez sabe que en realidad le debe el poder a la cúpula militar del
General Vázquez Velasco que lo quitó, forzado por el estallido del 11, y lo
volvió a poner cuando Carmona se alzó en el aire con el coroto que no le
pertenecía.

El día del gran culillo será aquel cuando les lanzará, a los opositores
humillados por el Revocatorio saboteado, el desafío ¡ TUMBENME !. Y
sobrarán los chorreados que dirán «nada fuera de la constitución», y cuando
uno les diga «pero él ya hizo añicos esa constitución», se verá responder
en retruque: «que él la viole, nosotros no, porque no somos bárbaros».

¿Y como sigue la historia? Nos dirán: «vamos a desquitarnos en las
elecciones regionales y locales de agosto». Y la respuesta de la mayoría
democrática, ultrajada por el déspota y manoseada por la dirección de
aprendices y embaucadores, será el ausentismo masivo ante lo que
considerarán un fraude pestilente, una vez que quedó demostrado que el
gran malandro usa la pantalla electoral sólo como un terreno adicional de
sus malabarismos ventajistas para afianzarse en el poder.

Que nadie se engañe. Si el gobierno sabotea el Referéndum Revocatorio esto
producirá un gran escepticismo que hará inviable, para la oposición,
utilizar otra vez el terreno electoral mientras Chávez sea presidente.

Algún gradualista opositor, hasta bien intencionado, me diría «si Chávez
nos quita el Referéndum la gente, más indignada que nunca, irá a derrotarle
en las elecciones de Agosto». Nada puede descartarse en política, pero me
temo que esa posibilidad es bastante remota.

Si Chávez se burla del Referéndum es por que tuvo la fuerza que le viene
de la estupidez de la dirección de la oposición, y hará caída y mesa limpia
en las elecciones de Agosto, si es que llegamos allí; si es que antes no
nos sorprende una fractura militar y el advenimiento de tiempos muy duros
de violencia y fragmentación nacional.

Cuando se observa ese desfile de promesas y de viajes, haciendo depender
todo de la famosa comunidad internacional, que nos muele con su paciencia
burocrática por la sencilla razón que no nos ven guáramo para expulsar al
malandro, uno se pregunta: ¿Y ahora qué viene?
El atronao gasta diez, veinte mil millones más en otra movilización, como
la que acabó con el hipódromo, para mantener sus áulicos alertas, mientras
la oposición enlutada trata de contrastarle en Altamira ¿Son estos los
episodios finales de la resistencia que desfallece confiando que la batalla
se dará en los escritorios de la OEA?
Mi más profunda convicción es que la gran mayoría democrática está
abandonando sus últimas ilusiones en el terreno referendario, para esperar
lo que haya que esperar de una solución militar a la crisis del estado y la
nación venezolana.

Percibiendo que sus grandes municiones: las grandes movilizaciones, los
paros, la huelga indefinida, fueron disparadas con la pólvora mojada del
pacifismo a ultranza, impuesto por una dirección que festinó esas
poderosas armas de resistencia, razonan conservadoramente que ya no quedó
otra que confiar ciegamente que las Fuerzas Armadas que sostienen al
malandro, sencillamente le digan que se acabó, que se vaya al carajo.

Si percibiendo que se acerca al abismo del desconocimiento de su propia
constitución Chávez se resigna antes, o después de tolerar el Referéndum, a
negociar unas elecciones generales, preparémonos entonces a usar el arma
electoral. Pero si Chávez desconoce el RR, aquí no hay otra cosa que
determinar que se trancó el juego y las FFAA deben sacar al déspota. Así lo
quiso él y hay que complacerlo.

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